Corría la segunda mitad del siglo XX. La Plaza de Toros San Marcos registraba aforo total; no había cupo para ni un alma más. Figuras como Rafael “El Volcán de Aguascalientes” Rodríguez, Alfonso Ramírez “El Calesero” y Efrén Adame “El Cordomex” tenían embelesados a los más de dos mil asistentes que se daban cita fielmente en el histórico coso ubicado en el centro de la ciudad para disfrutar de las verbenas abrileñas.
Adrián Sánchez, historiador y cronista taurino, relata aquellos tiempos: “La plaza registraba llenos impresionantes gracias a la buena administración de gente como Guillermo ‘El Cabezón’ González, y las buenas participaciones de los matadores hidrocálidos, por lo que el coso ya no era suficiente para atender a toda la afición del mundo taurino que venía a la Feria Nacional de San Marcos”.
Es por ello que en los inicios de los años 70, al interior del seno taurino, ya se planteaba la posibilidad de construir un recinto más grande y digno de la feria aguascalentense, cuya proyección vaticinaba un crecimiento importante en los siguientes años.
En ese contexto, el gobernador de Aguascalientes, durante el periodo 1968-1974, el doctor Francisco Guel Jiménez, tomó la determinación de construir un nuevo coso capaz de albergar a la creciente afición taurina. Ese recinto sería la Plaza de Toros Monumental de Aguascalientes.
Inicio precipitado
Pese a que las obras del inmueble no estaban concluidas, el mandatario Guel Jiménez inauguró el coso el 23 de noviembre de 1974 una semana antes de que finalizara su mandato, con un cartel de renombre, integrado por los nuevoleoneses Manolo Martínez y Eloy Cavazos, y el acalitano Fermín Espinosa “Armillita Chico”.
“Fue un cartel importante por dos aspectos: el primero, la presentación de la máxima figura del toreo mexicano en ese momento, Manolo Martínez Ancira, el gran último mandón de la fiesta, junto a otro gran matador como Eloy Cavazos. Pero también estaba la alternativa de Fermín Espinosa, hijo del maestro Fermín Espinosa ‘Armillita’, lo cual constituyó la continuación de una de las estirpes más importantes en toda la historia del toreo: la dinastía ‘Armillita’”, describe Adrián Sánchez.
El nuevo coso tenía capacidad para 8 mil personas aproximadamente. El arquitecto Ignacio Rivera Río Muñoz, aficionado acérrimo de la Fiesta Brava y actual juez de la Monumental de Aguascalientes, describe la estructura del coso en aquella época:
“Era una plaza sencilla: un edificio redondo con una pequeña arcada por el exterior y otra por el lado interior. No tenía mayores detalles, simplemente cubría con la expectativa de ser un edificio que fuera identificado por todos los taurinos de México y el mundo”.
La trinidad que impulsó la nueva plaza
A partir del levantamiento de la nueva plaza, y a través del impulso de empresarios como el “Cabezón” González, la Fiesta Brava en Aguascalientes y la propia Feria Nacional de San Marcos atravesaron una evolución marcada: mayor número de visitantes, crecimiento en el número de festejos (de dos o tres a seis o siete) y atracción de mayores figuras del toreo.
Sin embargo, uno de los aspectos que “definitivamente” marcaron el despegue de la plaza -arguye el historiador- fue la conformación de una “suerte de triunvirato” integrado por el doctor Alfonso Pérez Romo, el empresario don Julio Díaz Torre y el matador retirado Eduardo Solórzano, quienes a través de la invitación del gobernador de aquel entonces, Rodolfo Landeros Gallegos -quien gobernó de 1980 a 1986-, tomaron el control de la plaza.
“Trajeron toreros como José Mari Manzanares ‘El Niño de la Capea’, Víctor Méndez, Vicente Ruiz Soro, en fin, grandes figuras del toreo que se enfrentaron a los matadores más importantes de México y de América aquí en esta plaza”, apunta.
