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Ladrilleras, el extraño cáncer sin resolver

Las ladrilleras representan una “industria artesanal” que cuenta con una presencia relevante en todo el país. Se estima que existen alrededor de 17,000 ladrilleras a nivel nacional, las cuales son prácticamente la tercera parte del total que hay en América Latina.

Pese a que estas rústicas productoras de ladrillos son importantes para la fabricación de un material utilizado en los hogares mexicanos, también se distinguen por generar contaminantes que afectan la calidad del aire.

En gran parte, esto se da a causa de la falta de apego a la normatividad bajo la cual operan en México, lo que provoca una afectación medioambiental más grande de lo que podría ser normalmente.

De acuerdo con un estudio del Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (CIATEC), algunas de las problemáticas más frecuentes que presentan los productores de ladrillos es el uso masivo de biomasa, la falta de permisos y la quema con combustibles indebidos que generan altas emisiones de carbono negro.

En Aguascalientes, esto no ha sido una excepción. La Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proespa) reportó que, durante el año anterior, siete ladrilleras fueron clausuradas en la entidad, y en lo que va del 2018, ya suman más de doce.

¿Cómo operan?

Mientras la mayoría de los aguascalentenses duermen, el trabajo de las ladrilleras apenas comienza. Ofelia Patricia Castillo Díaz, delegada de la Proespa, explica que estas unidades operan por la noche con el objetivo de optimizar la cocción del ladrillo y con la intención de que la quema sea mucho menos visible:

“El proceso para elaborar ladrillo empieza con el trabajo en crudo con tierra vegetal, abono y mezclas de arcillas. Este producto se forma en hileras hasta que se seca. Después, se construye un horno con el material, el cual es quemado a una alta temperatura. Una vez que se enfría el horno, ya pueden empezar a trabajar en sacar todo el material”, expone la especialista.

Para ejecutar este proceso, es necesario que los ladrilleros cumplan con varias normativas, las cuales no siempre son atendidas. Primeramente, deben apegarse a una norma que establece el combustible que se usa en la cocción. Los principales residuos empleados son: madera, aserrín, tablones, papel, cartón, tela sin derivados de petróleo, entre otros; sin embargo, muchas veces se utiliza basura para acelerar la quema, lo cual afecta fuertemente la calidad del aire:

“Quemar con basura genera humo negro que contamina más. Hemos tenido que acudir a los servicios de Protección Civil para tratar de controlar la combustión con basura, que muchas veces se sale del control de los productores de ladrillo. Es muy distinto a realizar la combustión con los materiales permitidos, los cuales generan humo blanco con un impacto mucho menor”, menciona Castillo Díaz.

Aunado a esto, comenta que las ladrilleras necesitan un permiso de quema para poder operar, así como uno de uso de suelo y uno de impacto ambiental. Organismos como el Gobierno municipal y la Secretaría de Medio Ambiente son los que regulan estas actividades, concediendo permisos para operar en determinados días y en horarios específicos.

Fuente de empleo “inestable”, pero con oportunidades

Aguascalientes cuenta con más de 230 ladrilleras. Cada una de ellas brinda empleo a familias enteras; de acuerdo a un estimado de Proespa, un total de mil personas consigue ingresos gracias a esta fuente de trabajo.

Pero el estilo de vida que proporcionan no es nada favorable. La delegada menciona que la mayoría de las ladrilleras suelen ser “itinerantes” (constantemente se mueven de un lugar a otro), lo cual puede representar un trabajo poco estable para quienes dependen de ellas.

Algunas de las estrategias que se trabajan en Aguascalientes para solventar este problema es la creación de “parques ladrilleros”. A través de este mecanismo, se podría conceder una mayor seguridad, organización y regulación para estas unidades económicas, de modo que las familias que viven de ellas puedan seguir operando sin generar ningún impacto negativo al medio ambiente:

“Propiciamos que existan parques ladrilleros. Con esto, se conjuntaría a las organizaciones de ladrilleros para obtener un uso de suelo especial que les brinde mayores facilidades. Nos hemos acercado al municipio de Jesús María, donde tienen una asociación de ladrilleros. Entre mejor visión tengan sobre cuál es la mejor forma de operar, menos problemas van a existir. A final de cuentas, a todos nos gustan las casas de ladrillo. Hay que buscar opciones para favorecer a todas las partes”, argumenta la especialista de Proespa.

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