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La ciudad de Aguascalientes a (casi) 450 años de su fundación. Jesús Gómez Serrano recuerda su historia

Con el propósito de dar asilo a quienes recorrían la Ruta de la Plata, que iba de la Ciudad de México a Zacatecas, el 22 de octubre de 1575 fue fundada la villa de Aguas Calientes.

A casi 450 años de distancia de tal fundación (sólo 446, si queremos ser exactos) y a propósito de las festividades que conlleva este aniversario, el historiador Jesús Gómez Serrano nos habla sobre la construcción de la identidad hidrocálida, sujeta no a un solo relato, sino a varias historias que se entretejen —y que nos proporcionan un anclaje en común—.

Jesús Gómez formó parte de la primera generación de la Licenciatura en Sociología de la UAA, cuando esta era la única carrera relacionada con las humanidades que impartía la institución. En parte por esa razón sucedió algo extraño, pues se graduó como sociólogo con una tesis de historiador, y que fue publicada poco después por el FCE  con el título Aguascalientes: imperio de los Guggenheim. 

En su trayectoria, se destacan: Premio Nacional de Investigación Histórica, que le concedió el INAH en 1988; el Premio BANAMEX de Historia Regional Mexicana, que obtuvo en 1999 y la Cátedra Internacional Eulalio Ferrer, en la Universidad de Cantabria, que ocupó en 2008. Actualmente, es el único profesor del CCSH de la UAA que tiene la categoría de SNI III y fue el primer catedrático de la institución en obtener dicha distinción. 

A lo largo de su carrera ha publicado 25 libros y en 2000 ganó el Premio García Cubas, otorgado por el INAH, al mejor libro de historia publicado en el país durante ese año, con Haciendas y ranchos de Aguascalientes.  Para el historiador, hablar de identidad es hablar de una cosa extraña y frecuentemente errónea que, sin embargo, no debe alterarnos. 

“Muy frecuentemente tenemos una idea falsa o equivocada de nosotros mismos. Exageramos nuestras virtudes, pero también nuestros defectos, y nos miramos en el espejo de una manera en la que las demás personas no nos ven, como si fuéramos alguien que realmente no existe. Con los pueblos pasa exactamente lo mismo”, comenta. 

A lo largo de sus investigaciones, el doctor Gómez Serrano se ha dedicado a explorar ciertos relatos históricos que conforman la identidad aguascalentense; entre ellos la famosa “leyenda del beso”, según la cual Aguascalientes debe su independencia a un casto ósculo que le dio la señora Luisa Fernández Villa al general Santa Anna, o el tema de la vitivinicultura, pues a la gente le gusta creer que en Aguascalientes se cultiva vid y se hace vino desde el siglo XVII (aunque eso no es completamente cierto). 

Se puede demostrar, según comenta, que en el siglo XVIII la villa estaba convertida en una enorme fábrica de chinguirito: una bebida prohibida, hecha a base de piloncillo y salvado, que se vendía con mucho éxito en los reales de minas del norte. 

Señala el historiador, respecto a estos mitos, que es importante la labor de “desmontaje”, aunque también hay que reconocer y respetar el hecho de que esos relatos están cosidos a la identidad local y regional (que todos compartimos).

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