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José Refugio Reyes, el Antoni Gaudí mexicano

Por Alejandro Basáñez Loyola/Autor de las novelas históricas México en llamas; México desgarrado; México cristero; y Tiaztlán, el fin del imperio azteca

El español Antoni Gaudí, creador de la Catedral de la Sagrada Familia en Barcelona, fue uno de los mejores arquitectos modernistas en el mundo, aunque fue tan mal estudiante que su maestro, Elies Rogent, declaró al otorgarle el título: «Qui sap si hem donat el diploma a un boig o a un geni. El temps ens ho dirà.» (No sé si le hemos dado el título a un loco o a un genio. El tiempo lo dirá).

Gaudí fue contemporáneo de José Refugio Reyes Rivas, el arquitecto empírico mexicano, pues ejerció durante toda su vida sin título.

Reyes Rivas nació en Sauceda de la Borda, Zacatecas en 1862; fue hijo de un humilde cantero. Se casó a los veinte años, pero enviudó en poco tiempo. En 1890, volvió a contraer nupcias con Felipa López, con quien tuvo cinco hijos: Alfonso, Jesusa (quien falleció el mismo día de su nacimiento), Esteban, Refugio y Eva. El único que siguió sus pasos fue Refugio.

Este hombre contaba con una mente prodigiosa que le permitió poner sobre el papel proyectos imposibles para otros mediocres arquitectos con diploma, como el Salieri (músico que envidiaba a Mozart) aguascalentense Camilo E. Pani, quien se burlaba de Reyes llamándolo “arquitecto sin título”, a lo cual recibía como respuesta un: “como tú digas, arquitecto sin obras”.

Los primeros años profesionales de Refugio transcurrieron en Zacatecas, donde tuvo contacto con ingenieros americanos y franceses, los cuales participaban en las obras del Ferrocarril Central Mexicano. El zacatecano recorría los campamentos con cuaderno y lápiz en mano, haciendo preguntas inteligentes sobre los trabajos en hierro y otras estructuras. Los extranjeros caían encantados por el encanto del joven aprendiz, que de ahí obtuvo los conocimientos primordiales para desarrollar su carrera en la arquitectura. Este empeño por aprender le permitió ganarse la confianza de uno de los contratistas franceses, quien más tarde lo recomendó para la construcción del Mercado de Zacatecas.

La vida de Reyes cambió al ganarse el favor de la orden franciscana de Aguascalientes, la cual conocía su calidad como constructor y le encomendó la edificación del Templo de San Antonio, considerado una obra maestra del eclecticismo por la mezcla de estilos de distintas épocas: del siglo XIX, por los motivos neoclásicos y del siglo XX, por su cúpula de acero.

La pesada cúpula de acero fue, literal, un desafío para el arquitecto, pues Camilo E. Pani apostó que al término de la construcción, esta se colapsaría por su propio peso al quitar los andamios que la sostenían. El reto se convirtió en un evento público: el día en el cual se retiraron los andamios, Pani se presentó con decenas de curiosos y colegas, quienes serían testigos de la tragedia. Para el asombro de todos, Reyes puso bajo la cúpula a su familia. Los presentes taparon sus ojos para no ver aquel suceso… Una lluvia de aplausos se escuchó al ver que la cúpula se sostenía firme como la roca. Pani casi se desmayó al ver aquello, pero manifestó que dentro de unos días el domo cedería. El Templo de San Antonio ha estado en su sitio, sin daño alguno, desde su edificación y los rumores de su colapso se apagaron con el tiempo.

La calidad arquitectónica del emérito arquitecto quedó probada con cada uno de sus trabajos, que son alrededor de cuarenta. Algunos fueron destruidos por las guerras, otros no están firmados porque fueron considerados muy simples. De los más significativos en Aguascalientes se cuentan: Templo de San Antonio (1895), Hotel Washington (1896), Templo de la Purísima Concepción (1902), Casa Refugio Reyes (1903), Banco Nacional de México (1905), Banco de Zacatecas (1906), Baños de Ojo Caliente (1908), Museo Regional de Aguascalientes (1908), Hotel Francia (1915) y el Chalet Douglas (1917).

También participó en doce obras en Zacatecas, como en el Templo de San Francisco de Adame (1940) y la Capilla de la Hacienda de Tacoaleche (1941), considerada como su último trabajo (está ubicada en Guadalupe y su construcción inició dos años antes de su muerte, por lo cual no fue concluida por él).

En enero de 1985, Refugio Reyes recibió el título póstumo de arquitecto por parte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

En 2008, se celebró el centenario de la fundación del Templo de San Antonio. El Ayuntamiento de Aguascalientes reconoció a José Refugio Reyes Rivas colocando una estatua suya en bronce en la Avenida Ignacio Zaragoza, frente al Templo de San Antonio: él está sentado en el extremo de una banca, leyendo sus apuntes. Esta escultura fue hecha por Miguel López Artasánchez.

El 3 de octubre de 2014, en agradecimiento por su grandeza, fue declarado hijo predilecto del municipio de Vetagrande, Zacatecas. El Colegio de Arquitectos de Zacatecas lo inscribió, postmortem, como miembro distinguido. Y en su memoria, la sala de cultura de Vetagrande fue nombrada Refugio Reyes Rivas.

La siguiente vez que camine por el centro de la ciudad, no desaproveche la oportunidad de contemplar las obras que legó este arquitecto a Aguascalientes.

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