Por: Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO Gestión Avanzada
«Queremos comer lo que nos da la gana y luego nos sorprendemos y consternamos cuando nuestra salud se derrumba en el camino. Queremos que el ejercicio para perder peso suceda de forma rápida y fácil con un plan que se ajuste perfectamente a nuestro calendario«, con estas palabras John Eldredge advierte sobre el tema que hoy abordaremos: el autocuidado.
Tomar conciencia del tema no es sencillo. El ritmo de vida acelerado, las jornadas de trabajo irregulares, los desvelos, los viajes de negocio y las horas de sueño que nos terminamos debiendo a la semana nos hacen pensar poco (o casi nada) en la forma en cómo gestionamos nuestro bienestar. Los múltiples factores que llenan la agenda de los líderes hacen que tengan que resolver actividades en, digamos, circunstancias que a muchas personas les resultarían desquiciantes.
Aunque representa el centro de todas nuestras tareas, la salud es un tema del que hablamos de manera superficial, no digamos ya interesarnos deliberadamente en fomentarla con sanas prácticas cotidianas.
A manera de definición
Sara Sanchis, autora del medio Psicología Online, nos dice: «El autocuidado personal y emocional se define como el conjunto de acciones que emprende una persona en beneficio de su salud y bienestar. En realidad, se trata de una cualidad innata al ser humano cuyo objetivo principal es garantizar su supervivencia y, con ello, la de su familia y grupo social. Al conjunto de acciones que realizamos en torno a nuestro cuidado personal los denominamos ‘hábitos de vida'».
Lo que hacemos antes, durante y después de nuestras responsabilidades en la oficina o empresa habla mucho de qué tanta atención le estamos dando atención a este asunto. Las estadísticas en México sugieren que los niveles de estrés son cada vez más altos en la población, no se diga en las personas que realizan actividades directivas. Tan sólo en la página oficial del Institituo Mexicano del Seguro Social (IMSS), leemos este dato: «El 75% de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral, superando a países como China y Estados Unidos».
Las preguntas que pudieramos hacer al respecto son: ¿nos falta tiempo para dedicar un lapso de nuestra jornada a cultivar mejores hábitos?, ¿estamos atentos al daño que el estrés laboral genera en nuestro bienestar?, ¿creemos realmente que el cúmulo de actividades por resolver nos ayudará a gozar de una mejor salud?, ¿cómo responderías hoy estas interrogantes?
En opinión de la autora citada, «el autocuidado personal y emocional se ha convertido en un aspecto a tener en cuenta como factor determinante de la propia salud física, psicológica y emocional. Los hábitos que adoptemos condicionarán nuestro estado de salud general. Interaccionan entre ellos condicionando nuestro estado físico, mental y emocional. Podemos diferencia entre hábitos de vida saludables versus hábitos de vida tóxicos».
Medidas clave
Si esto es cierto, ¿qué medidas podemos sugerir para considerar el autocuidado como parte esencial de nuestra rutina?. Creo que hoy los líderes de empresa están jugando un papel cada vez más relevante en sus entornos. Como empleadores, gerentes, dueños de negocio, titulares de diversos cargos, áreas y comisones, su labor es crucial. Al mismo tiempo, es sumamente atacada por riesgos psicosociales que pueden minar en tiempo récord su desempeño y su productividad.
No hay fórmula precisa para fomentar el autocuidado, pero sí muchos indicadores de que vamos por buen camino. La mecánica de los líderes que siguen con frecuencia sanas prácticas es muy similar:
- Cuidan sus horas de sueño y descanso. Procuran darse “escapadas” a lugares abiertos que los conectan con la naturaleza o les permitan fomentar actividades al aire libre.
- Practican la suspensión de tareas en momentos donde la presión puede llevarlos a tomar malas decisiones, afectar el trabajo en equipo o bien interferir en el clima organizacional de su firma.
- Su ingesta de alimentos es balanceada. Incluye una cantidad suficiente de antioxidantes, vitaminas o comida fresca que les provee de los nutrientes necesarios para mantener un adecuado equilibrio físico.
- Tienen seguimiento y control del estrés, Buscan asesoría profesional para identifcar recursos psicoafectivos para frenar la fatiga o agotamiento (que les está produciendo emociones negativas).
- Reconocen sus límites y saben cuándo parar. De ser posible, toman vacaciones dos o tres veces por año, sin sentirse culpables por “no estar en el trabajo”.
- Cuando descansan, no corren al lado opuesto del sedentarismo o la inactividad extrema. Recurren a la práctica de alguna disciplina artística, deportiva o recreativa.
Si te resultan complicadas dichas tareas, podrías pensar en otras que estén a tu alcance. Lo importante es cuestionarte en serio: ¿qué estás haciendo por tu bienestar?