Don Leonardo Rodríguez es un orgulloso del nacionalismo que yace en su sangre y un apasionado de la industria licorera.
A raíz de una pequeña fábrica de vidrio en quiebra inició Tequila Corralejo —la singular botella de tequila azul— que ha posicionado a la bebida mexicana insignia, no sólo fuera de Jalisco, sino también allende las fronteras.
¿Cómo nace una de las tequileras más grandes del país?
La celebre botella azul de Tequila Corralejo comenzó cuando Don Leonardo Rodríguez recuperaba botellas vacías de Bacardí añejo en el tiradero de Santa Fé, Ciudad de México.
“Vimos la crisis y funcionó… Pero, yo tenía deseos de tener mi propia botella”.
Ante tal deseo y necesidad —pues ya no podía seguir utilizando las botellas de Bacardí—, don Leonardo se acerca al monopolio vidriero de aquel entonces, sólo para encontrase con su sueño destrozado debido a los elevados costos de producción.
Sin embargo el deseo de crear su propia botella no cesó, hasta toparse con una fábrica de vidrio en Xolostoc, Estado de México; misma que adquirió por $15,000 antiguos pesos mexicanos.
Pasión por la elaboración de licores
Tiempo después, después de vivir un lustro en España, donde tuvo la oportunidad de aprender a elaborar licor de bellota, sus competidores españoles sembraron en él la inquietante duda de producir tequila,
“Mis competidores españoles me preguntaron: ¿tú mexicano ¿qué haces haciendo licores? ¿por qué no haces tequila?”.
Interrogante que ocasionó que Don Leonardo Rodríguez, con pasión y orgullo de sus raíces mexicanas, las materializara a través del tequila.
Penjamo, la tierra del cura Hidalgo donde nace el primer tequila de Guanajuato para el mundo
Tequilera Corralejo fue una empresa pionera en la elaboración de tequila en Guanajuato, erigiendo como la primera marca de tequila con denominación de origen establecida fuera de tierras jaliscienses.
“Yo fui el que puso la semilla de agave, yo sembré riqueza en Guanajuato”.
Ve la entrevista completa con Leonardo Rodríguez
Apostar por una idea, diversificar con bases firmes
Consciente de que las modas son efímeras, el portafolio de Hacienda Corraleja no se quedó sólo en tequila, sino que amplió sus horizontes, diversificando con ron, vodka y otros productos derivados lácteos.
Aunado, el empresario refiere que su presencia en más de cien países no se debe únicamente a la calidad y diseño de sus productos, sino a la lucha constante de buscar clientes; pues los clientes no caen del cielo, uno tiene que salir a buscarlos.
“Se trata de inquietud, de estar observando qué está pasando y pensar qué se te puede ocurrir, qué hacer y detectar oportunidades”.
Un legado de lucha espiritual
Al preguntarle a Don Leonardo ¿qué legado le gustaría dejar? Su respuesta radica en la lucha espiritual de salir adelante, de crearse un nombre en la industria, pero sobre todo, de disfrutar día a día lo que haces.
“No hay cosa más bella que disfrutar lo que haces; no hay trabajo cansado cuando haces lo que te gusta. No veo el trabajo como un castigo, al revés, como una bendición de Dios; no trabajar debe ser el peor castigo, tener algo que hacer es vital”.