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La perseverancia es el camino al éxito

Por Carlos de Luna

Hace algunos años, le comenté a un amigo muy cercano, la idea que venía constantemente a mi cabeza sobre dedicarme a un nuevo negocio, el cual no tenía nada que ver con lo que vengo haciendo desde hace 30 años: “¿Qué opinas de poner en marcha este proyecto? Me emociona llevarlo a cabo”; esas fueron mis últimas palabras hacia él. Su respuesta fue tajante: “Dedícate a lo que sabes hacer y no estés pensando cosas que no tienes el tiempo de realizar. La gente valora lo que tú le aportas con lo que haces”. Fin de la conversación, abrió mis ojos y mi mente. Por supuesto, ese negocio no se llevó a cabo. 

Un ingrediente importante en las empresas exitosas es la constancia, esa voluntad inquebrantable de crear una ruta hacia algo que se anhela y que puede provocar un beneficio tangible a quien recibe el esfuerzo del trabajo y conocimiento. Miles de firmas fracasan al año por falta de constancia; se agotan sus ganas de continuar porque “la caja registradora no suena” y la opción más agobiante, no necesariamente la más sencilla, es claudicar. 

Algunas estadísticas muestran que menos de un 30 por ciento de los negocios familiares sobreviven a la segunda generación, apenas un 10 por ciento sobrevive a la tercera y menos de un 5 por ciento, a la cuarta generación. Se requieren, entre muchas otras cosas, compromiso y reuniones de trabajo constantes en las que se establezca disciplina en las reglas que rigen a la empresa de la familia y que ayuden a evitar el desgaste. 

Las organizaciones fallecen porque no cuentan con el capital necesario para hacer frente a los gastos constantes o a los intereses de un crédito impagable. Otros temas que provocan el cierre es no saber delegar el trabajo: el propietario quiere hacer de todo y deja poco tiempo para atender las relaciones con los clientes. Incluso, en muchas ocasiones el negocio va tan bien que el mismo éxito es el motivo del fracaso, por la expansión incontrolada y el no poder atender adecuadamente las necesidades de todos los clientes. 

Las empresas exitosas ofrecen soluciones de valor para los clientes, porque estos encuentran lo que estaban buscando en alguien que sí sabe escucharlos, atenderlos y les facilita la vida. Estas firmas saben publicitarse con su buen servicio y ocupan algunos medios para darse a conocer. Un buen director se rodea de expertos que saben hacer crecer el negocio y está consciente de que incluso son mejores que él en muchos aspectos. 

Las compañías triunfan porque logran desarrollar un modelo de negocio sano, rentable y soportan su crecimiento en bases sólidas. Conocen a su competencia, investigan el mercado y ponderan sus fortalezas y debilidades; aprenden de ello para establecer su ventaja competitiva y jamás subestiman a su competidor por más pequeño que sea. 

Las organizaciones que destacan de las demás tienen un brillo que las hace únicas: planean su futuro, es decir, se ubican en un sitio en donde otras difícilmente llegarán antes que ellas; se enfocan en ser diferentes y cultivan las bases de lo más valioso que pueden ofrecer: el prestigio. Por ejemplo, las instituciones educativas como el Tecnológico de Monterrey, el IPADE o el ITAM, por mencionar algunas, trabajan en mantener su prestigio como lo más valioso, mediante modelos educativos que las posicionan como las mejores. Esto sucede en todos los negocios: hospitales, marcas de autos, tiendas de autoservicio, bancos, etcétera. Visualizar el futuro es cambiar nuestros paradigmas y ser más competitivos para superar lo que existe en el mercado; es construir un espacio de relaciones donde las diferencias individuales se convierten en una fuente de oportunidades; cuando un director persuade a todos los que lo acompañan, los resultados son tangibles. Grandes corporaciones destacan porque su ADN es percibido y reconocido, trabajan incansablemente en otorgar confianza a su mercado. 

Los hermanos Jorge y Gustavo Martínez Estebanez, que aparecen en esta edición de Líder Empresarial, son una muestra de cómo los ingredientes que aportan valor a sus clientes los mantienen con las mejores prácticas y los posicionan como una empresa valiosa, que entregará la batuta a la segunda generación en breve y que está consciente de que la perseverancia es el camino al éxito. 

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