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“Las violetas”…un debate pendiente en Aguascalientes

Uno de los debates más polémicos y que más dividen a las feministas es el de la prostitución, que simplificándolo consiste en posicionarse a favor de la abolición o de la regulación.

El posicionamiento depende del modelo de Estado y de concepto de derechos humanos que se tenga; pues no es lo mismo ver este debate desde un modelo liberal a verlo desde la socialdemocracia, por ejemplo, pues los conceptos de libertad y autonomía serán distintos. Asimismo, es fundamental abordar este debate desde una perspectiva feminista, pues lo que está en juego son los derechos de las mujeres.

Una realidad que ha dado pie a este debate es la condición de vulnerabilidad a la que están sujetas las mujeres que ejercen la prostitución. La salud, la pobreza, la criminalización, la falta de seguridad social, las condiciones “para ejercer su trabajo”, son los ejes para quienes defienden la regularización. Es decir, parten de que efectivamente la prostitución es un oficio y como tal, el Estado debe garantizar las condiciones mínimas que lo dignifiquen y, por tanto, garanticen su ejercicio laboral.

Para lxs que están a favor de la regulación de la prostitución la libertad es la palabra clave de todo esto. Apelan a la autonomía de la mujer y a su libertad de decidir, señalando que abolir la prostitución es un acto restrictivo de libertades y una actitud moralista y paternalista del Estado.

Sin embargo, dejan a un lado una realidad que atraviesa a la prostitución: la Trata con fines de explotación sexual. En España, por poner un ejemplo, nueve de cada diez mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de Trata. Son mujeres que no han decidido ejercer libremente la prostitución, que son violentadas y esclavizadas a una vida que no eligieron.

Lxs abolicionistas cuestionan esa pretendida libertad de las mujeres, pues cuando un Estado no garantiza la inclusión de las mujeres al mercado laboral en condiciones de igual salario y oportunidades, pocas opciones puede tener de decidir.

Es una libertad condicionada. Además, introducen un elemento al debate: la cosificación de la mujer. Señalando que resulta inaceptable que el Estado acepte la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Además, mencionan que en el consumo de la prostitución se esconde más un ejercicio de poder que un deseo sexual.

Por otra parte, la regulación –como todo en el sistema capitalista- favorece a los empresarios, pues son ellos quienes reciben la mayor parte de los beneficios económicos, ya que solo se puede ejercer libremente la prostitución en las zonas determinadas para ello. La supuesta garantía de salud que tienen las prostitutas no es más que una seguridad para el cliente, pues a ellas se les somete a rigurosos exámenes que atentan contra su intimidad, las prostitutas en este sistema se convierten en mera mercancía.

En mi opinión, la regulación de la prostitución obedece más a un sistema capitalista y doble moral que a un medio de protección de los derechos de las mujeres. Aguascalientes, como Estado regulador de la prostitución, debería abrir este debate y hacer un examen de conciencia sobre quién realmente se beneficia con la regulación y si hay una efectiva protección de los derechos de las mujeres prostitutas.

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