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Los primeros hoteles de Aguascalientes

Por Alejandro Basáñez Loyola

Autor de las novelas históricas de Ediciones B: México en llamas; México desgarrado; México cristero; Tiaztlán, el fin del Imperio Azteca; Santa Anna y el México perdido; y Ayatli, la rebelión chichimeca

 

En tiempos de la Colonia, el Camino Real o Senda de la Plata comunicaba la capital de la Nueva España con las minas de Guanajuato y Zacatecas. En sus inicios, no era más que un polvoriento camino de arrieros y militares, con puestos de vigilancia cada cierto número de kilómetros, los cuales servían para defenderse de los constantes ataques de las huestes chichimecas.

En 1575, en la Villa de las Aguas Calientes, en lo que es ahora la calle 5 de mayo, se empezó a utilizar un fuerte o presidio como improvisado mesón. En él, se guarecían los militares y sus caballos al llegar del largo viaje de Santa María de los Lagos (Lagos de Moreno). El sitio abrió acomodo techado para arrieros, y espacio cerrado y seguro para sus recuas. Además de descansar ahí, los animales de carga bebían y pastaban para continuar su viaje hacia Zacatecas o regresar por donde vinieron, si es que ya habían hecho la entrega correspondiente.

Podemos decir que el padre de la hotelería moderna en Aguascalientes fue ni más ni menos que José María Chávez, quien en la misma calle que en un futuro llevaría su nombre, a mediados de 1800, adaptó unos cuartos sencillos para recibir clientes en su establecimiento industrial conocido como El Refuerzo.

Años después, en enero de 1861, como gobernador liberal en plena lucha contra los franceses, Chávez notó la relevancia que Aguascalientes tenía para el gobierno de Benito Juárez y abrió el Gran Hotel de Diligencias. Este se ubicaba en la tercera calle del Obrador, hoy José María Chávez, y contaba con un zaguán de madera de mezquite, 24 cuartos equipados con catres de fierro, cobijas, sábanas limpias y un baño de tamaño moderado para todos los huéspedes. También había un amplio comedor y un patio central con una fuente de piedra de cantera en el centro.

Más tarde, con la llegada del ferrocarril en 1884, los estadounidenses que arribaban al estado comenzaron a demandar servicios de calidad en cuanto a hospedaje, lo cual hizo que nacieran otros hoteles como el Americano, Lafayette, Central, Francés del Comercio, Washington, Parian, San Marcos, Robin´s, San Pedreña, Moore, Bellina, Maridón, Francés, Concordia, Alameda, entre otros.

El boom ferrocarrilero provocó el surgimiento de otras empresas, como la fábrica de productos de maíz La Perla, la Gran Fundición Central Mexicana y los talleres ferroviarios, las cuales aumentaron la competencia entre hoteleros, situación que terminó por hacer crecer y mejorar al sector.

Los mesones, por tener espacio para recibir animales cargados de valiosas mercancías, seguían creciendo a la par de la hotelería. Así, interactuaban dos conceptos diferentes en el ámbito del hospedaje: los hoteles recibían personas; los mesones, gente y recuas cargadas. Un registro de 1914, en el Mesón de Cornejo, demuestra que se hospedaron seis arrieros con cincuenta burros cargados de carbón, provenientes de Paso de Sotos, hoy conocido como Villa Hidalgo.

A inicios del siglo XX, Aguascalientes crecía rápidamente debido al impulso comercial y fabril de la entidad. Con él, surgieron hoteles como el Hotel Francia, el cual fue abierto por el hacendado don Felipe Nieto en 1915, quien aprovechó la apertura de la nueva calle Madero. Este contaba con 20 habitaciones modernamente amuebladas y cada una tenía baño, el único hotel en toda la ciudad con este concepto. También había un restaurante y un bar conocido como el Frausto.

En ese mismo lote, curiosamente, hubo dos hoteles conocidos como el Lafayette y Hotel de la Plaza, ambos administrados por norteamericanos. El último fue demolido y sobre el mismo lugar fue levantado un nuevo hotel, El Francia, obra del ilustre arquitecto sin título, don Refugio Reyes Rivas. Se mantuvo con ese nombre hasta 1997, cuando fue comprado por la casa Sanborns.

Otro del mismo tipo fue el Hotel Washington (que después se convirtió en el cine Colonial; hoy, Plaza Fundadores). Contaba con 22 cuartos, bar y billares. Su eslogan de ventas decía: “El mejor hotel de la ciudad, céntrico y magníficamente amueblado”. En la fachada, que aún milagrosamente se conserva, había una leyenda que rezaba: “English, french and german spoken”.

El Hotel París, edificado entre 1912 y 1914 por Reyes Rivas, funcionó como tal hasta 1982, año en que se convirtió en la sede del Congreso del Estado. Cómo no mencionar que ahí estuvo hospedado el Centauro del Norte y todos sus generales durante la Soberana Convención de Aguascalientes en octubre de 1914. Otros grandes personajes de la historia pernoctaron en sus habitaciones; hay constancias de las visitas de Miguel Alemán, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. También llegaron a hospedarse grandes artistas como Mario Moreno Cantinflas, quien al terminar una de las corridas en las que participó, fue seguido por la gente hasta el hotel, hecho que lo hizo salir a saludar al balcón.

En el número 226 de la actual calle Juan de Montoro, en la esquina suroeste de la Plaza Patria, se ubicó el Hotel Regis, obra también de Refugio Reyes Rivas. La calle en donde se localizó comunica la zona de los antiguos manantiales termales con el centro de la ciudad, por lo cual en la época colonial se le denominó a la calle Del Ojocaliente; posteriormente, le cambiaron el nombre a Del Centenario y hoy en día lleva el de Juan de Montoro, en homenaje al ilustre fundador de Aguascalientes.

El Hotel Escobedo, actualmente Andrea Alameda, fue construido en 1908 en los terrenos pertenecientes a la Hacienda de Ojocaliente, al final de la Calzada Arellano o Alameda. Su edificación estuvo a cargo del arquitecto Samuel Chávez Lavista. Desafortunadamente, en aquellos tiempos se ubicaba lejos del centro, lo cual repercutió en su número de huéspedes.

La próxima vez que visite el centro de Aguascalientes dese un tiempo para visitar los legendarios hoteles que dieron vida a la ciudad de hace un siglo. Todos ellos se encuentran en el centro y solo los separan unas cuantas cuadras.

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