El modelo familiarmente sostenible requiere: ingreso, espacio, tiempo y afecto. Según las cifras del Coneval, en las zonas urbanas son necesarios 4 mil 660 pesos mensuales por persona para costear una canasta indispensable. Esta canasta ampliada integra otros bienes y servicios relacionados con necesidades básicas más allá de la alimentación, como la vivienda, agua, luz, gas, transporte, productos de salud y cuidado personal y educación.
Cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) indican que los hogares del país destinan cerca de 19% de sus ingresos al transporte. Es decir que el gasto promedio en movilidad equivale a mil 350 pesos al mes, de acuerdo con el Índice de Movilidad Urbana (IMU), del IMCO.
Además, cifras de ANPACT, representante de la industria automotriz de vehículos comerciales de carga y pasaje, confirman que las familias mexicanas gastan 19% de su ingreso en transporte público. El problema es que la Encuesta Nacional de Movilidad y Transporte señala que este medio es el peor calificado por los ciudadanos, con 38 puntos sobre 100.
Se evalúa si el transporte público presenta un servicio adecuado, con un tiempo breve de espera para abordar, rutas suficientes, operadores amables y respetuosos y si se percibe inseguridad en el servicio.
Por otro lado, se han estado multiplicando la cantidad de vehículos en las calles. En ciudades como Aguascalientes el parque vehicular ha pasado de un automóvil por cada diez habitantes en 1980 a un vehículo por cada 1.6 habitantes para el año 2030.
Lo anterior reclama más espacios de circulación, más gastos en tiempo, contaminación y combustible. En gran medida se aprecia que las distancias a recorrer son mayores debido a que las ciudades no están diseñadas a escala humana, es decir, que la gente no está habitando zonas donde hay suficientes servicios y fuentes de empleo, sino que se encuentra distanciada de ellos.
La falta de eficiencia y eficacia del transporte público obliga a sacar todos los autos a la calle, y a buscar tener uno para librar las carencias, perdiendo horas de productividad y de convivencia familiar por el tráfico y las necesidades de movilidad.
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