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Juliana Barreto, líneas para una vida con propósito

Al crecer en Colombia, Juliana Barreto recibió “dos genes muy poderosos” provenientes por un lado de su padre, empresario que desde los 6 años cobraba por todo lo que hacía a sus primos mayores (desde hacer diligencias, tender la cama o realizar las compras del mercado) y, por el otro, de una madre caracterizada por la visión de servicio, que trabajó por mucho tiempo con niños habitantes de la calle en la zona de El Cartucho, Bogotá.

“La mezcla hace que me encanten los negocios pero que siempre tengan un sentido social, hoy en día ayudando a minorías de mujeres, niños y ojalá de población vulnerable”, refiere.

Julita, conocida familiarmente así y en redes sociales, ha sido “tiburona” de Shark Tank Colombia, emprendedora, speaker, así como anfitriona y productora de la serie web “Mi jefe es un niño”. Es miembro del G:100, un selecto grupo promovido por la Women Economic Forum (WEF) que reúne a un centenar de mujeres líderes de todo el mundo, donde se encuentran ex premios Nobel, empresarias, filántropas y ex jefas de Estado.

Barreto es chair de su país en emprendimiento social y asesora global en el tema. Recientemente, en Buenos Aires, participó de la reunión en Argentina, en especial en el panel “No sin nosotras”, que exploraba el papel de la mujer pre y post pandemia.

En su intervención, abordó aspectos de emprendimiento, casos de éxito, áreas de oportunidad y de necesidad, así como cifras sobre violencia intrafamiliar, violencia de género, tema salarial y porcentajes de participación laboral (siempre menores a los de los hombres).

En conversación con Líder Empresarial, Julita rememora el trayecto recorrido y brinda luces sobre el momento en que se sitúa actualmente.

En busca del lugar propio

Francisco Barreto, el padre, creó en 1986 Productos la Carreta, empresa colombiana que provee de insumos a gigantes como Dunkin’ Donuts o Grupo Bimbo. Sin embargo, Juliana no comenzó a trabajar directamente en la empresa, sino que fue alentada por su padre a “salir a buscarse la vida”.

Tras estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana, entre desempeñarse en una firma de abogados o una empresa, prefirió esta última. Fue gerente de recursos humanos en Renault y Toyota, donde consiguió por tres años seguidos el distintivo Great Place To Work®️. Luego pasó al área de ventas, donde se reconocía más en el trato con las personas: “trabajaba con un equipo de ingenieros mecánicos que me enseñaban temas de motores, etc.”.

Un punto de inflexión

En un ritmo de trabajo constante, tuvo que realizar una pausa. En 2005, su madre enfermó. Tras semanas en coma, estuvieron a punto de desconectarla, cuando despertó:

“Es un punto de inflexión que te sacude y te hace tomar decisiones. Mi decisión en ese momento fue estar más en casa. Viajaba mucho tiempo al mes, tres semanas estaba fuera”.

Con el tiempo, su madre fue recuperando diversas facultades. Actualmente se comunica vía chat o redes sociales. Hacia 2010, fue a pasar unos meses de vacaciones a México y recibió una oferta laboral. Su madre le dijo “ya me cuidaste cinco años”.

Trabajó en Porsche por dos años y recorrió el país de punta a punta. Fue formadora de fuerzas de ventas y consultora en temas de recursos humanos, competencias, habilidades blandas, etc. Volvió a Colombia con una oferta laboral firmada en la empresa chilena Derco de Grupo Falabella CMR. Luego de un año de buenos resultados, la quisieron llevar a Chile, a lo que se rehusó. Entonces, se unió a la empresa familiar.

De los recursos humanos al mundo mediático

Entrar a la empresa familiar era un paso necesario. Tras años fuera del país y con diferentes caminos recorridos, Julita menciona que, si bien se tienen “un amor loco”, colaborar con su padre no fue tan sencillo: “Un estilo de liderazgo muy diferente al mío, hasta que encontramos un equilibrio donde él ponía lo mejor de él y yo ponía lo mejor de mí”.

