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Las dos caras de los indicadores de recaudación

De acuerdo con el Informe Trimestral sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública de junio de 2015, publicado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), los ingresos del sector público ascendieron a 2.048 billones de pesos, 4.30 por ciento más de lo presupuestado, es decir, 84 498 millones de pesos más. Del total de los ingresos obtenidos de enero a junio de 2015, 60 por ciento correspondió a los ingresos tributarios, 17.26 por ciento a los no tributarios y 22.74 por ciento a los de organismos y empresas como Pemex, CFE, IMSS e ISSSTE.

Total de ingresos tributarios recaudados

• Impuesto Sobre la Renta (ISR): 670 528.1 millones
• Impuesto al Valor Agregado (IVA): 346 511 millones
• Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS): 180 528.7 millones
• Impuesto General a la Importación (IGI): 19 665.5 millones
• Otros: 11 911.8 millones

Es importante comentar que el ISR recaudó 21.9 por ciento más de lo esperado. Lo mismo sucedió con el IEPS y el IGI, con 656 por ciento y 48.9 por ciento más, respectivamente.

En el caso del ISR, según Rodrigo Barros Reyes, titular de la Unidad de Política de Ingresos de la SHCP, dicho aumento se debió a la eliminación y salida del régimen de consolidación fiscal de ciertas empresas y a las mejoras administrativas del proceso de retención y pago a los empleados públicos.

Por su parte, el incremento del IEPS ocurrió, básicamente, por el impuesto a las gasolinas. Se esperaba recaudar 15 138.1 millones de pesos y se obtuvieron 114 449 millones, es decir, casi 100 000 millones de pesos más. ¿Por qué? Porque el gobierno está comprando gasolina barata en el exterior para venderla cara en el país (13.57 pesos por litro de magna y 14.38 pesos por litro de Premium). También repercutió la desaparición de los subsidios a este combustible.

Lamentablemente, el aumento de los ingresos tributarios no es tan bueno como parece, ya que una mayor recaudación no significa mayor desarrollo para una nación.

Lo lógico sería que si la economía mexicana crece, se recaude más; sin embargo, esto en realidad no pasa. Esta situación confirma que las reformas fiscales solo tienen fines recaudatorios, pues no han provocado la generación de un mejor ambiente económico; de hecho, el Banco de México ha recortado por cuarta vez en el año su pronóstico de crecimiento, ahora lo estima en un rango de 1.7 a 2.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo del 3.9 por ciento que en un inicio estipuló.

En 2011 y 2012, últimos años del gobierno de Felipe Calderón, la economía mexicana creció 3.9 por ciento en cada uno, sin reformas fiscal, financiera, laboral y energética. Actualmente, con todas las reformas estructurales, el país no crece; pero el gobierno federal percibe más impuestos, lo cual debe cambiarse lo más pronto posible si no se quiere hundir el barco en perjuicio del pueblo mexicano.

México requiere realizar modificaciones en su política fiscal y económica. Necesita hacer crecer su PIB para obtener mayores recursos para infraestructura, programas sociales y educación; no puede continuar golpeando a los mismos contribuyentes cautivos: debe ampliar su base de contribuyentes, poner reglas claras y eficientes para facilitar el pago de impuestos y evitar establecer mayores cargas administrativas.

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