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La franquicia humana

Muchas son las bondades y beneficios de la franquicia, y aunque hay diferentes tipos (he desarrollado una clasificación propia y exhaustiva que comparto con mis alumnos en la universidad), no cabe duda que la mayoría identifica este modelo como negocio, un esquema que era inaugurado en los cincuenta por Mc Donald’s y que a la fecha ha tenido un notable crecimiento, no solo en el sector de los alimentos, sino también en todo ramo de la economía, desde el retail hasta la alta tecnología.

Así pues, básicamente nos referiremos al sistema de franquicias como empresa, el cual está conformado por un franquiciante, el propietario de una marca y de una forma de hacer negocios; y un franquiciatario, aquel que tiene un espacio y el capital suficiente para entrar al proyecto de un tercero y seguir los métodos de este.

Las franquicias han encontrado campo fértil para expandirse en comunidades latinas y en cualquier otra latitud donde sea costumbre adoptar conceptos; sin embargo, esos conceptos no se adaptan, sino que se siguen de pie juntillas y encuentran desajustes de tipo humano y social, pues lo que se pretende es imponer un esquema anglosajón rígido y limitado en un estilo de vida campechano y relajado, el cual a veces es carente de disciplina y orden, pero tiene de sobra espontaneidad, improvisación y naturalidad.

Interesante es uno de los nuevos e involuntarios beneficios sociales que viene a derramarse en el ámbito social con las franquicias. Me refiero al fenómeno que he bautizado como la Democratización del capital, ya que ha resultado muy eficiente como vía de una sana distribución de la riqueza. Esto se da gracias a la compartición de uno de los valores más importantes en los negocios: los conocimientos o talento intelectual, mejor identificados como activos intangibles (marcas, patentes, derechos de autor, talento, etcétera), lo cual resulta en el enriquecimiento de más personas que quizá lleguen a ser miles con la generación de valor de un solo individuo o empresa.

De ahí que en cuanto comencé a estudiar la especialidad en el tema en el 97, me percaté de una situación muy particular en México: la mayoría de los inversionistas eran ricos, personas de nivel socioeconómico A, B+, B; es decir, de clase media alta y alta. Así pues, me ocupé de inventar el concepto de franquicia social, la cual se refiere a un modelo de franquicia económica, de procesos sencillos, rápida reproducción, que promueve el autoempleo, profesionaliza las operaciones e impulsa el desarrollo de las micro y pequeñas empresas. La franquicia social es un concepto de negocios exclusivo para la Mipymes exitosas, en las cuales la persona y su dignidad son el centro y justificación del crecimiento; y no el capital y los poseedores de este.

Me certifiqué en franquicias investigando sobre el tema. Los distintos estudios, censos y fenómenos sociales observados me permitieron desarrollar en poco tiempo una metodología al alcance de negocios unicelulares (de un solo miembro) y empresas con un máximo de cien trabajadores y con ventas no superiores a cuatro millones de pesos, un rango de compañías que había estado históricamente excluido del sector franquicias por capacidad económica y nivel de gestión.

El peligro de la estandarización es la deshumanización, es decir, no darle un sentido de trascendencia al trabajo y limitar al colaborador al logro de objetivos de productividad con un afán materialista y de utilidades (quitándole de esta forma la capacidad de pensar, crear e innovar). Este es el gran reto de las franquicias, de cara a seguir sosteniéndose como una alternativa de crecimiento sólido y estable en el tiempo.

Con este nuevo diseño de concepto de franquicia mexicana, se puede explorar el futuro de millones de mexicanos con mucha mayor esperanza y con una curva de aprendizaje más corta, lo cual nos dará la oportunidad de lograr una expansión natural del mercado local, profesionalizar la empresa familiar nacional, innovar en lo más íntimo de la estructura organizacional, incidir en el ADN de los negocios endémicos del país, desarrollar el tan anhelado mercado interno en su parte comercial y de servicios.

Démosle la bienvenida a estos conceptos que pueden acortar la distancia y alinear las disparidades de ingresos entre los mexicanos, estrechando así la enorme brecha de siglos en cuanto a la distribución de la riqueza. En esta tesis que propongo, están mis aportes a la ciencia económica y, en parte, a la solución de nuestra problemática socioeconómica.

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