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Lucía Arellano Zajur: compromiso con el conocimiento, la solidaridad y Zacatecas

 La trasposición de ocupaciones muchas veces ha sido tema de conversación, pero no por ello debe ser una verdad universal. Lucía Arellano Zajur, titular de la Notaría Pública 29 de Zacatecas, lleva al plano real esta sentencia, demostrando que desde la preparación profesional, hasta la conformación de una familia, se requiere de un plan y seguirlo con ahínco. Desde el primer momento en el que inició sus estudios encontró que era buena en ello y llevó ese talento al área del conocimiento que le permitiría compaginar el pasado con el presente y le aseguraría la constante actualización de los saberes, «Humanidades».

Dedicación y vocación por el saber

Fue en San Luis Potosí, en un colegio religioso en el que debido al alto nivel educativo Lucía se preparó para hacer una transición natural a la vida universitaria en su natal Zacatecas. Durante la educación preparatoria cursó materias esenciales para el perfil curricular que ella buscaba, llevó francés y etimologías grecolatinas, además de desempeñarse con altos niveles de disciplina, de manera que pudo aplicar sus conocimientos en la licenciatura de Derecho. 

“Me gusta el Derecho, el saber defenderse y saber defender a los demás, que se haga justicia, porque afuera hay mucha gente que ignora su realidad, que sufre muchos atropellos y vejaciones de toda índole por falta de conocimiento. Me apasionaba pensar en ayudar a la gente más vulnerable, a los que no tienen estudios, me entusiasma asesorarlos jurídicamente”, comentó.

Al egresar de la Universidad Autónoma de Zacatecas con un desempeño destacable entre los alumnos, trabajó como pasante 5 años al lado de Roberto Almanza. En ese lapso complementó sus estudios formales con la exposición directa a la realidad; de Almanza, “el hombre más culto que conocía”, aprendió de semántica y deontología jurídica. Al adentrarse en los resquicios de esas áreas, comprendió la importancia de la palabra escrita en sus futuras labores.

Después trabajó con Abraham Torres que “fue un maestro extraordinario”, que la guió como  mentor en lo concerniente al notariado. Cuando al fin decidió tomar su propio camino como notaria, se preparó de la mejor manera, cumplió con los procesos requeridos, pero de pronto se presentaron episodios escabrosos que atentaron contra sus metas; porque es sabido que a pesar de lo prometedor de un futuro, hay huecos por donde el éxito puede escapar sin siquiera advertirlo. 

De entre las sombras, el brillo de fe

En ese periodo crítico para los notarios en Zacatecas, en el que corría el riesgo de que el trabajo la alejara de sus hijos, se enfrentó a las circunstancias y exigió un espacio que además de permitirle cumplir con sus objetivos, diera la pauta para ejercer la maternidad como ella deseaba. Los protocolos se fijaron, ahora debió sujetarse a un examen de oposición. Tras superar el proceso con éxito, Lucía se convirtió en notaria por oposición, trabajo que hasta el momento desempeña comprometida. 

“Soy muy tenaz para conseguir las cosas, pero con justicia y equidad. Cuanto tengo alguna disyuntiva en mi vida digo «Señor, ya no encuentro el camino, márcamelo» y él siempre me da la luz para encontrarlo. Tengo mucha fe y eso me ha ayudado a aprender a tomar decisiones en mi vida”, explicó.

Para Lucía siempre ha sido importante escuchar el entorno y distinguir sus necesidades, de ahí que aún con la “lucha desigual” que le tocó sobrellevar, aprendió a equilibrar los distintos ámbitos de su vida. Actualmente, cada minuto lo aprovecha para seguir creciendo, en el  punto álgido de su carrera ha optado por dar más de su tiempo a la familia,esposo, hijos y nietos, como a sus lecturas y viajes.

“A veces está bien renunciar cuando se quiere dar un espacio propio y atención a la familia. Tengo mucho por hacer todavía, quiero leer cosas que me gustan, hacer viajes, disfrutar del arte y la cultura. Aprovechar todo el tiempo, como en esta pandemia, para ser mejor; invitar a otros a respetar nuestro medio, nuestra sociedad, a valorar nuestra «pequeña patria», a ser conscientes de lo que tenemos y a disfrutar de la belleza del lugar en el que estamos”, finalizó.

En este sendero que se prolonga hasta tocar las vidas de quienes la acompañan, Lucía continuará comprometida con todos. Priorizará el bienestar colectivo, la guía de sus seres queridos, el acogimiento empático de cada solicitante de apoyo y reflexionará al final del día sobre los sucesos acaecidos durante las horas de sol. Fortaleza, solidaridad y generosidad, hacen bien en empatarse con trabajo y humanidad, como ha ocurrido con Lucía Arellano Zajur. 

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