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Los grandes desafíos de la gestión del talento

Gestionar el talento en las organizaciones puede parecer una tarea sencilla y rutinaria: reclutar, contratar, administrar la nómina, capacitar y esperar buenos resultados de las personas a través de metas o indicadores de desempeño. Sin embargo, esto no es así.

He tenido la oportunidad de conocer diferentes entornos laborales, así como empresarios que inician un pequeño proyecto, el cual, al momento de crecer, requiere ampliar su plantilla y crear nuevos puestos con la expectativa de obtener mejores resultados.

Sobre esto, hace unos días escuchaba decir a un empresario: “¿Siempre es así el personal?”. Y es que había abierto un taller de confección para ampliar el alcance de su negocio y comenzó a verse inmerso en una alta rotación de trabajadores, lo cual le impedía continuar con la expansión planeada. Así, esta decisión (más que un beneficio) se había convertido en un fuerte dolor de cabeza para él.

Cada empresa tiene un sello que la hace única. Sus empleados son seres con necesidades y anhelos, por lo cual buscan un lugar de trabajo en el que, además de un buen sueldo, tengan la oportunidad de crecer y desarrollarse.

La gestión del talento implica entonces diseñar las prácticas y procedimientos que generen una cultura organizacional, creen los perfiles adecuados a cada puesto y procuren que se comparta el sueño o visión empresarial con todos los colaboradores, invitándolos continuamente a subirse al mismo barco, en el cual todos van remando hacia el horizonte esperado. Implica también la alineación de la visión, misión y valores con las competencias corporativas, es decir, se deben definir las conductas y comportamientos deseados en el personal para cumplir con las metas definidas.

Así pues, crear una cultura no es un asunto inmediato. Es como estar en una embarcación, sentir las oleadas del mar con la tranquilidad de que todos saben remar y acomodar las velas para que el viento o las tormentas no las derrumben.

Desde mi punto de vista, el principal problema de la gestión del talento está en que el empresario puede contar con una claridad en su plan de negocio, en los recursos necesarios para lograrlo; pero no tiene clara su visión individual, el sello de su compañía, los valores que transmite con su actuar no siempre son los promulgados entre sus colaboradores.

Una relación laboral es una continua seducción, desde el reclutamiento y selección de la plantilla, hasta los planes de carrera y desarrollo cuentan. Los trabajadores de una organización tienen una vida personal, sienten, piensan; por lo tanto, la gestión del talento es algo más que procedimientos rutinarios. Es el conjunto de formas en las cuales se recuerda el compromiso de ambas partes (empleados-empresa); pero no con castigos y reprimendas, sino con invitaciones a participar, a seguir reforzando el barco con un enfoque ganar-ganar, sin mentiras, sin agendas ocultas, sin menospreciar ni reprimir. Simplemente se debe propiciar la honestidad generadora de confianza y acciones constantes en un ambiente de trabajo en el cual todos se importen.

Cada cabeza es un mundo y lo más fascinante es que lo único constante es el cambio, por eso aquella canción de “lo que un día fue no será…” es el lema perfecto para comprender que la creatividad, constancia y perseverancia forman parte del discurso de: “todo trabajo es digno y todos necesitan de todos”. Por lo tanto, cada colaborador debe contribuir a hacer del lugar laboral un ambiente agradable, el cual produzca un valor agregado no solo a los clientes, sino también a los trabajadores.

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