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Las restricciones a la movilidad internacional a causa de COVID-19 se han convertido en la gran paradoja de la migración.

En vísperas de pronto finalizar el 2021, México presenta desafíos de todo tipo: primeramente está la concurrente pandemia y la incertidumbre futura que ha causado en ámbitos económicos, políticos y sociales; después está la violencia que se ha mantenido persistente a lo largo de todo el país; en tercer, pero no último lugar, está la migración. Este fenómeno social ha adquirido una relevancia notoria en todo lo que ha transcurrido del año, ya que los incidentes que han llegado a ocurrir han tenido por consecuencia heridos, desaparecidos y, lamentablemente, fallecidos. 

¿Cuál ha sido el impacto de estos sucesos en México? 

Giselle Arellano establece, que, dentro del contexto federal, se han experimentado todos los tipos de migración desde la interna, internacional, irregular, regular y laboral. Por ejemplo, diariamente se contempla el movimiento de personas del sector rural a las urbes; se registra también a los aproximadamente 30,000 mexicanos que se trasladan a otro país (como lo es famosamente a Estados Unidos).

México también recibe emigrantes. Hay miles de personas extranjeras que trabajan o estudian en el país. Hay un cálculo donde se vislumbra que, hasta el pasado 2020, existían al menos un millón de estadounidenses viviendo en distintos estados: muchos de ellos de manera irregular. Por otro lado, también existe la transmigración, la cual incluye a extranjeros que cruzan el territorio para llegar a Estados Unidos. Es ya evidente que existe una gran insistencia de tener a las personas en cada frontera, sin dejarlas salir. Sin embargo, la mayoría no busca, ni desea quedarse en México, sino que persiguen seguir su camino al norte americano. 

Otro de los principales conflictos de este fenómeno, trata de la cantidad diaria de extranjeros deportados, aunque no sean residentes originales del país, a la frontera mexicana. El gobierno se ha encontrado hasta cierto punto orillado a recibir miles de centroamericanos y sudamericanos que, en su llegada, solicitaron asilo en Estados Unidos; mas tienen que permanecer en México en espera de una decisión conclusiva, (en la mayoría de los casos es denegada). Bajo este argumento, tengamos en cuenta que, el país mexicano, es el único en el mundo que tiene 50 consulados en Estados Unidos para cumplir estos objetivos. 

 La importancia que tiene el tema en la agenda de la política exterior de México es innegable, así como la manera en que puede llegar a afectar todas las estimaciones socio-políticas que se hacen para el futuro; para Arellano, quien está dentro de la maestría en dirección empresarial- MEDEX por el IPADE Business School,  este fenómeno se debe a dos factores: uno de altura social, casi de costumbres, y otra económica, donde es imposible de ignorar el status quo de México como una clase de olla de presión que, idealmente, ayudará a todas las personas provenientes de las zonas menos optimizadas en Centroamérica. 

Bajo la expectativa general, de que la migración avanzará impasiblemente, como lo ha hecho desde el comienzo de la pandemia; llegamos a la conclusión de los serios retos que surgen con la finalidad de traer soluciones alternativas a este, hasta ahora, imparable fenómeno. El manejo del sistema migratorio e inmigratorio requiere de regularización, cuidado, supervisión e iniciativa. El asesorar o educar correctamente a las personas bajo sus necesidades jurídicas ayudará a concientizarse sobre sus derechos al momento en que cruzan el territorio mexicano.

Giselle Arellano llama la atención a esta situación internacional, no sólo por su obvio impacto social, sino por necesidad; todos deben estar preparados, puesto que la migración, en 2022, será un tema en aumento.

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