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La reunión de Clinton y Zedillo o cómo se fraguó el rescate financiero a México según el expresidente de EE.UU.

Con poco tiempo en el poder, el presidente de México visita la Casa Blanca para sostener un encuentro con el presidente de los Estados Unidos. Los países acaban de ratificar un tratado junto a Canadá que promete potenciar las economías de las tres naciones, un acuerdo comercial que servirá para que México agarre oxígeno mientras atraviesa una de las crisis económicas más profundas de su historia. 

Si bien pudiera ser una parte del prolegómeno de la primera visita de Andrés Manuel López Obrador a su homólogo, el republicano Donald Trump, por las similitudes y paralelismos del encuentro, no lo es. 

El primer párrafo hace referencia al encuentro desarrollado entre el recién electo presidente de México en 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León, con su par de los Estados Unidos, el demócrata Bill Clinton.

Antes de ser investido como presidente, el priísta visitó la Casa Blanca el 23 de noviembre para entrevistarse con el mandatario norteamericano con la finalidad de «explorar nuevas áreas de entendimiento e intercambio en las relaciones de México con Estados Unidos», resumió su oficina de prensa. Casi veintiséis años después, López Obrador viaja a Washington para «reafirmar el compromiso de su gobierno por mantener una relación con Estados Unidos de estrecha colaboración y mutuo respeto ante los desafíos comunes»

No obstante, semanas después del primer encuentro entre Zedillo y Clinton, explotó la bomba de relojería que situó a México en uno de los aprietos económicos más profundos de su historia reciente con la crisis de diciembre de 1994.  La estrepitosa devaluación de la moneda mexicana derivado de la falta de reservas internacionales situó al país en el abismo. 

“El contexto de hace 24 años [25 ya] es muy diferente al actual, Zedillo recibió un país en quiebra, con cero reservas monetarias, con crecimiento negativo, desempleo y una enorme deuda, e incluso se estuvo a punto de declarar la moratoria, con una devaluación sin precedentes, de un nivel similar a las que dejaron Luis Echeverría y López Portillo”, escribió el empresario y columnista Manuel Díaz en el portal SDP. 

Ante una crisis de tal magnitud, los Estados Unidos decidieron salir al paso para “echar una mano” al gobierno mexicano. Bill Clinton urgió a su equipo a idear un mecanismo de rescate financiero para su país vecino. En su libro autobiográfico, el demócrata refiere que  el desplome de México tendría graves consecuencias para su país: entre ellas, el incremento de 30 por ciento en la entrada de inmigrantes indocumentados; la delincuencia organizada sacaría provecho de un país sumamente empobrecido; además de la resonancia en el mundo de la crisis. 

Sin embargo, la iniciativa del presidente de los Estados Unidos no gozaba de un mínimo respaldo: el Congreso se oponía radicalmente a la idea de financiar la deuda de México, argumentando que sería dinero despilfarrado. La sugerencia de otorgar una línea de crédito de 25 mil millones de dólares fue desoída. 

El mismo Clinton recuerda que en las últimas semanas de enero, y con el tiempo encima ante la inminente moratoria de México, su equipo de Tesorería urdió el plan: otorgarle a México una línea crediticia del Fondo de Estabilización Cambiaria, creado en 1934, el cual no requería la aprobación de Congreso norteamericano más que la del presidente de los Estados Unidos. 

De esta manera, el 31 de enero de 1995, Bill Clinton anunció el otorgamiento de una línea de crédito a México por 20 mil millones de dólares, pese al rechazo de la población estadounidense (alrededor del 80% se mostraba reticente a apoyar a su país vecino). Incluso, le advirtieron al presidente norteamericano que tal decisión podría costarle su reelección en los próximos comicios.

“Me dije: dentro de un año cuando tengamos a otro millón de inmigrantes indocumentados y estemos inundados de drogas procedentes de México, y que mucha gente de ambos lados del rió Grande haya perdido su trabajo, ¿qué me van a decir? ¿Por qué no hice nada? ¿Qué les voy a decir? Que había una encuesta que decía que el 80 por ciento de los estadounidenses se oponían, esto es algo que tenemos que hacer”, escribe Clinton en sus memorias. En un pasaje, se refiere a la confianza que tenía en el mandatario priísta, al aseverar que si había alguien capaz de restaurar a México, ese era Zedillo.

No pasaron más de dos años y México saldó su deuda con Estados Unidos. al abonar un último pago de 3.500 millones de dólares al crédito de emergencia. Clinton no desaprovechó la oportunidad en aquel momento para recordar que su decisión de rescatar a su vecino del sur había causado bastante controversia y generado un sentimiento egoísta en el pueblo norteamericano al defender que “México debía salir del agujero por sí mismo”. 

“Se equivocaron: hoy, el pueblo estadounidense puede estar orgulloso de haber hecho por México lo necesario y lo necesario por EE.U..”. 

Clinton recuerda su movimiento como no solamente como una buena política, sino también como «una buena inversión», pues México pagó un total de 1.400 millones de dólares en intereses. 

Veintiséis años después, el presidente de México vuelve a visitar Estados Unidos, aunque si bien el escenario tiene paralelismos interesantes, es difícil extraer conclusiones de lo que devendrá del encuentro con Trump. 

Raúl Rodríguez Cortes, colaborador de El Universal, señala en su columna: «La próxima visita de AMLO a Estados Unidos es riesgosa y tendrá costos. Pero los riesgos hay que correrlos y los costos hay que pagarlos. Ojalá sea para bien». 

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