“Queríamos darle a la Feria Nacional de San Marcos y a la plaza el máximo esplendor posible”, rememora el doctor Alfonso Pérez Romo. El ambicioso plan también involucró grandes retos económicos -asevera-, pues se requirió mayor inversión para contratar ganaderías más acreditadas y, por lo tanto, más costosas; sortear las exigencias de los matadores internacionales, que demandaban pagos mayores, pero a la par dar el mismo trato a los diestros mexicanos.
“Cuando la manejamos nosotros, hubo un año en el que en una sola feria, la de 1985, se dieron 18 festejos seguidos […] Sólo en la feria de abril. Eso proyectó muchísimo a la Feria Nacional de San Marcos y a la plaza en el ámbito nacional”, dice Pérez Romo.
De aquella época, don Julio Díaz Torre conserva recuerdos diáfanos, como si hubiesen sucedido este año. Rememora que el interés del grupo por impulsar la plaza era genuino, romántico, puro: “Nunca se trató de un negocio. Lo único que hicimos nosotros fue aprovechar ese momento tan estupendo para organizar la mejor fiesta posible”, subraya.
Díaz Torre menciona que a pesar de que la verbena abrileña coincidía con la Feria de Sevilla, hubo matadores españoles que priorizaron partir plaza en la Feria de San Marcos.
Como anécdota, relata que en septiembre de 1984 viajaron a España para entrevistarse con el matador Francisco Rivera Pérez “Paquirri” y lograr un acuerdo para que toreara en Aguascalientes.
Cuál fue su sorpresa que ya en tierras ibéricas, un día antes de la reunión, escucharon la noticia de la muerte de un diestro en la plaza de Pozoblanco en Córdoba. Ese torero era “Paquirri”, quien perdió la vida al recibir una cornada por el toro “Avispado”.
La plaza más bonita del continente
Otro suceso importante que marcó el rumbo del recinto -coinciden los taurófilos- fue la remodelación de la plaza, culminada en 1991 tras instrucciones del gobernador Miguel Ángel Barberena Vega, y llevada a cabo por el arquitecto Ignacio Rivera Río.
El actual juez de plaza de la Monumental menciona que una de las indicaciones del mandatario estatal fue “no tocar la plaza anterior”, pues había mucho esfuerzo detrás de la construcción que había que reconocer y valorar.
“Demolimos los arcos, hicimos un cinturón que circunda la plaza viejita y que la dota de una nueva imagen, con su arcada, sus bóvedas de pañuelo, con sus elementos de tezontle, sus torres y su cantera que dan cierto aire a las plazas de toros españolas y portuguesas”, explica el arquitecto, agregando que se inspiró en la Plaza de Toros de Campo Pequeño, de Lisboa, Portugal.
Adrián Sánchez externa que la remodelación fue sin duda un suceso que marcó la consolidación de la plaza: “al dejarla así, como la conocemos actualmente, con un aforo para 15 mil personas, se convirtió en uno de los cosos más emblemáticos de América donde se desarrollan seriales muy importantes”.
Tardes de gloria y cruz
Como si tuviese memoria eidética, el reconocido cronista taurino Ramón Francisco Ávila Rivera, alias “El Yiyo”, repasa algunas de las tantas tardes memorables que ha vivido el ruedo del mítico coso:
“Cómo olvidar el triunfo memorable en aquella brillante faena de Manolo Martínez el 25 de abril de 1978 al gran toro ‘Teniente’ de la ganadería de San Miguel de Mimiahuapan, logrando el primer toro indultado del licenciado Alberto Bailleres en esta plaza […] Cómo no recordar aquel festejo apoteósico del 4 de mayo de 1998, donde por primera vez hay un mano a mano entre Miguel Espinosa ‘Armillita’ y Julián López ‘El Juli’ con la plaza a reventar”.
