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Las herramientas académicas actuales inhiben el aprendizaje

Colaborador: Jesús Vallín 

En estos tiempos donde la información está al alcance de, literalmente en la palma de la mano, ¿nos podemos imaginar la diferencia en la cantidad de información que se puede adquirir y la velocidad para realizarlo entre un retransmisor de contenidos como un maestro actual y un mediador digital?

Después de analizar los preocupantes resultados de México con respecto al mundo en los temas de innovación y competitividad y los últimos recibidos por la OCDE referente a la evaluación del PISA y asimismo después de establecer a la certificación de competencias como una herramienta que puede ayudar significativamente a que los estudiantes puedan convertir la adquisición y creación de conocimiento en mejor calidad de vida personal y comunitaria, es importante analizar con profundidad por qué a pesar de que las competencias son prioridad en la agenda educativa y muchas instituciones educativas asumen que su modelo está basado en competencias, de todas maneras los resultados siguen sin ser alentadores.

Para iniciar este análisis es interesante observar las herramientas académicas que las instituciones educativas ponen a disposición de los alumnos para su proceso de aprendizaje.

Primera herramienta: Retransmisor de contenidos, generalmente denominado maestro o profesor. Es en este concepto donde más se invierte el presupuesto educativo (probablemente más del 85% de los recursos) y en ese sentido es válido cuestionar la pertinencia y eficacia de mantener un complejo sistema de retransmisores de contenidos, a través de las funciones y efectos que desarrollan.

En estos tiempos donde la información está al alcance de un touch, literalmente en la palma de la mano, ¿nos podemos imaginar la diferencia en la cantidad de información que se puede adquirir y la velocidad para realizarlo entre un retransmisor de contenidos como un maestro actual y un mediador digital conectado a Internet?, sin tener un estudio que lo compruebe, por simple sentido común podemos asumir que lo que un maestro puede “enseñar” en una semana, probablemente a un aprendiz normal con características de autogestión le puede llevar quizá una hora, por ejemplo pensemos en el teorema de Pitágoras, recuerden cuando alguien intentó explicárselos cuánto tiempo se le dedicó y ahora traten de aprenderlo ya sea a través de la web, de un libro, de unos apuntes o de preguntarle a un experto y verán la diferencia.

La gran diferencia está en la actitud del aprendiz, es decir, si necesita el conocimiento o simplemente quiere aprender, al mediador se le releva a su debido segundo plano, el problema es que con el retransmisor de contenidos como centro del proceso educativo, el aprendiz es quien toma la segunda prioridad y entonces la decisión de aprender la toma el que “enseña”, sin considerar las condiciones del aprendiz, por ejemplo si tiene voluntad, si tiene necesidad del conocimiento, si es su mejor momento para aprender, si el aprendiz lo puede contextualizar, etc.

Por supuesto no quisiera que se interpretara que propongo que la figura del profesor desaparezca, más bien la propuesta es que tome las funciones adecuadas que un profesor de estos tiempos pudiera ejercer para facilitar el aprendizaje de sus alumnos; es más que probado que retransmitir contenidos es la estrategia menos favorecedora para que el conocimiento se instale en la memoria de largo plazo del estudiante, ya que en ese esquema el profesor es quien toma la decisión, asume la responsabilidad y define los alcances y objetivos del aprendizaje en vez del alumno, por lo que entonces el alumno toma una posición de comodidad, de pasividad y de espera ante el veredicto del maestro ahora en convertido en juez.

Para reconocer con facilidad cuál es el rol de los profesores en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, los invito a que busquen en Internet los videos y estudios que ha efectuado el Dr. Sugata Mitra, quien en este tema ha realizado investigaciones científicas que demuestran sin lugar a dudas los resultados de los aprendices cuando asumen por ellos mismos la responsabilidad y alcance de lo que quieren aprender.

Segunda herramienta: Ambientes de aprendizaje desconectados de la realidad, también comúnmente llamados salones de clase. Desconozco el origen de los salones de clase ni por qué se decidió que en esos lugares se podría encontrar un lugar adecuado para aprender, no se parecen en nada a la vida diaria, los niños no aprenden un idioma en un salón, los niños no aprenden a convivir en un salón cerrado, los deportistas no aprenden su deporte en un salón, los músicos no desarrollan sus talentos en salones parecidos a los de clases, los empresarios no desarrollan sus negocios en salones, en fin prácticamente lo único que se hace en sitios similares a salones de clase son reuniones de trabajo donde normalmente un pequeño grupo de personas se sienta a analizar información que todos proveen y deciden en consecuencia las mejores soluciones normalmente en consenso.

Si nos detenemos a reflexionar con mayor profundidad qué es lo que sucede en los salones de clase, entonces podemos inferir si éste es el mejor lugar para aprender, por ejemplo, empecemos un lunes a las 7:00 AM en cualquier escuela, llegan los alumnos y de pronto se les pone enfrente una persona que habla de cosas que normalmente no tienen integradas en sus estructuras cognitivas, entonces si el de enfrente les habla de la raíz cuadrada, se imaginan ¿cuántas interpretaciones devienen en cada una de las cabezas de los escuchantes?

Como se acaba el espacio, continuaré con más de estos comentarios en la próxima entrega.

 

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