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La piedra de fuego, el tesoro semiprecioso de la Sierra Fría

Café microcristalino y rojo. Dorado. Verde. Raramente azul violeta iridiscente… Interferencias de rayos de luz difractados que viajan a través de delgadas capas de limonita.

El ágata de fuego es tan rara que sigue siendo una gran desconocida en México. Solo unos pocos rincones del planeta pueden presumir de albergar una piedra semipreciosa tan singular que tarda treinta millones de años en formarse.

Una de ellas está aquí, a la vuelta de la esquina, en pleno corazón de la Sierra Fría aguascalentense. Los habitantes de El Terrero de la Labor no se dieron cuenta del gran valor del cristal que crecía bajo sus pies hasta los años sesenta. La dificultad de cortar este material opaco ha hecho que muy pocos lugareños se dediquen al oficio.

A pesar de su singularidad, no es difícil conseguir un ágata de fuego. Basta con visitar El Terrero, a pocos kilómetros de Calvillo, y preguntar por alguno de sus lapidadores. Su precio tampoco es un inconveniente. Dependiendo de su tamaño y de sus destellos de colores, se puede encontrar por menos de 400 pesos, un precio ínfimo por llevar colgado en el cuello un pequeño pedazo de la tierra de Aguascalientes.

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