En un contexto de creciente volatilidad económica, la empresaria Conchita Miranda Patiño, directora general y presidenta del Consejo de Administración de Grupo Miraplástek, advirtió que el emprendimiento en México sigue enfrentando tasas de mortalidad alarmantemente altas, y que sólo mediante la gestión disciplinada del riesgo y la resiliencia financiera será posible construir proyectos empresariales sostenibles.
Durante su participación en la Gala de Premiación EmprendeUAA 2025, organizada por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), Miranda ofreció una perspectiva crítica sobre el emprendimiento contemporáneo.
«El 80% de los nuevos emprendimientos fracasan en su primer año», señaló.
A su vez, subrayó que iniciar un negocio no debe idealizarse como garantía de éxito, sino como una apuesta estratégica que requiere preparación y aceptación del fracaso potencial.
Conchita Miranda, quien lidera Miraplástek, un grupo empresarial especializado en rotomoldeo en México, basó su intervención en su propia trayectoria de más de 30 años en la industria, un sector caracterizado por sus altos costos iniciales y sus complejas cadenas de suministro.
«Emprender implica dificultad, riesgo y una enorme capacidad de adaptación. No se trata solo de iniciar; se trata de sobrevivir y crecer en un entorno que penaliza la improvisación», afirmó.
Emprender con estrategia: juventud y riesgo controlado
Uno de los ejes principales de su exposición fue la importancia de aprovechar la juventud como ventaja competitiva para emprender.
De acuerdo con Miranda Patiño, los jóvenes universitarios tienen una menor exposición a riesgos patrimoniales significativos, lo cual les permite asumir proyectos con mayor flexibilidad y tolerancia al error.
Sin embargo, advirtió que esta ventaja natural debe complementarse con una planeación estratégica rigurosa.
«No basta tener una idea. Se requiere validarla, estructurar un plan de negocio sólido y definir límites claros en tiempo y recursos para saber cuándo persistir y cuándo retirarse», explicó.
En su análisis, la empresaria subrayó que la falta de límites estratégicos ha sido históricamente una de las principales causas del colapso de nuevos emprendimientos en Latinoamérica, donde el acceso a capital de riesgo es limitado y las alternativas de rescate son escasas.
Actualmente, México presenta una de las tasas más bajas de éxito en startups de la región: según datos del INEGI, menos del 32% de las microempresas sobreviven más de tres años.
Escalabilidad o abandono: decisiones críticas
Conchita Miranda enfatizó que todo emprendimiento debe diseñarse desde su origen con una estrategia de escalabilidad o, en su defecto, con un plan de salida razonable.
«La supervivencia a pequeña escala no es suficiente. Una empresa que no crece está condenada eventualmente a desaparecer», afirmó.
Esta visión se alinea con las tendencias observadas en mercados más maduros, donde las startups exitosas planifican su crecimiento o venta desde etapas muy tempranas, evitando caer en ciclos operativos ineficientes que erosionan el capital y agotan el talento fundador.
La empresaria también advirtió sobre el riesgo emocional de aferrarse a proyectos inviables, una conducta que, según estudios de comportamiento organizacional, explica cerca del 40% de las quiebras tardías de negocios familiares en América Latina.
«Definir el momento para cerrar o vender es tan importante como definir cuándo y cómo empezar», insistió.
Liderazgo basado en la transparencia organizacional
Más allá de los aspectos técnicos del emprendimiento, Conchita Miranda abordó el tema del liderazgo y la cultura organizacional como pilares para la sostenibilidad de los negocios.
En Grupo Miraplástek, Conchita Miranda implementa una política de puertas abiertas, reflejada físicamente en su oficina de paredes de cristal —conocida como «PCO»—, que simboliza la transparencia como valor central de su modelo de gestión.
«Un líder accesible fomenta la innovación, el compromiso del equipo y la identificación temprana de riesgos internos», explicó.
Este enfoque de comunicación abierta resulta especialmente relevante en un contexto donde los nuevos consumidores y socios de negocio demandan cada vez más accountability y cultura corporativa ética.
Contexto macroeconómico y desafíos estructurales
La intervención de Conchita Miranda se da en un entorno de crecientes desafíos para el emprendimiento en México.
Tras un auge de startups impulsado por el acceso relativamente fácil a capital de riesgo entre 2018 y 2021, el ecosistema ha entrado en una fase de corrección.
Factores como el aumento de tasas de interés, las restricciones de crédito comercial y una mayor exigencia en los modelos de rentabilidad inmediata están reconfigurando el perfil de los emprendimientos exitosos.
De acuerdo con LAVCA (Latin American Private Equity & Venture Capital Association), las inversiones de venture capital en América Latina cayeron un 48% en 2024 respecto al año anterior, reflejando un entorno mucho más selectivo y conservador para los nuevos proyectos.
Frente a este panorama, el mensaje de Miranda cobra particular relevancia: el emprendimiento no debe abordarse como un acto de fe, sino como una operación cuidadosamente planeada, con escenarios de contingencia bien definidos.
«El verdadero emprendedor no es quien persiste ciegamente en su idea, sino quien sabe cuándo adaptarla, venderla o abandonarla con criterio y oportunidad», concluyó.
Una visión pragmática para la nueva generación de empresarios
Con su enfoque pragmático, Conchita Miranda no prometió a los asistentes un camino fácil, ni la posibilidad inmediata de construir unicornios empresariales.
En cambio, ofreció una hoja de ruta realista: una en la que la validación de mercado, la planificación financiera y el liderazgo basado en la confianza interna son esenciales para resistir las inevitables turbulencias del mercado.
En una era donde el emprendimiento a menudo se romantiza como un fin en sí mismo, su mensaje introdujo un necesario tono de madurez: emprender sigue siendo una estrategia válida para la creación de riqueza, pero sólo cuando se realiza con la frialdad, preparación y disciplina de un operador financiero.