En la industria, cada vez es más frecuente ver procesos automatizados. Por ejemplo, en el sector automotriz hay plazas de trabajo que ya ni siquiera se generan, porque desde el diseño de la planta se incluyen robots que las cubren.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, trasladó este concepto de lo mecánico a lo cibernético y de lo tangible a lo virtual, al hacer referencia a robots cibernéticos que, en sus palabras, le tomaron la medida a los movimientos del tipo de cambio (dólar-peso) y capitalizaron la volatilidad del mercado cambiario para beneficiar a sofisticados especuladores en detrimento de la estabilidad de la economía mexicana.
La especulación siempre ha sido un factor preponderante en las crisis cambiarias que azotan con regularidad a cualquier país emergente y los algoritmos computarizados, los cuales detectan debilidades en la paridad y pueden tomar posiciones ventajosas en milisegundos, superan la capacidad del más experimentado operador de cambios.
Carstens, quien se ha llenado de tuits y retuits por estos comentarios, no ha hecho más que poner en el estrado una realidad que se ha estado gestando desde hace muchos años en el mundo financiero.