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Las heridas abiertas de la colonización española

El presidente López Obrador hizo público el envío de un par de cartas dirigidas al Papa Francisco y al Rey Felipe VI de España para que se construya un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones durante la denominada “Conquista” española. Asimismo, señaló que el Estado mexicano también pediría disculpas por la represión que, aún después de la Conquista, vivieron los pueblos indígenas. Lo anterior en el marco previo al cumplimiento de los 500 años de la Conquista española y de los 200 años de la Independencia de México.

Coincido con el presidente López en la necesidad de reconstruir un relato en torno a la colonización –un concepto más adecuado para describir los hechos históricos-, es innegable que la llegada de los españoles a México estuvo llena de agravios, violaciones a sus derechos, esclavitud, adoctrinamiento y exterminio. Nada de lo que dice López Obrador, como hechos históricos, puede refutarse.

Sin embargo, creo que las cartas enviadas por López Obrador son un desacierto, no porque carezcan de sentido o de toda razón de fondo, sino porque carecen de legitimidad. Considero que la primera acción que debería hacer el Estado mexicano es, como señaló en sus intenciones, pedir disculpas por el mestizaje etnocida, la exclusión, la marginación y las opresiones estructurales a los que han estado sometidos los pueblos indígenas. Asimismo, establecer una agenda con políticas públicas que les garanticen su verdadera autonomía, libertad y supervivencia en condiciones de desarrollo.

El discurso de López Obrador parte desde un Estado que constantemente viola los derechos humanos de sus pueblos indígenas; que ha construido en el imaginario colectivo del mexicano al indígena como el otro, el pobre y el ignorante; un Estado que, a manos de López, pretende continuar con proyectos que atentan su supervivencia y en los cuales estos pueblos no son tomados en cuenta. En este sentido, ese discurso no solo carece de legitimidad sino que resulta hipócrita e incluso, me atrevo a decir, que se apropia de la voz e historia de los propios pueblos indígenas.

López Obrador tampoco fue oportuno en comprender el momento político que vive España, uno en el que la ultra derecha se ha fortalecido a través del discurso de un nacionalismo rancio y xenofóbico. De esta forma, la solicitud del presidente de México, lejos de abrir la necesaria reflexión y debate entorno a la reconstrucción de la narrativa histórica, fortalece el discurso conservador de la España imperialista y todopoderosa.

Una vez más, el gobierno de López Obrador se sitúa en los simbolismos que, aunque necesarios e importantes, si no van acompañados de acciones políticas que transformen las realidades y la vida de las personas se convierten en mera narrativa.

En el marco de los 200 años de la Independencia de México y de los 500 años de la Conquista española resulta urgente reconstruir la historia de la colonización en los libros de texto de las escuelas mexicanas; reconstruir el tejido social y las heridas abiertas que existen entre estos dos mundos que es México: el indígena y el colonial; y sobre todo, eliminar toda opresión estructural que margine y condene a la otredad a las personas indígenas, porque tenemos una enorme deuda histórica con nuestros propios pueblos. Después de esto, y solo después, podemos crear un discurso transnacional.

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