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Lanfranco Marcelleti: La música como un motor

“Su dirección es un avión”, decía la mamá de Lanfranco cuando era pequeño, pues el originario de la ciudad de Recife, en Brasil, siempre ha sido un amante de explorar el mundo, de ahí que haya vivido en Italia, Austria, España, Suiza, Estados Unidos y actualmente en México.

Tras concluir los dos periodos máximos de trabajo (cada uno de cuatro años) como director de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, Marcelleti se integró el pasado mes de septiembre a la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes (OSA). Ciudadano del mundo, amante de los perros y ciclista urbano son tan sólo algunos de los adjetivos con los que se define, además de ser un amante de la buena gastronomía: “si no fuera músico, sería cocinero”, afirma con una sonrisa el nuevo director de la OSA.

Y es que como dice una canción de Jorge Drexler, “estamos vivos porque estamos en movimiento”, por lo que justamente Lanfranco, de naturaleza inquieta, curiosa y apacible, ha iniciado una nueva etapa de su vida a los 56 años en una ciudad que quizá hace algunos años parecía lejana y hoy es su hogar: Aguascalientes…

Líder Empresarial (LE): ¿En qué momento de tu vida la música te habló por primera vez? ¿Cuando todo hizo click?

Lanfranco Marcelleti (LM): Mi familia no tenía ninguna relación con la música clásica, mi mamá escuchaba mucho a Roberto Carlos en Brasil, pero todo comenzó cuando tenía como 7 años, vivíamos en una casa que tenía detrás una escuela de música donde practicaban violín, guitarra, piano, yo comencé a escuchar esto y me encantó. Tiempo después encontré unos discos que le regalaron a mi papá y que él no escuchaba, eran de música clásica de orquesta, fue ahí el click.

LE: Siendo originario de Brasil, pero tras vivir tantos años en Veracruz, Nueva York y otras partes del mundo, ¿qué significa “casa” para ti?, ¿la música es un refugio?

LM: Después de vivir un tiempo en Italia, cuando vuelvo y salgo de nuevo de Brasil, no tengo raíces en ningún sitio como casa, pero también soy una persona que descubrí con los años que no necesito eso, desde que era muy chico siempre tuve esta tendencia, mi casa es donde estoy en ese momento y la música siempre fue la verdadera razón por la cual yo me movía, es la naturaleza de la profesión, te obliga a ser un poco gitano.

LE: Es la naturaleza de las personas curiosas…

LM: La curiosidad te da razón para querer aprender más, saber, conocer y no estar tan arraigado con muchas cosas, de ahí nace esta cuestión.

LE: Como artista, ¿compartir la música con otros cobra otro significado?,¿cuál es la importancia de esta intimidad colectiva que se crea, especialmente en estos tiempos adversos?

LM: Como músico, antes de todo, no ver al público es como si nos cortaran un poco las piernas… esa energía da el público. Hoy en día las personas no necesitan venir a una sala de concierto, sin embargo, es el hecho de encontrarte con algo subjetivo, el sonido puede causar efectos muy impredecibles. De una cierta manera te llena y el estar juntos es una aventura que dura poco tiempo pero puede llevarte a algún sitio que va más allá del día a día. Yo pienso que esa es una cosa que no se va a perder nunca, al contrario, vamos a descubrir aún más su importancia. Somos seres de rituales y los conciertos en cierta forma también son un ritual…

LE: Durante este tiempo de pandemia, llamaron a este ciclo de conciertos “Música para la resiliencia” ¿Para ti cuál es el poder de la música o las artes para unir o dar esperanza? 

LM: No sé si sea para unir, sino llenar espacios, el arte en general puede tener un efecto muy fuerte en llenarte de algo, no que necesariamente te falta, pero algo que te hace bien de diferentes maneras. En este momento de resiliencia, la música y el arte en general puede tener esa función, es una manera de poder conectar como seres humanos, llevarte a otro sitio, ese es el poder del arte. 

LE: ¿Cuál es el criterio crucial para que un director que comienza a trabajar con una nueva orquesta cobre credibilidad? 

LM: Lo que crea credibilidad es el tiempo, hoy tengo más credibilidad como director porque ya tengo más de treinta años haciendo esto.

Ser director es una responsabilidad, no un poder y sólo aprendes esto con el tiempo, ponerte delante de la situación como un aprendiz, con humildad, que no significa hacerse vulnerable, sino enfrentarla con apertura, siento que cuando te pones así, de una manera u otra creas credibilidad porque te estás poniendo de la manera más auténtica o abierta que puedes hacerlo. Y esto no significa ser débil, para ser aprendiz se necesita mucha fuerza.

Es pensar en tu función en el proceso, ¿para qué puedes ser útil? Cuando es mucho sobre ti, cuesta mucho crear una credibilidad. 

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