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¿Está preparado México para dar educación a los ‘dreamers’ deportados?

Con las últimas medidas del presidente Donald Trump por organizar redadas para deportar a los latinos que trabajan en los Estados Unidos, sean o no delincuentes, hay un segmento que está en peores dificultades y son los dreamers: jóvenes que llegaron muy pequeños a ese país y ahí han estudiado y trabajado bajo la orden ejecutiva que el expresidente Barack Obama ordenó para protegerlos. Actualmente, ya hay un primer ciudadano ha sido detenido en Seattle y se ignora cuál será su destino.

El problema es que estos estudiantes y trabajadores, al ser deportados y llegar a México, se encuentran con una burocracia que hace imposible que revaliden sus estudios, o bien, que continúen con los mismos. Ya se han ordenado medidas desde la Secretaría de Educación Pública para facilitar este tipo de trámites de los deportados pero, a la fecha, algunos que han regresado con sus familias manifiestan grandes dificultades para integrarse a nuestro sistema educativo y poder seguir adelante con su preparación.

Un problema, por ejemplo, es que al llegar a México se encuentran con que, en las escuelas del país, no hay maestros que hablen inglés (muchos de estos dreamers no hablan español o lo hacen de manera muy deficiente y apenas se pueden comunicar), por lo que se ha hablado de que se buscará cómo integrarlos y cómo formarlos en nuestro sistema para que tengan oportunidades de trabajo.

Hoy en el mundo, la fuerza laboral de las naciones, frente a las economías más desarrolladas, es aquella que tiene la facilidad de estudiar en niveles profesionales y, al mismo tiempo, tiene acceso a la tecnología, ya que el contexto del tránsito de la revolución industrial a la del conocimiento y, a su vez, a la de desarrollo tecnológico, exige competitividad y actualización constante más allá del estudio de una carrera de forma tradicional.

Es un error creer que los mexicanos en los Estados Unidos solo trabajan en el campo, en el sector de los alimentos o servicios, hay miles de ellos en las empresas de tecnología de punta e incluso está el caso de un astronauta de origen mexicano: José Hernández.

La condición de quienes han sido deportados es, actualmente la de la incertidumbre y el deseo de poder regresar a ese país: donde han hecho su vida, donde está su familia y donde pueden desarrollar sus capacidades. Un problema que apenas comienza a vislumbrarse y cuyo impacto tanto en el desarrollo de nuestros connacionales como en las relaciones entre los dos países aún son imprevisibles.

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