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La Morisma de Bracho: una tradición monumental de Zacatecas para el mundo

Fotografía / Leonardo Ramos

Escrito por Manuel González, Cronista de la ciudad de Zacatecas

Zacatecas, una de las ciudades más antiguas y hermosas de México, nació el 8 de septiembre de 1546 y gracias a sus ricas minas se erigió una ciudad esplendorosa que en 1993 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Como un reflejo de su abolengo cultural podemos mencionar tres de sus tradiciones más emblemáticas: la procesión del Viernes Santo, desde el año 1550; la romería de Nuestra Señora de los Zacatecas, del 8 de septiembre, cuyos antecedentes más remotos los encontramos en 1559; y la Morisma de Bracho a la que consideramos como una manifestación festiva que fue evolucionando con el paso del tiempo: en el siglo XVI eran los juegos de cañas; del siglo XVIII a principios del XIX, las corridas de moros y, a partir del siglo XIX, la Morisma. Veamos en qué consisten.

Los juegos de cañas

El arte de practicar el uso de las armas en tiempos de paz, bajo el pretexto de la fiesta, proviene del siglo XVI, ya que en los festejos del aniversario de la ciudad y de su patrona, no podían faltar los juegos de cañas, es decir, simulacros de combates con espadas o lanzas de madera. Había dos bandos: moros y cristianos. Era una manera de celebrar, pero también de practicar la lucha cuerpo a cuerpo, ya que Zacatecas estaba ubicada en una zona infestada de peligrosos chichimecas.

Las corridas de moros

 Ya se mencionan en el siglo XVIII. Una de las referencias más tempranas nos revela que cada 7 y 8 de septiembre, durante el “paseo del pendón”, máxima solemnidad de la ciudad, ya desfilaban también personas vestidas de moros.

Otras referencias nos hablan de la existencia e inconvenientes que generaban esas “corridas de moros”. El 12 de febrero de 1719, el corregidor Tomás Terán expresó su malestar por “los graves daños, perjuicios e inquietudes que se siguen de la causa pública de las fiestas de toros, moros y cristianos, que la ociosidad ha introducido en las ciudades, villas y lugares de este reino”. Y para contrarrestar sus efectos, propone su regulación.

Las “corridas de moros” siguieron efectuándose hasta el primer tercio del siglo XIX, cuando se decretó su extinción. Esto ocurrió el 26 de enero de 1832,  cuando el Ayuntamiento de Zacatecas establece que a partir de esa fecha “quedan prohibidas las ‘corridas de moros’, y toda especie de danzas y los ridículos trajes con que en las procesiones se presentan los que las forman”. Pero la tradición no murió. Se transformaría y el término “moro”, cambió por “morisma”. La misma raíz.

La Morisma de Bracho y sus organizadores

 En 1824 se creó la hermandad de San Juan Bautista con catorce personas. Diez años después fue elevada a la dignidad de cofradía por el incremento de sus devotos que ya ascendía a 330 almas. La Jefatura Política de Zacatecas apoyó el cambio pero con la condición de que si en otras ocasiones habían utilizado la fiesta del santo como pretexto para divertirse, en lo sucesivo lo realizarían como acto piadoso: “convenidos de que no puede hermanarse lo piadoso con lo profano”. En caso de que optaran por lo profano “deberían ser privados de los uniformes que para tales días y en un distintivo exclusivo suyo, se le ha tolerado”.

El 19 de junio de 1836 se redactaron las Constituciones de la Cofradía de San Juan Bautista que fueron aprobadas por el obispo de Guadalajara, don Diego de Aranda, el 11 de agosto de 1837. En el primer artículo de las Constituciones se consignaba que “se hará anualmente una función de iglesia al santo patrono, con misa, vísperas y sermón el día 29 de agosto, en la parroquia, trasladando en procesión la imagen del santo, de la capilla donde estuviere”.

El escenario de la fiesta

Un documento localizado en el Archivo del Arzobispado de Guadalajara, sugiere que uno de los antiguos escenarios podría ser junto al templo de San José, ubicado en la falda del cerro de La Bufa. El manuscrito data de 1835 y expresa que, “los indígenas del pueblo de San José y yo a nombre de todos ellos, hago presente a Su Señoría: que desde el tiempo del gobierno virreinal, dirigimos a esa Sagrada Mitra los títulos que aseguran la propiedad que tenemos sobre la Loma de los Moros que queda a la derecha de dicho pueblo, con el objeto de que fueran refrendados por esa superioridad”.

Para el año de 1870, la Cofradía de San Bautista comenzaría las morismas en un nuevo escenario: las Lomas de Bracho, situadas al norte de la ciudad de Zacatecas. Para esas fechas, el número de cofrades ya se había multiplicado.

La morisma

Don Leonides Tenorio, sacristán de la Catedral, entre 1892 y 1893 escribió la más antigua descripción de la morisma que se ha encontrado y cuenta que, “era una cofradía compuesta de hombres y mujeres. Por primera vez se le hacía la función al santo en su misma capilla, durante tres días; en las tardes, corrían los moros a caballo y los soldados a pie haciendo evoluciones de guerra con tiros de fusil disparando al viento con sólo cartuchos (los soldados) y los moros a caballo tiraban bombas; y era el modo de peleas, después que pasaba el reto del moro y el cristiano; y luego seguía la guerra como he dicho, los dos primeros días ganaban la acción los moros y el ultimo día, los cristianos y le cortaban la cabeza al moro. Todas sus ceremonias de marcha y guerra la hacían con música instrumental y esta función era muy concurridísima.” 

Esto significa que para finales del siglo XIX ya no es un día de fiesta, como en los inicios de la cofradía. Ahora son tres días de representaciones de batallas entre moros y cristianos, y sólo se efectuaban por las tardes. Unos años después se agregó un cuarto día de actividades.

En estos cuatro días se llevan a escena tres coloquios. En el primer día nos trasladamos al siglo I de nuestra era para presenciar la representación del martirio de San Juan Bautista. En los tres días siguientes se van a presentar por capítulos y en distintos horarios otras dos historias, una que está vinculada con la Edad Media y la Cruzadas, el coloquio de los Doce pares de Francia y, la otra, es la Batalla de Lepanto de 1571.

El último día, domingo por la mañana, alrededor de 12,000 mil cofrades desfilan por las calles del centro histórico de Zacatecas. Luego, regresan a Bracho y reanudan las últimas batallas. Felipe II y el general Alonso de Guzmán vencen a los turcos. Juan de Austria es liberado y se suma a los combates. Son derrotadas las tropas de Osmán, el cual es tomado prisionero.

Finalmente Alonso de Guzmán le da muerte al rey moro Argel Osmán y pone su cabeza en la punta de una lanza, mientras que Juan de Austria, en señal de victoria, se pasea por la plaza, ya ocupada por los cristianos, acompañado de sus capitanes. Es el triunfo final de los batallones cristianos. Y así culmina esta tradición, una de las más monumentales, coloridas y emblemáticas de Zacatecas para México y el mundo. 

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