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Luis Salvador Alcalá Alba

Antes de fundar La Providencia, una de las mercerías más importantes de Aguascalientes entre los 70 y 90, Luis Salvador Alcalá Alba trabajó como gerente en otra tienda: la Casa Ibarra. Decidió renunciar cuando el dueño de la empresa le dijo que su hijo tomaría el puesto y él sería su asistente. No estaba dispuesto a bajar de categoría, al contrario, quería que su carrera fuera ascendente.

Un mes después, convenció al padre de un amigo suyo para que le rentara un local en el pasaje Ortega. Ahí montó una tienda de uniformes. Su jornada laboral comenzaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 11 de la noche. Las cosas marcharon bien y al poco tiempo compró la finca que después se convirtió en La Providencia. Al no ser suficiente, adquirió el edificio de enfrente, luego un local en El Parián, otro en El Dorado, Plaza Vestir y así hasta que completó 17 tiendas, dentro y fuera de Aguascalientes.

El crecimiento acelerado ha sido una de las características de la trayectoria de Alcalá Alba, quien tuvo una intuición especial para adquirir fábricas y propiedades en el momento adecuado. Este empresario se adelantó a la crisis de las tiendas de ropa que en su momento fueron líderes en el mercado, como La Quemazón, El Famoso 33, El Remate y La Providencia, las cuales se vieron desplazadas con la llegada de las tiendas de autoservicio.

Fue así como se hizo de dos fábricas textiles (hoy, Satin Export y Laprotex), que convirtió en exportadoras de tela de alta calidad mediante la inversión en maquinaria de última tecnología.

Luis Salvador Alcalá es uno de los empresarios hidrocálidos más reconocidos. Además de la industria textil, tiene compañías en el ramo de la construcción.

La experiencia que ha acumulado a lo largo de su carrera lo llevó a participar en la Cámara de Comercio y, en la actualidad, a ocupar la presidencia del Grupo de Industriales de Aguascalientes. En esta entrevista, Alcalá Alba nos comparte su visión de vida y trabajo.

Líder Empresarial (LE): ¿Qué lo motivó a llevar un emprendimiento tan acelerado?

Luis Salvador Alcalá (LSA): Yo quería llegar a tener un nombre en Aguascalientes. Teníamos un nombre moral por mi papá (dueño de la academia Alcalá), pero en la vida social no nos conocían. Me propuse no sólo trabajar, sino también participar en la Cámara de Comercio y otras organizaciones. Pensaba en no tener patrón y darle una vida decente a mi familia.

LE: ¿Tenía alguien que lo asesoraba?

LSA: No tenía un asesor, todo lo platiqué con mi mujer y nada más. Leía mucho, tenía una gran ilusión por crecer, fundar, dejar una huella.

LE: ¿Hubo momentos difíciles en su carrera?

LSA: Un día estaba tratando de vender los cines del Centro Comercial El Dorado a unos empresarios en Morelia, cuando me hablaron para decirme que regresara lo más pronto posible. Se había quemado La Providencia. Era diciembre, los rollos de tela estaban en el último piso, alguien aventó un cohete y no quedó nada.

Cuando acabaron los bomberos de sacar todo, llegué a la casa y mi esposa me abrazó y preguntó qué íbamos a hacer. Nada, le dije, vamos a cenar, mañana empezamos otra vez; no nos va a pasar nada. Confiar en la divina providencia y tener un ideal fijo te da muchas ventajas.

LE: ¿Qué consejo daría a los jóvenes que quieren emprender un negocio?

LSA: Lo primero que tienen que hacer es centrarse en quiénes son y hacer valer su palabra. Cuando yo cerré tratos a lo largo de mi vida, la palabra era lo que teníamos.

Tenemos que ayudar a los jóvenes a que piensen así. El año pasado, en el Grupo de Industriales, hicimos un congreso para jóvenes. Les dimos información sobre nuestras empresas, llevamos a grandes conferencistas. Esa es otra forma de ayudarlos.

LE: Si pudiera hacer algo distinto, ¿qué sería?

LSA: Estoy muy contento con lo que he hecho, yo creo que haría lo mismo otra vez. Una de las cosas que más me satisface es ver a mis hijos realizados y a mis nietos en camino a convertirse en profesionistas.

LE: ¿Qué sigue para usted?

LSA: Materialmente me faltan muchas cosas: quiero terminar un grupo de naves que estoy construyendo, una cerrada de fraccionamientos para nuestra gente, otras naves industriales en San Luis Potosí, irme a pasear con mi mujer.

Antes de casarme llevé una vida muy ordenada, era lo que se usaba en casa, nunca vi a alguien tomando licor. Ahora de casado sigo haciendo ejercicio, como a mis horas, juego golf todos los domingos y entre semana, camino ocho kilómetros y no me canso. El trabajo te mantiene con mucha vitalidad.

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