La conformación de la Alianza Centro-Bajío- Occidente (ACBO) nació como una iniciativa para fincar las bases de desarrollo a largo plazo de la región más próspera del país. Esto derivó en que se hiciera un análisis pormenorizado de las fortalezas y áreas de oportunidad que existen entre las entidades, pero también supuso un estudio riguroso sobre las amenazas y vulnerabilidades que podrían limitar su crecimiento.
Refiriéndonos a esto último, las entidades de la ACBO, en otras palabras, están trabajando para construir ciudades resilientes, un término acuñado por la Organización de las Naciones Unidas, para definir a aquellas que “evalúan, planifican y actúan para prepararse y responder a peligros naturales y creados por el hombre […] a fin de proteger y mejorar la vida de las personas”.
En ese sentido, la bandera de la coalición establecida entre Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Querétaro y San Luis Potosí, no es el desarrollo económico per sé, sino un desarrollo sustentable, la adición de un adjetivo que marca la diferencia pues implica un equilibrio entre lo económico, lo ambiental y lo social, un balance cimentado en la sostenibilidad:
“Si logramos agregarle ese adjetivo, estamos con un esquema de vanguardia a nivel internacional, que es lo que piden ahora mucho de los países”, explica María Isabel Ortiz Mantilla, secretaria de Medio Ambiente y Orden Territorial del estado de Guanajuato.
Agua, principal vulnerabilidad
Ortiz Mantilla esclarece las dudas que podrían surgir a partir de un enfoque regional para solucionar las vulnerabilidades existentes: las problemáticas medioambientales no entienden de fronteras, y una contrariedad en un estado puede fácilmente afectar a otro.
En este caso, la región comparte una debilidad que en el mediano plazo (hablamos de sólo pocos años) puede detonar una crisis grave: la escasez de agua.
María Isabel señala que la región presenta un estrés hídrico significativo, a lo cual se suman sequías periódicas y prolongadas, además lluvias atípicas que provocan inundaciones en las ciudades, fenómeno que se ve recrudecido por la falta de drenajes pluviales que aprovechen el líquido a través de procesos de captación.
“Esa es la principal afectación que identificamos en la región: el agua como recurso vital y necesario para cualquier actividad humana”, refiere la secretaria.
También advierte que la deforestación ha contribuido al estrés hídrico, lo cual ha llevado la sobreexplotación de cuencas. Esto ha derivado en la extracción de agua a través de pozos profundos que pueden contaminar el vital líquido con metales pesados o que no cumplen con los requisitos sanitarios.
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) ubicó a Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro entre las seis entidades del país con mayor estrés hídrico del país.
Para revertir esta situación, María Isabel sugiere apostar a estrategias enfocadas a la recuperación de los propios ecosistemas naturales y su preservación que estén ligadas a la generación de servicios ecosistémicos de regulación del agua.
A su vez, la titular de Medio Ambiente expone que es fundamental apostar por la conformación de corredores biológico entre los estados para vincular acciones para su protección.
Un ejemplo de ello es el Corredor Biológico-Cultural de la zona Centro- Occidente de México, integrada por Aguascalientes, Jalisco, Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Nayarit, San Luis Potosí, Estado de México y Colima donde se encuentran 137 Áreas Naturales Protegidas: 100 con categoría de preservación estatal y 37 con Decreto Federal.
También señala que al ser una región predominantemente industrial, es fundamental dirigir esfuerzos al tratamiento del agua. Asimismo, plantea iniciativas para la generación de sistemas de captación de agua de lluvia. Por ejemplo, Guanajuato ha instrumentado programas piloto de este tipo con enfoque de potabilización para comunidades vulnerables.
Cabe señalar que la agricultura ocupa cerca del 70% del agua disponible en México, según datos del CONAGUA, sin embargo, alrededor del 57% se desperdicia por infraestructuras de riego ineficientes. En este sentido, Ortiz Mantilla señala que las secretarías de Medio Ambiente han entablado conversaciones con las dependencias estatales de Desarrollo Rural para ver soluciones.
En Aguascalientes, el Gobierno del Estado ha impulsado la reconversión productiva, basada en la migración de cultivos que no utilicen tanta agua. “Son programas que nos ayudan a ser más sustentables”, dice María Isabel.
Calidad del aire, otro reto en el horizonte
Al ser una región preponderantemente manufacturera, la emisión de gases contaminantes supone otro desafío importante para la sostenibilidad, comenta la funcionaria guanajuatense.
“Con la pandemia se ha hablado claramente de que las ciudades altamente contaminadas pueden ser un agravante para la COVID-19. Esto implica dimensionar la trascendencia de lo que es contar con un aire limpio y en buenas condiciones. Esto implica ir regulando los propios sectores industriales y las emisiones que generan a la atmósfera”, externa.
Para ello, refiere la importancia de las Cédulas de Operación Anual (COA), instrumento creado por la SEMARNAT para recopilar información sobre la emisión y transferencia de contaminantes al aire, agua, suelo y de residuos peligrosos, que los establecimientos reportan anualmente, pero enfatiza que es un esfuerzo que involucra a todos los actores de la población, no solamente a las empresas.
Hacia una economía circular
Por otra parte, María Isabel Ortiz Mantilla expresa que un área de oportunidad es el referente a los residuos de manejo especial, los cuales, a través de la gestión adecuada, pueden convertirse en materias primas para otras industrias.
“Podríamos buscar que estos residuos puedan estarse reutilizando y disminuir la saturación de los sitios de disposición final. Si no, estamos desaprovechando estos recursos cuando todavía tienen un potencial importante para generar una economía circular”, concluye.