Icono del sitio Líder Empresarial

La tradición familiar que se atreve a encarar al gigante asiático

Los hermanos Miguel Ángel, Alejandro y Rafael Medina de Lara crecieron entre las paredes del negocio familiar. Allí pasaban las tardes después de la escuela, los fines de semana y las vacaciones; también aprovechaban para arreglar sus bicicletas, hacer experimentos o ayudaban en el trabajo para ganarse unos pesos. Quizá por eso, ninguno de los tres se planteó jamás un futuro lejos de la fábrica de herrajes que la familia puso en pie: “Aquí hemos crecido y aquí seguimos”.

Sus padres, Rafael Medina y Alicia de Lara, oriundos de Aguascalientes, echaron a andar la Fundición Inyectada del Centro SA de CV (Fincsa) con mucho esfuerzo y tesón. “Ambos fueron emprendedores”, cuenta uno de los hermanos evocando la historia de la compañía: “aquí había una empresa del vestido muy pujante. Mi mamá hacía bordados y con eso, se sustentó la experimentación de este negocio”, relata. De eso, van a hacer ya 50 años.

“Somos una de las fábricas de integración 100 por ciento nacional que quedan de nuestro segmento. De hecho, somos la única de México”.

Su padre lo vio claro. Levantó su fábrica en un tiempo “en que únicamente había productos de fundición en tierra o de importación de otros países, los cuales eran muy caros. Nada más había piezas muy malas –de mala calidad y diseño– o muy caras”, señalan.

Ahora, Fincsa es una empresa familiar con la segunda generación al mando. “Todo lo empezó nuestro padre en 1967, por lo que el año que entra vamos a cumplir 50 años”, añade Miguel Ángel, que define la actividad de la compañía en pocas palabras: “Fabricamos herrajes para muebles. Atendemos a la industria mueblera; tenemos mercado nacional y algo de exportación”.

Secretos para mantener unida a la familia

Miguel Ángel es el director general; Rafael, el director financiero y Alejandro, el director de producción de sistemas. Los tres conforman un engranaje perfecto en el que cada pieza es fundamental. Saben que las empresas familiares pueden ser complicadas, pero ellos aseguran que el secreto es “el respeto y la aportación de cada uno de los socios”.

“Mi papá nos enseñó a ser de otra manera; a ser respetuosos y a estar juntos”, señala Alejandro, quien resalta la importancia de ver cómo pueden ayudarse entre ellos “porque todos aportamos en diferentes partes de la compañía”.

Otro de los grandes valores que su padre les transmitió fue su apuesta por la riqueza mexicana. Este puede ser uno de los motivos por los cuales Fincsa ha logrado sobrevivir en un mercado feroz. “Somos una de las fábricas de integración 100 por ciento nacional que quedan de nuestro segmento. De hecho, somos la única de México”, asegura Rafael. Según él, hay 1,200 plantas en el globo, de las cuales 1,150 se encuentran en China. “Somos una de las pocas que todavía están esparcidas por el mundo”, comenta orgulloso.

Los hermanos Medina saben lo complicado que es luchar contra la competencia china. Muchos se han quedado en el intento; sin embargo, ellos han puesto toda la carne en el asador para proteger su modelo de negocio. Por eso, hace unos años presentaron un antidumping contra el país asiático. “Fue un paso estratégico, pero trabajamos para adecuar nuestra producción e implementar tecnología de punta”, aclaran.

Hacia horizontes mucho más brillantes

En este camino, se toparon con Endeavor. Su alianza estratégica fue un tema generacional. La hija de Rafael conocía a uno de los participantes de la aceleradora de negocios “y ahí se hizo el link”, cuenta. Para él, “todo llega en su momento” y es ahora cuando ven la necesidad de adaptarse. “Para cumplir otros 50, nos tenemos que adecuar a los nuevos tiempos.

A la familia Medina el futuro le pinta “un universo de oportunidades”. Por eso, para ellos es el momento ideal para reforzar –bajo la batuta mentora de Endeavor– todas las áreas de Fincsa que faltan por desarrollar. “Se vislumbra un horizonte muy brillante dadas las condiciones del mercado y la infraestructura con la cual contamos”.

Aunque no tienen intención de retirarse todavía, ya están pensando en el relevo generacional. “Vamos por una tercera generación del negocio. Queremos apretar los tornillos flojos y seguir otros 50 años más. ¿Cómo? Como marca el mercado”, sentencian.

“Se vislumbra un horizonte muy brillante dadas las condiciones del mercado y la infraestructura con la cual contamos”.

De momento, ya tienen conquistado el mercado mexicano y aspiran a expandirse, tanto dentro de las fronteras de la nación como en Centroamérica y Estados Unidos, donde ya se han presentado oportunidades muy interesantes.

“El mercado nos irá diciendo a donde tenemos que seguir, pero como parte de los objetivos que tuvo nuestro padre, entre los cuales está crear riqueza nacional. Esa es una de las cuestiones que nos inculcó mucho: ser una empresa socialmente responsable, seguir dando trabajo y generando valor agregado en México”, defienden ante la posibilidad de fabricar fuera de la república mexicana.

¿Cómo se ven en unos años? “A lo mejor le vendemos nosotros a China”, comentan en broma, pero con un inconfundible poso de convencimiento.

Salir de la versión móvil