Por Marisa García
El crecimiento del consumo y producción de vino de los últimos años en nuestro país nos permite acercarnos cada vez más a un horizonte que se vislumbra grande en un futuro cercano.
Anteriormente, analizar la industria vitivinícola desde el punto de vista financiero era muy complejo, pues la información era escasa y no estaba actualizada. Hoy, podemos decir que la investigación e interpretación de las métricas de crecimiento y los resultados financieros no sólo son más claras, sino también que interesan más a capitales extranjeros, los cuales ven a México con grandes oportunidades.
Según Daniel Milmo Brittingham, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola, el consumo de vino anual per cápita en el país ha pasado de 750 a 960 mililitros de 2014 a la actualidad, lo que representa una oportunidad para el desarrollo y expansión del sector vitivinícola.
Una industria que crece entre 8 y 10 por ciento al año en promedio, con un valor de producción y comercialización de 4,650 millones de pesos, no es algo que deje indiferente a los productores mexicanos ya existentes y a los nuevos que se han ido sumando de modo acelerado.
Otro dato importante es el consumo de vino nacional. Los vinos mexicanos cubren casi el 30 por ciento del mercado en México frente al 70 por ciento que se adjudican los vinos importados con cerca de 5,159,550 cajas vendidas al año, que proceden principalmente de Chile, Argentina, España, Francia, Italia y Estados Unidos. Los productores mexicanos confían, basándose en el incremento del consumo per cápita, que su participación en el mercado nacional aumente al crecer la producción de vino, pues ahora es insuficiente para satisfacer la demanda actual.
Gracias a este panorama, el pasado mes de mayo, el Congreso de la Unión aprobó la iniciativa de Ley de Fomento a la Industria Vitivinícola Nacional, la cual tiene por objeto impulsar, fomentar, promover y difundir las actividades relacionadas con este sector.
El Consejo Mexicano Vitivinícola estima que con la aplicación de incentivos y apoyos, en un lapso de 10 a 15 años, habrá posibilidades de duplicar el número de hectáreas cultivadas de vid, con expectativas de poder incrementar, aproximadamente, 433 hectáreas de viñedos.
Este panorama nos ofrece un horizonte en exponencial crecimiento. No nos resta más que esperar pacientemente que el sector se desarrolle de modo natural, que tenga un crecimiento gradual como lo hemos visto en varios países emergentes. Lo que sí debemos continuar haciendo es apoyar al vino mexicano, para que tarde o temprano su industria sea sólida y tenga una identidad propia.