Por Manuel Nieblas
Socio Líder de la Industria de Manufactura de Deloitte
La Industria 4.0 ha potenciado las posibilidades de transformación digital y ha demostrado su importancia dentro de las organizaciones, ya que permite conectar las tecnologías digitales y físicas (inteligencia artificial, internet de las cosas, fabricación aditiva, robótica, computación en la nube, analíticos de datos, entre otros) para impulsar empresas más flexibles, receptivas e interconectadas, capaces de tomar decisiones más informadas
y, sobre todo, de manera predictiva y oportuna.
La tecnología dentro de las actividades productivas, hace de la nueva ola industrial un atractivo para todo tipo de negocio. Sin embargo, la inversión que implica puede ser un impedimento para que muchas empresas se inserten de forma plena en la Cuarta Revolución Industrial, particularmente, las pequeñas y medianas.
Los beneficios que las soluciones tecnológicas aportan a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) son muchos, sin embargo, es muy bajo el porcentaje de este tipo de empresas que decide adoptarlas.
Uno de los principales motivos que frena la adopción de nuevas tecnologías, por parte de las PyMEs, es el financiamiento, es decir, las fuertes inversiones que deben realizar para ponerlas en marcha.
Y es que, para implementar soluciones tecnológicas a su operación y acceder posteriormente a los ahorros en los procesos productivos, las pequeñas y medianas empresas necesariamente tienen que recurrir a una parte importante de su capital, o a alguna institución bancaria, para solicitar un préstamo.
A medida que las pequeñas y medianas empresas tengan más tecnología, sus costos bajarán y, una vez que esto haya sucedido, lograrán tener una mayor flexibilidad en los precios de sus productos al momento de ofrecer descuentos y definir los plazos de cobro, por poner un ejemplo.
De igual forma, la tecnología permite generar ahorros importantes para las PyMEs y mejorar su eficiencia y productividad, extendiendo así su periodo de vida y promoviendo su desarrollo. Por su conducto, las empresa optimizan sus sistemas de logística, ya sea en el control de inventarios o en las rutas de transporte.
Es importante destacar que industrias como las de manufactura, petróleo, gas, energía, servicios públicos y minería son conscientes de las oportunidades que les brinda la Cuarta Revolución Industrial, a la que consideran como una forma de crecimiento.
Su voluntad de transformación digital es fuerte, sin embargo, las organizaciones optan por elegir un camino que permita equilibrar la mejora de las operaciones actuales con las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la Industria 4.0 para la innovación y la transformación del modelo de negocios.
La transformación digital no puede suceder en el vacío; no termina simplemente con la implementación de nuevas tecnologías. Más bien, la verdadera transformación digital suele tener profundas implicaciones para la organización: afecta la estrategia, el talento, los modelos de negocios e, incluso, la forma en que está organizada la empresa.
El punto primordial es que las pequeñas y medianas empresas comprendan que la adopción de tecnología es una apuesta y, como tal, siempre será un riesgo. La recomendación, en este sentido, será hacer un diagnóstico que les permita determinar cómo la tecnología les puede beneficiar y definir su alcance; enfocarse al inicio en procesos clave de su producción, que una vez mejorados con nuevas tecnologías, generen beneficios inmediatos, y de esta forma iniciar un proceso de implementación integral.
Está demostrado que, bien aplicada, la tecnología tiene la capacidad de traer ahorros significativos y mayores utilidades a las PyMEs. Sin duda, es un reto, pero se trata de uno que las PyMEs deberán enfrentar si lo que buscan es crecer.