China enfrenta una crisis demográfica sin precedentes que ha obligado al país a revisar su política de pensiones y elevar, por primera vez desde los años 50, la edad de jubilación. Este cambio, impulsado por la disminución de la población activa y el envejecimiento acelerado de la sociedad china, marca un antes y un después en la política laboral del gigante asiático.
A partir de 2025, la edad de jubilación se incrementará gradualmente, una medida que busca aliviar la presión sobre los fondos de pensiones y garantizar la sostenibilidad económica del país a largo plazo.
Contexto de la crisis demográfica en China
La población de China ha comenzado a disminuir por segundo año consecutivo, algo impensable hace apenas unas décadas. Durante años, la política de hijo único, que estuvo vigente hasta 2016, frenó drásticamente el crecimiento poblacional. Aunque la medida fue revertida, los efectos demográficos continúan impactando al país. Hoy, la tasa de natalidad sigue disminuyendo, mientras la esperanza de vida ha alcanzado los 78,2 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se espera que para 2040 cerca de un tercio de la población china tenga más de 60 años.
Este envejecimiento poblacional está ejerciendo una enorme presión sobre el sistema de pensiones, que se estima podría quedarse sin fondos para 2035, según la Academia China de Ciencias Sociales. Las autoridades chinas se enfrentan a un doble desafío: una creciente población de jubilados y una disminución de la fuerza laboral que pueda mantener el sistema de pensiones. Ante este panorama, la única opción viable para las autoridades fue aumentar la edad de jubilación.
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Cambios en la edad de retiro
El cambio aprobado por el máximo órgano legislativo chino comenzará a implementarse el 1 de enero de 2025. Para los hombres, la edad de jubilación se elevará gradualmente de los actuales 60 años a 63 años, mientras que para las mujeres será de 50 a 55 años en el caso de empleos manuales, y de 55 a 58 años para aquellas en empleos administrativos. La transición será lenta, con aumentos escalonados cada pocos meses a lo largo de los próximos 15 años, con el objetivo de minimizar el impacto inmediato en la población trabajadora.
Esta medida se enmarca dentro de un plan más amplio que busca estabilizar el sistema de pensiones. A partir de 2030, los empleados tendrán que realizar mayores contribuciones a la seguridad social, y para 2039, deberán acumular al menos 20 años de contribuciones para poder acceder a sus pensiones. Esto representa un cambio sustancial respecto al sistema actual, en el que los requisitos son menos exigentes.
Reacciones y descontento social en China
A pesar de los argumentos económicos y demográficos detrás de esta decisión, la medida ha generado una ola de descontento social. En plataformas como Weibo, la red social más popular de China, miles de usuarios han expresado su malestar ante el aumento de la edad de jubilación. Muchas personas ven este cambio como una carga adicional en un momento en el que el mercado laboral ya enfrenta serios desafíos, como una alta tasa de desempleo juvenil, que alcanzó el 17,1% en julio de 2024.
Los trabajadores de mediana edad también han expresado su preocupación por la prolongación de su vida laboral. Algunos usuarios han calificado la medida como «moderada», considerando que muchos países europeos ya tienen edades de retiro superiores a los 65 años.
Sin embargo, otros señalan que la crisis demográfica de China no puede compararse directamente con la situación de Europa, dada la presión social y económica que enfrentan los jóvenes chinos. La combinación de un mercado laboral saturado, salarios estancados y una creciente incertidumbre económica ha exacerbado el descontento entre la población.
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Implicaciones económicas a largo plazo
El aumento de la edad de jubilación es solo una de las múltiples reformas que China necesita implementar para enfrentar su crisis demográfica. Sin embargo, esta medida es crucial para garantizar la viabilidad del sistema de pensiones. Con el tiempo, la prolongación de la vida laboral aliviará la presión financiera sobre las arcas públicas, especialmente en las provincias donde los déficits en los fondos de pensiones son más pronunciados.
La reforma también busca alinear a China con otros países asiáticos desarrollados, como Japón y Corea del Sur, donde las edades de jubilación son más altas y se requieren contribuciones más prolongadas al sistema de seguridad social. Estas naciones, que también enfrentan el desafío del envejecimiento poblacional, han logrado implementar con éxito políticas que permiten a los trabajadores retirarse más tarde, asegurando la sostenibilidad económica a largo plazo.
No obstante, la situación de China es única. La transición demográfica ha sido acelerada por políticas gubernamentales como la del hijo único, que limitó el crecimiento poblacional de manera drástica. Ahora, con una economía que se desacelera y una población envejecida, las autoridades deben actuar con rapidez para evitar una crisis económica más profunda. El reto será garantizar que las reformas sean bien recibidas por la sociedad y que las futuras generaciones encuentren un mercado laboral equilibrado, que ofrezca oportunidades a los jóvenes y garantice una vejez digna para los jubilados.
Un futuro incierto para el país
La implementación gradual del aumento en la edad de jubilación en China es una respuesta directa a un problema demográfico y económico que amenaza con desbordar al país en las próximas décadas. Aunque esta medida es considerada inevitable, su aceptación social será clave para su éxito a largo plazo. A medida que China sigue enfrentando una disminución en su población activa y un aumento en su población anciana, el país deberá seguir adoptando políticas innovadoras que promuevan la sostenibilidad económica y social.
El envejecimiento de la población no solo afecta a las finanzas públicas, sino que también tiene implicaciones profundas para la estructura social del país. Las futuras generaciones deberán hacer frente a una mayor carga económica para sostener a una población de jubilados cada vez mayor, mientras que el gobierno buscará equilibrar las demandas de un mercado laboral competitivo y una economía que requiere nuevas formas de crecimiento. La respuesta de China a esta crisis demográfica definirá su futuro económico y social en las próximas décadas.
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