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La leyenda detrás de la Catedral de Zacatecas

La catedral del Centro Histórico de Zacatecas es uno de los mayores atractivos de la capital. Se trata de una edificación que resalta por su composición arquitectónica, pero también por su gran historia. Dentro de la cultura popular zacatecana, circula una leyenda que envuelve a esta gran catedral. 

La leyenda en la que se ve envuelta esta edificación lleva por nombre, la Piedra Negra. La historia comienza en el municipio de Vetagrande, que se encuentra a tan sólo unos kilómetros de la capital. Durante la época colonial, dos hombres, Gildardo y Misael, trabajaban como mineros para un español. 

Debido a que su paga no era lo suficiente y hartos de esta situación, decidieron ahorrar la poca paga que les daban, comprar su propia herramienta y trabajar por su cuenta. Al iniciar su emprendimiento, encontraron un difícil camino para encontrar sus riquezas. Pasaron meses trabajando sin encontrar nada

Un día, encontraron una veta madre en la que decidieron vaciar sus esperanzas y su trabajo. Comenzaron a trabajar y, lejos de lo que habían previsto, no encontraron nada. Pasaron los días y la desesperación se apoderó de Gildardo, quien exclamó: 

“Maldita sea la hora en que abandoné todo para seguir con este sueño. Maldigo a todo y a todos. Por los mil demonios deseo tener una gran fortuna”. 

Luego de lanzar su maldición, la cueva donde se encontraba trabajando comenzó a temblar. Tras este acontecimiento y en medio de la confusión, apareció una gran piedra dorada. Al observarla, brincó de alegría y se lo comunicó a Misael, quien bajó al pueblo para dar la noticia a sus esposas y de paso, llevar algo de comer para celebrar. 

Una vez que Gildardo se quedó sólo con la piedra, los pensamientos de avaricia y codicia comenzaron a llenar su corazón. Una vez que Misael volvió, inundado por su falta de confianza y enamorado de aquella piedra, Gildardo decidió matar a su amigo, para quedarse con toda la riqueza. 

Abrumado por el terrible acto que acababa de cometer, Gildardo se tumbó y abrazó la gran piedra. Las mujeres de ambos, preocupadas porque no regresaban, junto con el cura de la capital, decidieron ir en busca de los amigos a Vetagrande. Una vez que los encontraron, vieron la terrible escena.

El padre, inmediatamente comenzó a hacer sus oraciones y a echar agua bendita. La piedra a la que Gildardo se aferraba, se tornó completamente negra. Al entender la situación, el padre decidió tomar la piedra y colocarla en la Catedral, la cual estaba en construcción. 

Encima de la piedra, se colocó una campana, para sonar cuando alguien quisiera tomar aquella piedra maldita que alimenta la avaricia. La piedra aún puede verse en la parte trasera de la Catedral, subiendo por la calle del Ángel.

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