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Las dos caras de la criptomoneda

El desarrollo de plataformas digitales para las transacciones diarias es cada vez más frecuente. En este aspecto, uno de los temas que ha ganado notoriedad es el relacionado con los activos que han emergido en la red y que han causado gran furor entre los economistas tradicionales. 

El bitcoin fue la primera criptomoneda que salió a la luz. Es un medio de intercambio virtual descentralizado (no depende de ningún gobierno, banco, institución financiera, etcétera) y no cuenta con un respaldo financiero físico. Esta moneda virtual se introdujo en el año 2009, con el fin de hacer transacciones internacionales más rápidas y sin intermediarios. Satoshi Nakamoto es el seudónimo de quien la ideó (aún no se tiene certeza de la identidad del creador o creadores). 

Las opiniones con respecto a estos activos digitales son debatidas. Por una parte, están los entusiastas que ven en un futuro no muy lejano cómo estas monedas sustituirán a los medios tradicionales de intercambio. Incluso se tiene la idea de que al no contar con una institución central que las controle y al dosificar el número de sus circulantes, podrían ser una opción menos manipulable. Por otra parte, están aquellos que consideran a la criptomoneda un fraude, como es el caso del CEO de JPMorgan Chase & Co. 

A pesar de esta división, los medios de intercambio comunes van perdiendo fuerza. En Suecia y Japón, el uso de efectivo se ve disminuido y los métodos digitales son cada vez más plausibles, incluso se menciona que sus bancos centrales emitirán su propia moneda digital. La prestigiosa banca de inversión, Goldman Sachs, ya analiza la posibilidad de comenzar a operar con bitcoin y otros activos de este tipo, lo cual podría cambiar la forma en la cual vemos las finanzas. 

En el caso de México, una de las cuestiones que destaca es la poca educación financiera del mercado, situación que limita la posibilidad de invertir en instrumentos más volátiles, complejos o nuevos. 

Alejandro Martínez, analista financiero de Grupo MONEX, explica que el tema de bitcoin se vincula con una ambivalencia en las perspectivas. Menciona que este activo rompió un paradigma muy importante, debido a que no existe un gobierno que lo respalde. Esto lo libera de devaluaciones e hiperinflaciones, lo cual podría considerarse como una de sus fortalezas. 

Otras opiniones señalan que el carecer de un banco central posiciona al bitcoin como un elemento incómodo para los más conservadores. También se le señala como un activo peligroso que podría propiciar el blanqueo de capitales y el financiamiento de grupos delictivos.

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