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Mauricio González, ¿de la empresa a la política?

No niega su origen ni se da baños de pueblo. Mauricio González se sabe privilegiado y a pesar de eso, la arrogancia no va con él. Al contrario. Esos privilegios lo han hecho ver la vida con un caleidoscopio distinto. No es filántropo en toda la extensión de la palabra, pero sí emprendedor social. Su pensamiento es un espejo de las personas a las que admira.

“Admiro a José Mujica, creo que ha sido un parteaguas en Latinoamérica, es un estadista que tuvo muy claro qué hacer y cómo debía hacerlo; el poder no lo corrompió… Me gustaría algún día poder tener alguna posición para compartir esa filosofía. También admiro a Barack Obama, se me hace una persona que está haciendo bien las cosas, rompió paradigmas”, dice en entrevista con Líder Empresarial.

De sus padres, aprendió que a los fracasos se les debe llamar oportunidades para arrancar otros proyectos, pero ya con experiencia.

“Mi papá es contador público, siempre tuvo despacho. Él es muy inquieto, empezó a incursionar en varios giros de negocios, desde heladerías, zapaterías, fue socio de la automotriz López y González, tuvo viñedos. En unos negocios le iba bien y en otros, mal; sin embargo, siempre se levantaba.

“Mi familia me enseñó a ser muy proactivo, siempre teniendo en mente la generación de empleo, y la única manera de hacerlo es abriendo empresas. Tuve la fortuna de estudiar; yo estudié en el Tec de Monterrey e hice algunos cursos en el extranjero. Con eso me fui preparando para lo que mi padre nos enseñó: crear empresas, no solo para generar riqueza, sino también empleo y bienestar. Es la aportación para nuestro país”.

Y sus palabras no son parte de un discurso facilón para lograr sus aspiraciones. Su prueba: diez años al frente de una universidad privada de bajo costo que, asegura, es de excelente calidad.

“Siempre pensé que la educación no debería de ser tan elitista; que podía ser de calidad y más económica… En nuestro país hay pocas oportunidades para estudiar, si no vas a la pública, no estudias. Por eso, decidimos incursionar por ese lado y fundamos la UNEA en 2005. A diez años, te puedo decir que hay diez campus UNEA, desde Querétaro hasta Mexicalli”.

El modelo fue tan exitoso que fue vendido a una familia de gran prestigio en el ámbito empresarial.

“Admiro a ex presidentes municipales. A pesar de ser políticos del PRI, es gente que está aquí y te puede ver de frente: Fernando Gómez, Armando Romero, son personas que trabajaron honestamente y pueden sentarse en cualquier lado sin sentir vergüenza.

“Me encantaría verlos en un gabinete municipal, tienen mucha experiencia y saben qué se puede y no hacer. Me encantaría contar con el prestigio de Rubén Morfín, quien estuvo dirigiendo mucho tiempo la cervecería Sol, quiere ser presidente del Campestre, es muy honesto, sabe lo que quiere”, comenta.

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