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La importancia de ponerse las «gafas violetas»

“Vivas nos queremos”, la frase que se escuchó el 24 de abril en todo México, en una manifestación de carácter histórico contra la violencia de género. Y es que parece que por fin comenzamos a ser conscientes de que nos están matando.

México, junto a El Salvador y Guatemala, tiene los índices más altos de feminicidio en América Latina. El feminicidio es el asesinato de una mujer solo por el hecho de ser mujer, es decir, un homicidio misógino y machista.

Este término fue introducido por la mexicana Marcela Lagarde, quien lo tradujo del concepto “femicide” que Diana Russell utilizó por primera vez en su artículo “Femicide: The Politics of Woman Killing” en 1992.

No solo en Ciudad Juárez

La palabra feminicidio nos lleva mentalmente a una Ciudad: Juárez; sin embargo, es Ecatepec en el Estado de México el municipio con mayor número de feminicidios en el país.

Y estos dos, lamentablemente, no son los únicos Estados con altas cifras de muertes feminicidas en México. La realidad es muy clara: nos están matando, pero esta es solo una –y la más cruel- de las manifestaciones de la violencia de género.

La violencia contra las mujeres es un problema social y de derechos humanos, así se estableció en el Plan y Acción de Viena de 1993. Es un asunto que debe interesarnos a todxs. Por ello, celebro que México alce su voz para poner un alto a los feminicidios, a la diferencia salarial de igual trabajo entre hombres y mujeres, al acoso callejero, al acoso sexual laboral, a las violaciones y abusos sexuales, a los matrimonios forzados y pago de dote en comunidades indígenas, a la violencia doméstica, a la violencia simbólica y cosificación de la mujer.

A todas esas formas de violencia que, muchas veces avaladas en tradiciones y culturas, subordinan a las mujeres, constituyéndolas como objetos y no como sujetos.

Un sistema de dominación 

La violencia de género se dice producto del patriarcado, es decir, de ese sistema de dominación del hombre hacia la mujer. Se dice que es un problema estructural, en tanto que se refuerza y perpetúa a través de las instituciones y del Derecho. Se dice que trasciende culturas y condiciones sociales, tanto que Finlandia –país primermundista y reconocido por su Estado Social de Derecho- tiene de los mayores índices de violencia doméstica contra las mujeres en la Unión Europea.

Toda mujer ha vivido a lo largo de su vida una situación de violencia. A veces sin siquiera ser consciente de ello. Somos una sociedad que apela a la democracia, al Estado de Derecho, a la justicia, a la igualdad y a los derechos humanos pero, ¿cómo es posible construir una sociedad así si la mitad de la población mundial es maltratada, violentada, oprimida y asesinada sin otra razón más que la de ser mujer?

Afortunadamente, cada vez más son las voces que se alzan y las consciencias que despiertan:

«… Y entonces un día, de manera premeditada o no, empiezas a utilizar las “gafas violetas” y comienzas a ver el mundo desdeotra perspectiva, con otros ojos, con una mirada más crítica y que, sin ninguna duda, está mucho más cerca de la realidad. Es decir, desde una perspectiva feminista».

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