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Jesse Mireles y la fotografía documental: ¿Cómo ver lo que no se ve?

Así como dicta un antiguo proverbio chino: «los ojos son ciegos a lo que no ve la mente», las realidades que no nos atraviesan suelen pasar desapercibidas a nuestros ojos. Entonces, ¿Cómo involucrarnos con aquello que desconocemos a partir de la poca posibilidad de percibirlo? La fotografía…

La respuesta se encuentra en el confrontamiento directo (y a la vez indirecto) con aquello que parece ajeno y sin embargo, nos remite a una “parte de” en la que podemos involucrarnos en un plano consciente y para ello, nos acercamos a Jessica Mireles, una joven promesa zacatecana dentro de la fotografía documental. 

Teniendo una inclinación e interés por todo aquello que las cámaras pueden capturar desde los 11 años, comenzó su formación de manera autodidacta. Esta tendencia la ha llevado a cabo en diversas áreas y es que, declara:

“en las cosas que me interesan, me gusta aprender por mí misma. No es que sea conocimiento menos válido, sino que es una manera de alentarte a seguir aprendiendo y cultivándote”. 

La gama de posibilidades que encontró al momento de tomar la cámara fue lo que detonó la fascinación por la fotografía; en ello intuyó el poder de hacer cosas nuevas y diferentes a lo que se ve a menudo. En este sentido, se podría decir que vio en la cámara “una herramienta para aprender a ver sin cámara” (Dorothea Lange). La habilidad de capturar y ahondar en la intimidad de la escena es algo que se ha construido en la mirada de Mireles. 

Las visiones que encaminan la fotografía

Como primeros referentes de la fotografía documental dentro de contextos sociales, bélicos y culturales, tuvo a Robert Capa y James Nachtway (dedicados a la fotografía de guerra). “Gracias a ellos fui aprendiendo que la fotografía como documento histórico es muy importante, que es necesario registrar todas esas cosas que pasan”. No se trata de asombrar al mundo con imágenes impactantes, sino de dejar un referente de lo que se vive. Sin otro propósito que ese, mostrar. 

Pude ver el valor que tiene fotografiar problemas sociales críticos y las injusticias que pedían a gritos ser corregidas, pero que, antes que nada, tenían que ser mostradas al mundo”.  

James Nachtway, tras pasar varias semanas documentando.

Tras aquel acercamiento con la obra de los fotógrafos, tuvo su primera clase formal de fotografía básica en la universidad. Esto amplió su conocimiento a partir de talleres que iban más acercados a la labor fotodocumentalista. Sus estudios universitarios en comunicación le brindaron herramientas que le permitieron compaginar la fotografía con el periodismo. Así incentivó un progreso que complementó con sus conocimientos previos. 

De entre su formación se pueden contar talleres de fotoperiodismo y fotodocumentalismo con fotógrafos de diversos medios nacionales e internacionales como Proceso y El Universal, así como con ganadores de premios Pulitzer. 

Nuevas formas de mirar 

Debido a las necesidades que requieren los proyectos documentales, suelen ser de largo aliento. Ya que no se trata de imágenes meramente informativas, sino de carácter más solemne, pretenden brindar una cercanía hacia lo que se retrata. Todo desde una perspectiva ética, profesional, empática y respetuosa. Al respecto menciona:

“La narrativa visual que requieren los proyectos documentales no necesariamente es informativa. Tú puedes encontrar la manera de contar una historia, pero con narrativas diferentes que creas que puedan hacer sentir algo al momento de que las vea el espectador. Todas las fotografías pueden ser documental, en la medida en que están narrando algo. Pero sí hay diferencia con el fotoperiodismo, ya que son proyectos que demandan mucho sentido humano”. 

Jesse Mireles se centra principalmente en cubrir temas sociales, culturales, de género y derechos humanos. Si bien no hay un estilo propiamente dentro de la foto documental (debido a los lineamientos que maneja), lo que define son los tópicos hacia los que se inclinan.

En su debut como fotodocumentalista, fungió como corresponsal para el diario The New York Times. Dentro de un proyecto llamado “This is 18”, participó junto a 22 fotógrafas alrededor del mundo. El propósito era plasmar lo que significa tener 18 años en diferentes países, durante el 2018. Las fotografías estuvieron en exhibición en diversos lugares alrededor del mundo: Casa de la ópera de Sidney, París, Milán, entre otros. 

Además de este colosal proyecto, ha participado en pruebas para ingresar a la agencia de información, Reuters y fue mencionada por la revista Vogue México, como una de las fotógrafas de América Latina que marcan la pauta de la nueva generación. Siendo un espacio mayormente ocupado y manejado por hombres; las visiones y los trabajos de las mujeres representan una mirada fresca y una perspectiva disruptiva sobre el mundo. 


“Me gustaría cruzar fronteras, no literalmente, sino a partir de mis imágenes. No me interesa que mi nombre salga publicado en cierto lugar, sino que mis imágenes puedan ser vistas más allá de mi realidad y de mi entorno”

. Luego de explorar y revelar la experiencia local, las metas se amplían hacia un recorrido por nuevos panoramas nacionales e internacionales, llevando consigo la mirada particular e intimista que la caracteriza.

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