Fue entonces que recibió la llamada de Shark Tank Colombia. Durante las primeras dos temporadas, fue “tiburona”, aspecto que ya ha narrado en su charla Tedx. Si bien la experiencia mediática fue “linda pero dura”, reconoce que la apuntaló a lo que se dedica ahora.

Con las herramientas adquiridas en conducción para televisión, imaginó un programa con un formato distinto: Mi jefe es un niño, serie web disponible en Youtube en la que entrevista a emprendedores menores de 14 años:

“Hice una convocatoria orgánica por mis redes y llegaron más de 900 chiquitos que querían entrar. Tenían que mandar un video y de esos elegimos los primeros nueve capítulos. Hubo una segunda temporada, una especie de remake, con una anfitriona que visita a los niños y luego llegan a la entrevista con Julita”.

Ikigai, emprendimiento con propósito

La pandemia obligó a una pausa en el proyecto, pero habilitó a Juliana a dedicarse más a su trabajo como speaker internacional, sobre todo en Latinoamérica (desde México hasta el sur y países del Caribe).

Juliana sitúa varias coordenadas en su concepción del emprendimiento con propósito, una en particular proviene de la palabra japonesa Ikigai, nacida en Okinawa:

“Es una de las poblaciones más longevas del mundo porque la gente encuentra su ikigai, es decir, encuentra su propósito. Son los más longevos porque son muy felices. Hacen cuatro cosas: aman lo que hacen, lo hacen muy bien (percentil 90% para arriba), que te puedan pagar por ello (retribución económica) y que tengas un impacto en otros. Son las cuatro patas de la mesa, si no haces una se cae la mesa. No es solamente emprendimiento con propósito, sino vida con propósito”.

En sus charlas aborda temas de liderazgo, liderazgo y género, mujeres y niños, desarrollo de habilidad blandas, entre otros. Aun cuando se define como defensora de los grupos heterogéneos, ha priorizado los temas de género:

“En nuestros países la única forma de reducir las brechas de género y salariales es que las niñas, jóvenes y mujeres se capaciten, aprendan y sean independientes financieramente. La independencia financiera desata esos nudos que te constriñen a un esposo o una pareja. Tal vez no puedas tomar decisiones cuando quizás estás violentada o simplemente se acabó el amor”.

Otro de los ejes que busca incentivar es el reconocimiento de la potencia de las infancias:

“Para temas de emprendimiento o de trabajo, cuentan con todas las habilidades que se requieren: educación financiera, liderazgo, comunicación, adaptación al cambio, innovación, creatividad o desarrollo personal. Todo lo que tú ves que necesita un emprendedor lo tiene genuinamente un niño”.

Llegar lejos, pero con más conciencia

A diferencia de muchos discursos en torno al éxito, la también socia de ONE SHOT, compañía consultora de ventas y comunicación estratégica, en diversos momentos ha abordado la importancia del fracaso para nuestras vidas: “Fracasar es bueno. Fracasar es necesario. Un niño no aprende a caminar si no se cae”.

Tras su participación en el evento en Argentina, que reunió a más de diez delegaciones, más de 110 mujeres en presencial y muchas más personas conectadas, sitúa algunos ejes que han regido su camino, como la constancia, la disciplina y la orientación a resultados: “saber de dónde vienes y hacia dónde vas, siempre con humildad y tranquilidad, saber leer cómo le hablas a cada quién”.

Resalta: “He aprendido a diferenciar que necesito tiempo para mí, mi marido, mis sobrinos y toda mi familia; poner límites pensando en mi bienestar y entendiendo que puedes decir ‘no’. Creo que cuando aprendes a decir no es cuando ya eres como grande”.

La conferencista, panelista, académica y jurado de eventos nacionales e internacionales se caracteriza por mezclar los mensajes transmitidos con su experiencia de vida. Juliana Barreto concluye: “sé que seguiré llegando lejos, pero con más conciencia”.

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