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Las empresas que sobreviven tienen estos tres requisitos

Por Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO SELF México

Las dificultades vienen, en parte, para hacernos cambiar. Las formas de vida tradicionales –al ser sacudidas– tienden a buscar una nueva ruta para seguir progresando. Esta pandemia es un claro ejemplo de las estrategias empresariales evolutivas que están apremiando sus fuerzas para transformar debilidades en fortalezas.

Ya sea de forma gradual o por una total reorientación de actividades, las unidades de negocio y los líderes que las encabezan han estado reinventándose a marchas forzadas. La amenaza de una recesión económica o el paro continuado de actividades laborales a causa de la contingencia sanitaria que no concluye del todo, son incentivos que esconden fuertes dosis de innovación, redescubrimiento y metamorfosis.

Lo peor sería distraernos con su rostro menos amable, así que lo ideal es pensar positivamente (que no ingenuamente) y aprovechar las disposiciones espontáneas como oportunidades para salir del pensamiento laboralista habitual y darle la bienvenida a las perspectivas de emprendimiento, reorganización transversal y adquisición de nuevas competencias para planificar nuevas rutas de desarrollo.

Tres requisitos de las empresas que sobreviven

Ahora bien, todo cambio es intencional (hay que proponérselo, digamos, en términos de avance), y jamás es resultado de la generación espontánea. Ser deliberados para que los cambios que buscamos sean efectivos y tangibles (insisto, no accidentales), es una virtud que nos mantiene en la lucha.

Estos tres aspectos que hemos redactado reflejan virtudes muy tangibles en las empresas de vanguardia que siempre están abundando en la mejor manera de profundizar en su futuro. Este cambiante ritmo de la vida laboral en el mundo que está sepultando a diversas firmas exige no sólo que nos resignemos a las circunstancias sino, por lo visto, que modifiquemos sustancialmente las bases de nuestra cultura organizacional, y con ello muchas de las doctrinas que habían sostenido hasta esta década nuestra idea de “empresa”. Lee con atención y juzga si las aptitudes institucionales de tu compañía reflejan alguno de estos requisitos:

  1. Adaptabilidad: Es una mezcla de varios factores: liderazgo, resiliencia organizacional, flexibilidad y expectativa por el mañana. Quienes innovan siempre anhelan, incluso provocan, que las cosas cambien. Ello nos desafía a ajustarnos a nuevas temporadas, apropiarnos de nuevas herramientas de crecimiento y sobre todo usar las incomodidades transitorias para crear nuevos escenarios de mejora que nos prometen mayores beneficios. Durante muchos años la adaptabilidad se ha considerado la principal base de crecimiento y puede ser explicada en términos de pertinencia o reacondicionamiento a escenarios no probados hasta ahora.
  2. Disrupción: Son los insatisfechos con el status quo los que cambian el mundo. El pensamiento disruptivo a veces se confunde con la indisciplina o la anarquía. Nada más alejado de la realidad. La disrupción no es caos sin sentido, sino búsqueda de alternativas, nuevas soluciones no lineales a problemas multicausales. La disrupción conmueve, disloca o distorsiona lo que viene haciéndose de una forma tradicional para buscar su renovación no su aniquilación. Es imprescindible que en una empresa haya perfiles de este tipo encargados de proponer variaciones a procesos productivos, sugerir cambios y diseñar modificaciones que van a alterar un procedimiento para reorganizarlo de mejor manera. Con el pensamiento disruptivo viene el sentido de oportunidad y claro, esa parte que a muchos asusta, la polémica extravagancia que nos invita a abrazar la imposibilidad.
  3. Funcionalidad: Es un término fragoso y muy atractivo. Nunca se ha referido a la noción de “perfección” o “infalibilidad”, sino de hacer las cosas prácticas, eficaces, útiles, congruentes, provechosas y capaces de operarse o evaluarse para lograr un resultado contundente. Lo que más llama la atención de este término es la convocatoria que nos lanza para desprendernos de procesos engorrosos, tediosos o innecesarios que pueden estar interrumpiendo un proceso creativo o la ejecución de una tarea. La funcionalidad apunta al desempeño máximo y a veces tiende a desprenderse de las formas elegantes o los métodos que buscan el control. Muchos empresarios formados en escuelas administrativas que buscan el orden por el orden mismo se resisten a incluirla, pero una vez que descubren su valor difícilmente la abandonan. Burke decía que la funcionalidad responde a los intereses vitales y deja en segundo plano la esteticidad.

Aplica y ajusta lo que te sirve

De los tres requisitos mencionados profundiza y comprométete con el que más beneficios puede traer en estos momentos a tu negocio. Piensa la adaptabilidad como incursión a nuevos mercados, la disrupción en términos de salir del cuadro o mejorar tu perspectiva de acción y usa la funcionalidad para recortar distancias entre puestos, cargos o modelos burocratizantes que retrasan tu productividad.

El más fatídico de los escenarios dice que nos acercamos a una temporada de crisis. Directivos, empresarios, hombres y mujeres visionarios de otras épocas que lideraron países, empresas y franquicias internacionales opinan que sus corporaciones se convirtieron en ejemplo de cambio justamente gracias a esos momentos caóticos como los que hoy nos toca vivir.

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