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La industria de reuniones postCOVID-19

Por Teresa Solís, Industry Expert de Turismo y Desarrollo Regional en Deloitte México

La industria de reuniones, junto con la de entretenimiento y parques temáticos, han sido de las más afectadas por la epidemia del COVID-19, y según la mayoría de los pronósticos, en ausencia de una vacuna masiva, serán las que registren una convalecencia más prolongada.

Teresa Solís, Industry Expert de Turismo y Desarrollo Regional en Deloitte México

De manera específica, los desafíos a los que se enfrenta la industria de reuniones son:

1. El cierre prolongado de operaciones, como una medida implementada por las autoridades sanitarias para detener el contagio, con las consecuentes pérdidas financieras y de capital humano, así como un eventual riesgo de pérdida de solvencia.

2. La recuperación de la confianza del consumidor para viajar y participar en eventos masivos.

3.  Lograr que las políticas públicas consideren tanto los aspectos sanitarios, como las peculiaridades de cada tipo de negocio.

Al profundizar sobre cada uno de estos retos, podemos señalar que el primero era inevitable, sobre todo si se considera la tasa de contagio del virus y el porcentaje de pacientes asintomáticos, así como las limitaciones de los sistemas de salud en la mayor parte de los países. Sin embargo, han existido importantes diferencias en las acciones de los gobiernos para mantener la planta productiva, apoyar la liquidez de las empresas, conservar los empleos y coadyuvar a la recuperación.

Es relevante también observar cómo algunos recintos, tanto en México como en el mundo, han colaborado con sus gobiernos, con el fin de aprovechar su capacidad instalada, para ampliar la disponibilidad de camas en los hospitales y atender a los pacientes con un monitoreo médico cercano.

El caso de recintos icónicos a nivel global, como el McCormick Center, en Chicago; la Institución Federal de Madrid (IFEMA) o el Messe Berlín; y en nuestro propio país, como el Centro Citibanamex, en la Ciudad de México; el Centro de Congresos, en Querétaro; y el Centro de Convenciones y Exposiciones Yucatán Siglo XXI, en Mérida, son algunos ejemplos de ello y demuestran la capacidad de los centros de convenciones para manejar logísticas complejas –con la dirección de profesionales médicos– y cumplir estándares muy estrictos, como son los relativos al manejo de enfermedades infecciosas.

El segundo desafío va más allá de eliminar restricciones a la operación; el objetivo es generar confianza en un entorno en el que las motivaciones económicas, de convivencia y de crecimiento profesional del cliente enfrentan un entorno de incertidumbre y miedo.

En ese sentido, la colaboración de la industria de reuniones ha sido ejemplar para actualizar y compartir protocolos sanitarios. Para muestra, el documento “Good practice guidance. Addressing COVID-19 Requirements for Re-opening Business Events”, un esfuerzo conjunto de las tres principales asociaciones internacionales de este sector, enfocadas en congresos y convenciones, exhibiciones y recintos: la Asociación de Congresos y Convenciones Internacionales (ICCA, por sus siglas en inglés), la Asociación Global de la Industria de Exhibiciones (UFI, por sus siglas en inglés) y la Asociación internacional de Palacios y Congresos (AIPC, por sus siglas en inglés).

El documento da recomendaciones puntuales sobre seguridad del personal, distanciamiento, sanidad, seguridad, control de masas y mecanismos para asegurar el cumplimiento por parte de los asistentes, así como listas de cotejo para las etapas de planeación, operación y conclusión de cada evento.

Finalmente, respecto al tercero, el nivel de complejidad también es grande. A diferencia de otros eventos masivos, los congresos, convenciones y exposiciones tienen objetivos de negocio enfocados hacia resultados.

El gobierno de Alemania, por ejemplo, en su reapertura económica, distinguió entre reuniones profesionales y de negocio de otro tipo de eventos masivos de tipo lúdico (conciertos, festivales, etcétera), argumentando, en favor de la apertura temprana de los primeros, su poder catalizador en la reactivación económica y la colaboración científica, y también su menor nivel de riesgo para los asistentes y organizadores.

En resumen, la toma de buenas decisiones es una tarea compleja que requiere de líderes capaces de escuchar, observar y matizar en forma ágil. Aún es difícil emitir juicios finales, no obstante, mantener una mente abierta e informada permitirá generar aprendizajes útiles para los desafíos del mundo postpandemia.

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