Mientras los políticos aún discuten si deben abrir los sectores estratégicos de la economía a la libre empresa, el ramo de las telecomunicaciones se ha convertido en la muestra de que donde hay competencia desaparace la incompetencia.
La guerra entre AT&T y Telcel por el mercado norteamericano, en el cual hay 400 millones de víctimas, traerá como daños colaterales mejores servicios, tarifas más competitivas y millones de dólares en inversión para infraestrutura (lo que generará derrama económica y empleos).
Ambas compañías tienen como meta unificar los mercados de México y EUA, y acelerar la transición a las nuevas tecnologías de transmisión de datos. Para lograrlo, tendrán como armas la innovación y la inversión.
Como primer ataque estratégico, las dos firmas están eliminando con bombo y platillo los costos de llamadas entre el territorio mexicano y estadunidense, lo cual se traducirá en ahorro para millones de connacionales que tienen parientes del otro lado de la frontera.
Y Slim, quien demuestra ser un viejo lobo de mar en el mundo de los negocios, parece que ha encontrado el modo de deshacerse de la preponderancia en el sector mediante la venta de activos que si bien duelen, dejan casi intacta la base principal de clientes (el activo más valioso de cualquier empresa de servicios).
De este modo, para finales de esta década se verá cuál de los grandes rivales vence en el campo de batalla con resultados positivos en México.
Bienvenida esta guerra.