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¿Por qué es tan complicado el tema del gasolinazo?
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El incremento que sufrimos en el precio del combustible tiene varias lecturas. Por un lado está desde el descrédito y el costo político para un Gobierno que presumió que la reforma energética bajaría los precios de los combustibles y la energía eléctrica.
Hay encontramos precisamente otro revés (la subida de las tarifas eléctricas), que ya se anunció y que difícilmente sería de otra forma, dado que en México estamos más cargados a la generación de energía eléctrica por medio de la quema de combustóleo, la forma más ineficiente y antiecológica posible.
Otra lectura importante, y en la cuál nuestras autoridades no son lo suficientemente transparentes, es que el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a la gasolina se planteó en un escenario muy diferente al actual. Si bien a nuestro Gobierno no se le han dado las cosas de la mejor manera posible, cuanto menos, se les puede culpar de una incapacidad de reacción y adaptación a las condiciones actuales del mercado.
¿A que me refiero? PEMEX tiene costos de operación y logística muy altos para poder competir en un mercado abierto; este IEPS solo es una bocanada de oxígeno caro mediante una recaudación mayor para no perder dinero.
En ningún momento esta recaudación se está usando para generar condiciones de competitividad. Así, mientras el tipo de cambio vaya al alza, es un círculo vicioso vender a precios controlados gasolina importada sin tener ningún control sobre la volatilidad de los mercados cambiario y del petróleo.
Tampoco se están mejorando los altos costos de operación de las ineficientes e insuficientes refinerías mexicanas, ni la deficiente logística con sus oleoductos ordeñados por la corrupción y la delincuencia organizada.
Negro panorama para la empresa de todos los mexicanos.
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