Icono del sitio Líder Empresarial

Los cristales gigantes de Naica

Fotografía: Revista Selecciones

Fotografía: Revista Selecciones

Las maravillas de nuestro planeta van mucho más allá de lo que podamos encontrar en su superficie. Así como existen selvas inexpugnables o cordilleras de más de siete mil metros de altura, también hay lugares inexplorados y fantásticos, ocultos en las entrañas de la Tierra.

Una de las cámaras subterráneas más impactantes es la Cueva de los Cristales de Naica o Cueva de las Espadas, una caverna atravesada por decenas de troncos de selenita, que alcanzan los doce metros de largo y dos metros de diámetro, emulando a la casa de Superman en la Antártida.

La Cueva de las Espadas fue descubierta en Chihuahua en 1910. Durante los trabajos de la mina principal, los trabajadores se encontraron con una bóveda repleta de selenitas en forma de espadas. Sobresalían de paredes, piso y techo en distintas direcciones, dándole al lugar un aspecto fantástico, como si se estuviera en otro mundo.

La longitud de la cueva es de unos 80 metros; en ese pequeño tramo bajo tierra se tiene tal cantidad de espadas de selenita que queda uno boquiabierto, y es porque, dentro, la cámara está repleta de estos gigantescos cristales.

Noventa años después, en el 2000, los hermanos Eloy y Francisco Delgado, operando una barrenadora a 300 metros de profundidad, descubrieron una nueva cueva: La Cueva de los Cristales.

La Cueva de los Cristales

Esta cueva dejó en diminutivo a la de las Espadas. La nueva cueva era parecida a la de otra en cuanto a estar atravesada por selenitas, solo que en esta las espadas eran gigantescos troncos de cristal de entre cinco y siete metros de longitud. Algunos eran de casi dos metros de diámetro, algo monumental y prodigioso.

Ante tal descubrimiento los mineros detuvieron el avance del túnel y reportaron su hallazgo a su superior, el ingeniero Roberto González. Consciente de que estaba ante una maravilla de la naturaleza, mandó desviar las excavaciones del túnel para evitar daños en los cristales.

La presencia dentro de la cámara no podía pasar de diez minutos, el sitio era un infierno a 60ºC y con una humedad al 100%. Por ello también, el ingeniero González mandó desviar la excavación del túnel y cerró la cámara con un muro de gruesos ladrillos y una puerta de acero.

Estos cristales se originaron porque, muy abajo del cerro, a cinco kilómetros de profundidad, hay una gigantesca burbuja de magma, es decir, roca fundida que mantiene caliente todo el interior del cerro. A medida que se profundiza, la temperatura empeora. Calores tan intensos y agua llena de minerales atrapada en cámaras subterráneas por milenios dieron origen a estas gigantescas columnas de yeso, únicas en el mundo.

Durante dos décadas, las cuevas de Naica fueron drenadas para que las filtraciones de la montaña no las cubrieran por completo. Después de algunos años se dejó de hacerlo e irremediablemente quedaron casi cubiertas por el agua. Todavía queda visible una parte de la cueva, a la cual siguen teniendo acceso algunos científicos, quienes descubrieron recientemente que dentro de algunas selenitas existían microbios prehistóricos.

Microorganismos prehistóricos

El tema de los microbios es algo preocupante porque estos microorganismos han estado aislados por miles de años dentro de los cristales, y su liberación podría causar una contaminación desconocida entre los humanos.

Su aislamiento es tan increíble, como si nos encontráramos con un meteorito marciano y en su interior hubiera microbios asesinos. Como ejemplo, las rocas traídas de la Luna fueron puestas en observación antes de estudiarlas abiertamente por los científicos. No lo sabemos aún, pero quizá algunos de esos microbios de la cueva causaron alguna epidemia que mató a animales prehistóricos o incluso a homínidos que señoreaban las montañas de Chihuahua hace millones de años.

La Cueva de los Cristales es un sitio enigmático de acceso casi imposible, que debe recordarnos que hay sitios en la Tierra que podrían ser lugares muy cómodos para seres de otros mundos, aunque para nosotros sean casi la muerte en minutos.

El ser humano debe preparar sus siguientes misiones a otros asteroides y planetas en circunstancias extremas. Imaginar un mundo como un fresco valle lleno de aves y flores con un fresco río en medio es una ilusión infantil.

Sin duda alguna, en un valle así, un extraterrestre se bajaría enfundado en un traje de astronauta para soportar una química y presiones atmosféricas diferentes a su mundo de origen.

Por: Alejandro Basáñez Loyola

Autor de las novelas de Ediciones B: México en Llamas;  México Desgarrado; México Cristero; Tiaztlán, el Fin del Imperio Azteca; Ayatli, la rebelión chichimeca; Santa Anna y el México Perdido; Juárez ante la iglesia y el imperio y Kuntur, el Inca de Lectorum

Te puede interesar…

Salir de la versión móvil