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Aniversario de la batalla de Zacatecas: La gloria de Villa que costó diez mil vidas

La batalla de Zacatecas fue uno de los combates más decisivos y sangrientos de la Revolución Mexicana. Tuvo lugar el 23 de junio de 1914, y vistió de gloria al general Francisco Villa, quien derrotó a las tropas del entonces espurio presidente Victoriano Huerta. Esta conflagración despejó el camino de la División del Norte hacia la Ciudad de México. Después de este duro golpe, los federales ya no pudieron ponerse en pie de nuevo.

Zacatecas representaba el último bastión del agonizante régimen huertista; la última puerta del Ejército Constitucionalista hacia la capital y el control del país. La perla colonial era rica en minas, historia y la columna vertebral ferroviaria de México. Carranza había ordenado al general Pánfilo Natera, líder del Ejército del Centro, atacarla; pero no tuvo ningún éxito. Para evitar dejarle toda la gloria a Villa, Carranza le pidió cinco mil hombres y mantenerse al margen del ataque. Así, Francisco Villa, humillado y ofendido por semejante propuesta, renunció a la toma del poblado. Esta decisión fue rechazada por los propios villistas, quienes desobedecieron la orden y se lanzaron sobre la meca minera.

El Centauro del Norte confío la ofensiva al general Felipe Ángeles, su artillero estrella. El 17 de junio de 1914, desde Torreón, Coahuila, parten dieciocho trenes con lo mejor del ejército de la División del Norte y los potentes cañones del experimentado artillero, alguna vez mimado por el exiliado Porfirio Díaz.

Para evitar dejarle toda la gloria a Villa, Carranza le pidió cinco mil hombres y mantenerse al margen del ataque. Así, Francisco Villa, humillado y ofendido por semejante propuesta, renunció a la toma del poblado.

El enfrentamiento dio inicio a las diez de la mañana del 23 de junio de 1914. Los hombres de Villa atacaron Zacatecas por todos lados, causando temor entre los federales. El plan consistía en tomar simultáneamente con la infantería el Cerro de la Bufa y el del Grillo. El general Medina Barrón optó por defender su posición desde la Bufa. El primer punto en ser tomado fue el Cerro del Grillo, el cual no pudo resistir el embate de los veintinueve cañones de Ángeles, que estratégicamente distribuían el fuego. El pánico se apoderó de los soldados que cayeron a la una de la mañana.

El cerro vecino, el de la Bufa, por tener a Medina Barrón vigilando de cerca a sus hombres, aguantó hasta el día siguiente a medio día, pues nadie quería abandonar a su general por miedo a futuras represalias. A pesar de ello, Medina fue vencido.

Caos en las calles

La derrota se reflejó claramente en las calles zacatecanas. Decenas de federales corrían desesperados para no ser alcanzados por la infantería villista en tierra; se despojaban desesperados de sus uniformes y carrilleras como si estuvieran empapadas en ácido. La idea era confundirse con el pueblo zacatecano, al que ambos bandos deberían respetar.

Su última oportunidad era la de llegar a Guadalupe, un pueblo situado a siete kilómetros en el camino hacia Aguascalientes; pero ahí los aguardaban siete mil furiosos hombres del Centauro del Norte para acabar definitivamente con ellos y ganarse la puerta de la Ciudad de México. Aun así, lo que quedaba del ejército federal en Zacatecas fue perseguido para ser exterminado en una de las batallas más sangrientas y crueles de la Revolución Mexicana.

El coronel Bernal, en su desesperación de verse perdido ante la superioridad de los revolucionarios, decidió volarse con todo y municiones dentro de la Jefatura de Armas.

Desde los cerros aledaños, Los Dorados disparaban una mortal lluvia de balas que sonaba en los techos de las casas como una granizada del diablo. Ahí, murieron justos y pecadores. Como podía, la gente buscaba refugio en el primer techo o casa que encontraba para evitar ser víctima del mortal plomo aéreo.

El coronel Bernal, en su desesperación de verse perdido ante la superioridad de los revolucionarios, decidió volarse con todo y municiones dentro de la Jefatura de Armas, en un heroico acto de autoinmolación o de despreciable cobardía. La explosión voló en pedazos toda la manzana, desde el Banco de Zacatecas hasta el edificio de la Palma.

El estruendo fue tan fuerte que sacudió a toda la ciudad como si fuera un sismo. Robustas construcciones a cientos de metros de la explosión vieron sus vidrios romperse. Los edificios de alrededor de la jefatura quedaron hechos añicos en una nube de polvo.

Presas del pánico, muchas personas decidieron abandonar la localidad por temor a otra explosión. Cuando se encontraban caminando entre los dos cerros, a eso de las cinco de la tarde, otra copiosa lluvia plomo se hizo presente, aterrando, matando e hiriendo a docenas de pobladores.

[divider]Un costo demasiado alto[/divider]

La toma de Zacatecas fue uno de los hechos más sangrientos de la Revolución Mexicana y una victoria aparente para la División del Norte, ya que no le sirvió para tomar primero la capital del país y poner a Villa o Ángeles como presidente. El costo de las diez mil vidas fue demasiado alto. Para las fuerzas federales fue la decapitación total de su resistencia. De hecho, en su desesperada huida, el ejército de la federación dinamitó las vías férreas para detener, o al menos demorar, el incontenible avance de los Colorados.

El Centauro del Norte no pudo ser el primero en llegar a la Ciudad de México, debido a que Carranza hábilmente le cortó la provisión de carbón para sus trenes. Esto le permitió llegar primero para imponer sus condiciones. Los carrancistas organizarían una convención en Aguascalientes para buscar una salida pacífica al conflicto, lo cual no lograrían. La única manera de poner un alto a la revolución se daría un año después en el enfrentamiento final entre Villa y Obregón en el Bajío. El norteño perdería y Obregón se enfilaría como el próximo presidente de México al quitar a Carranza del camino mediante el Plan de Agua Prieta.

*Extractos tomados de México desgarrado de Alejandro Basáñez

Alejandro Basáñez Loyola

Autor de las novelas históricas de Ediciones B: México en llamas; México desgarrado; México cristero y Tiaztlán, el final del Imperio Azteca

a.basanez@hotmail.com

Twitter: @abasanezloyola

Facebook: Alejandro Basáñez Loyola, Autor

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