En aquel festejo, el maestro “Armillita” cortó orejas y rabo a “Hidrocálido”, de San Miguel de Mimiahuapan; mientras que el matador español, a sus 16 años, cortó tres orejas.
El 25 de abril de 1982 también quedó grabado en los anales de la historia del toreo universal cuando Francisco «Curro» Rivera, con motivo de la conmemoración de su corrida mil, mató 14 toros en la Monumental de Aguascalientes, logrando 10 orejas y dos rabos: “Fue una verdadera gesta de ‘Curro’. Una prueba atlética, de resistencia, de dominio, que en pocos lados se ha dado”, resume Pérez Romo.
Otra tarde destacable, rememora Adrián Sánchez, fue aquella en la que el matador francés Christian Montcouquiol “Nimeño II” cortó cuatro orejas y un rabo en su presentación en la Monumental.
Sin embargo, el ruedo también ha sido testigo de eventos desafortunados. El más recordado es el percance que sufrió José Tomás el 24 de abril de 2010, cuando el toro “Navegante” del astado José Garfías lo cornó en el muslo izquierdo. Un silencio sepulcral se adueñó de la plaza; sin embargo, la oportuna atención médica logró salvarle la vida al “Príncipe de Galapagar”.
Eloy Cavazos estuvo cerca de perder la vida en el ruedo en una corrida en 1986. Sobre este incidente, “El Yiyo” menciona: “Según nos contaron los médicos en aquel momento, Eloy llegó a la enfermería de la Monumental muerto, lo tuvieron que resucitar para posteriormente operarlo de una cornada penetrante de vientre”.
Infinitas tardes memorables se quedan en el tintero, coinciden los entrevistados. No obstante, la conclusión es unánime. En palabras de “El Yiyo”, a lo largo de su historia, la Monumental de Aguascalientes se ha erigido como “un parteaguas tanto para figuras consagradas como para jóvenes talentos. Después de la Plaza de Toros La México, el peso específico cayó, taurinamente hablando, en la Monumental de nuestra tierra”.
La estela inextinguible
Juan Carlos López de los Reyes, gerente operativo de Espectáculos Taurinos de México, empresa propietaria del coso Monumental desde 1992, refiere que la plaza se ha convertido en una vitrina internacional para los matadores, además de ser precursora de economía en el estado.
“Aguascalientes figura en el panorama taurino mundial con mucha categoría. Las figuras del toreo vienen con gran expectación y disposición, porque saben que la Feria Nacional de San Marcos les repercute mucho. La Monumental es ícono a nivel internacional de la Fiesta Brava y es de gran atractivo para todos”.
La empresa sabe la íntima relación que existe entre la tauromaquia y Aguascalientes, por lo que cada año ha elevado la altura de los festejos que se realizan en la celebérrima plaza, prolongando la estela iniciada con el “Cabezón” González, el doctor Pérez Romo, Julio Díaz Torre y Eduardo Solórzano.
“Cada edición se ha ido poniendo el listón más alto con la contribución de muchísima gente: empresarios, aficionados, unidos a la gran tradición taurina de este estado, por lo que el número de festejos ha ido en aumento de lo que era hace algunos años. Eso le ha dado aún más prestigio a la plaza”, señala.
“El Yiyo” no escatima en elogios hacia la plaza; le profesa un cariño inconmensurable, pues en ella cimentó su vida de aficionado, cronista; además de entregarle toda su pasión a la afición de la Fiesta Brava.
“Lo que le ha dado la categoría a esta plaza es, primeramente, la visión empresarial de quien la ha tenido en sus manos; la contratación de las figuras del toreo; traer los mejores encierros; hacer las mejores ferias; pero lo que le cierra el círculo virtuoso es justamente la afición, porque han venido seguidores de todas las latitudes del mundo. Este público multicultural nos ha dado el cáliz de tener el liderazgo de una plaza de toros cinco estrellas, de máxima categoría, pero, sobre todo, de un máximo respeto al interior de la tauromaquia”.