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La fábrica de San Ignacio

Alejandro Basáñez Loyola, autor de las novelas históricas: México en llamas; México desgarrado; México cristero; Tiaztlán, el fin del Imperio azteca; Santa Anna y el México perdido; Ayatli, la rebelión chichimeca; Juárez ante la Iglesia y el Imperio

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Desde el siglo XIX la ciudad de Aguascalientes ha participado activamente en el crecimiento y desarrollo del país. Tres importantes fábricas con inversión extranjera fueron pilares en el crecimiento económico del estado: la Gran Fundición Central Mexicana, propiedad de los Guggenheim; los Talleres Generales de Reparación del Ferrocarril Central, y La Perla, con el ciclópeo molino de harina del escocés John Douglas como antecedente. Las instalaciones de estas fábricas funcionaban bajo el concepto europeo de “colonias industriales”; o mejor dicho, vivir donde se trabajaba, con las lógicas ventajas y desventajas que ello implicaba.

Una muestra de aquello, como vivo testigo de lo que alguna vez fue una colonia industrial, es la fábrica de hilados de San Ignacio. Al norponiente de Aguascalientes, a medio kilómetro del Ejido de San Ignacio, hay un enorme terreno de aproximadamente 90 hectáreas, que en la actualidad sirve de cultivo y se encuentra rodeado de una afianzada cerca de alambre, en cuyo fondo, como un palacio arrancado de una maqueta, se encuentran las rosadas ruinas de esta grandiosa fábrica.

En el Porfiriato, San Ignacio contribuyó de manera importante en la economía del estado con su exitosa producción de telas para la industria del vestido. Fue sacudida por la Revolución Mexicana y salió herida, pero viva, sólo para sucumbir a mediados del siglo pasado ante los nuevos textiles y la feroz competencia de los chinos.

Sus vestigios son una prueba fehaciente de un inmueble en el que no ha podido intervenir el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ni los mismos propietarios del inmueble que no sabiendo qué hacer con él, simplemente lo han confinado sin poder evitar el saqueo y destrucción natural por el paso del tiempo.

Formando parte de la fértil zona, también hay que considerar a la Hacienda Nueva, a la antigua Gran Fundición Central y al antiguo puente de San Ignacio. En la Hacienda Nueva todavía existen algunos muros representativos de la época; ahora utilizados como corrales para animales. Otra construcción destacable en el sitio es el antiguo puente de San Ignacio, vía de comunicación entre Aguascalientes y la fábrica, librando el río San Pedro. Por estas fechas está por abrirse el nuevo puente metálico, junto al antiguo de piedra, el cual quedará como reliquia de la zona.

La fábrica de hilados y la fundidora fueron contemporáneas. Ambas formaban parte primordial del desarrollo industrial que tuvo Aguascalientes a principios del siglo XX. En la actualidad, en el Segundo Anillo se aprecia el horno carmesí de ladrillo que formaba parte de la Gran Fundición Central, donde se encuentra Cinépolis y justo en frente el famoso “Cerro de la grasa”; conocido así por la gran cantidad de escoria y desperdicio quemado que arrojó la fundidora en este lugar en sus mejores años.

Volviendo al terreno donde se ubica la fábrica de San Ignacio, desde la alambrada en la carretera, a 300 metros, se puede apreciar el edificio en su parte frontal con sus cien metros de ancho y diez metros de fondo, con su gran pórtico central de cantera labrada, con 18 arcos de medio punto con pinjantes a la izquierda, 9 en cada piso, y otros 20 a la derecha, con 10 por piso. La construcción cuenta con dos naves: oriente y poniente, comunicadas entre sí por un amplio distribuidor central. A los extremos de ambas naves se encuentran unos espacios anexos al edificio que funcionaban como escaleras.

Los ladrillos rojos utilizados en la construcción de las naves son de 55x32x15 cm, conocidos como tabiques gigantes, y ésta es una de las últimas construcciones antiguas del estado que cuenta con estos singulares bloques de medio punto cada una, dándole al frente un aspecto armónico y simétrico, debido a la equilibrada repetición de sus elementos.

Detrás de la fábrica se encuentran las bodegas de productos de uva “Brandevin”, cuya comunicación entre ambas edificaciones se encuentra bloqueada por pertenecer a distintos dueños, observándose superficiales tapiados a lo largo del histórico inmueble, enladrillados que sellaron definitivamente las alguna vez habitaciones de los obreros.

De acuerdo con un interesante grabado de José Guadalupe Posada, la nave principal contaba con una pintoresca casa al lado oriente de la fábrica; quizá perteneciente al administrador o capataz en esa época. Valdría la pena, siguiendo fielmente la distribución del grabado, excavar en esa zona para encontrar lo que quedó de ella.

El interior de las naves ha sufrido actos de vandalismo donde se ven claramente evidencias de grafitis y boquetes en los muros. Se ven excavaciones en el piso hechas por frustrados buscadores de tesoros y basura de gente que ha entrado a hacer indecencias en el recinto. La vegetación ha invadido el interior, viéndose árboles de regular tamaño en el interior. Por la importancia que alguna vez tuvo esta construcción, es una obligación moral y cívica el rescatarla y conservarla como un museo, club hípico u hotel del tipo de las haciendas de Morelos.

La fábrica es un ejemplo vivo, milagrosamente en pie todavía, de la arquitectura afrancesada del Porfiriato, y muestra la importancia dada en este tiempo a la industria textil, y cómo Aguascalientes formó parte vital de este desarrollo con esta exitosa fábrica.

La fábrica impacta cuando es observada a la luz del día desde la cerca de alambre. Con un poquito de imaginación uno puede ver a los dueños llegando a la entrada del edificio en una fina y elegante diligencia digna de la opulencia del Porfiriato; o echándole un empujón adelante en el tiempo observar a un grupo de villistas irrumpiendo violentamente en las instalaciones pidiendo a punta de pistolas dinero al dueño para apoyar la causa revolucionaria o en un peor escenario: prendiéndole fuego y saqueándola, con el correspondiente rapto de la bellas costureras.

La fábrica cuenta también con sus historias de apariciones, habiendo sido visitada e investigada por los intrépidos cazafantasmas. Vecinos del lugar, sin ninguna intención de llamar la atención, hablan de una espectral mujer cubierta con un vestido blanco de tiempos de la Revolución que camina por las noches por ambas plantas del histórico edificio.

Los invito a que en la primera oportunidad que tengan crucen el viejo puente de San Ignacio y visiten la fábrica, sin olvidar tomarse una foto con las ruinas al fondo. Con un poco de suerte hasta podrían entrar a la edificación y respirar la interesante historia de este místico lugar.

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