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La ilegitimidad de la riqueza

Hoy quiero traer al análisis una parte del libro escrito por Macario Schettino,

“El Fin de la Confusión: Doscientos años de errores interesados que han impedido el desarrollo en México” del cual, se desprende un interesante apartado donde el Dr. Schettino, hace referencia al fenómeno social que hoy subsiste a diario y que se ve reflejado en los políticos, empresarios, amigos y conocidos o hasta en el vecino; aquello que nos hace murmurar de estas personas por su repentina presunción de bienes y lujos de origen inexplicable, que en el libro se discute como la “Legitimidad de la riqueza”.

La legitimidad de la riqueza en una sociedad, ocurre cuando ésta fortuna o riqueza personal se fundamenta en el mérito, el trabajo y esfuerzo honesto. No obstante, cuando esto no ocurre, entonces podemos decir que la riqueza es ilegítima y que incluso, esta penado por la ley como “enriquecimiento ilícito” que muchas veces surge como consecuencia de otras acciones ilícitas, emanadas de la corrupción.

Pero, siguiendo con la ilegitimidad de la riqueza, se puede decir que es un fenómeno creciente en México y que a pesar de ser ilegítimo, la mayor parte de las veces se “legitima” en la sociedad mexicana por distintos factores, casos hay muchos.

Cuántas personas del Norte de México, no ven con asombro como muchas personas se hacen de bienes, viajes y lujos repentinos; que, sin embargo, tienen que “aceptar” por temor o por conocimiento del origen de ésta riqueza, o por un deseo o aspiración de estar en su posición, a costa de lo que sea.

Por otro lado, también tenemos a los “prominentes” empresarios en turno, que como diría el portal de noticias Sin Embargo, “Los políticos los encumbran, los políticos los escupen”. Dentro del cual, se ejemplifica como es que principalmente desde el sexenio de Miguel Alemán Valdés, han desfilado a través de los sexenios diversos empresarios que de tener un modesto negocio al final se convierten en verdaderos magnates, y que no obstante, cada que entra un nuevo gobernante ocurre lo mismo, ejemplos sobran: Azcárraga, Salinas, Harp, Slim, Peralta, Hank González… Bien me dijo un patriarca de una conocida familia de empresarios “nuestro éxito estuvo en saber aliarnos con el poder”, y así es… no por nada la escandalosa relación entre las casas del Grupo HIGA y el Presidente, es alarmante, como son pocos los empresarios que tienen una legitimidad por sus ideas, sus inventos, su forma de revolucionar la vida diaria con sus empresas, como Steve Jobs, Bill Gates, Richard Branson, que si bien, hasta ahora es que disfrutan de ciertos privilegios, sería ingenuo pensar que no existen, lo cierto es que el origen de su riqueza se fundamenta en el esfuerzo y el mérito acompañado de innovación.

Por otra parte, tenemos a los políticos en los que en cada campaña salen a relucir sus fastuosas mansiones tanto en México como en el extranjero, carros de lujo blindados, los excesos de sus vástagos, que con sus sueldos aunque muy por encima del mexicano promedio, no les permitiría ese nivel de vida y que incluso haciendo énfasis en esto último, todos estos grupos sociales han cimentado en las nuevas generaciones y no tan nuevas lo que Ricardo Raphael, estudia en su libro titulado “El Mirreynato”, nuevas generaciones de “Mirreyes” es decir, los hijos de estos grupos sociales que se caracterizan por una alta presunción o jactación de bienes, viajes de lujo, trato prepotente, aunado a un desprecio por la ley y lo establecido y una inconsciencia social.

No permitamos más éstas actitudes y acciones en la sociedad; al contrario, que el único privilegio que exista sea el de la meritocracia, que no se nos haga un modo de vida “aspiracional” el ser delincuente, que nuestra participación cívica en los temas públicos no sea con el afán de “vivir del erario”, que tengamos un deseo de emprender, pero no para vivir de las licitaciones y compadrazgos con el gobierno, si bien es una falacia que siendo “buen ciudadano” cambiaremos este país, al menos expresemos nuestra inconformidad, eduquemos a nuestra familia y seamos inflexibles y un tanto intransigentes en la ilegitimidad de éstos grupos de poder, para que no ocurra una y otra vez.

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