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Japón es más que industria automotriz

Los intercambios comerciales que no hacemos

La apertura de la primera planta Nissan, en 1982, marcó la llegada de la comunidad japonesa a Aguascalientes. Tres décadas después, unas 520 familias niponas residen y gastan en el estado.

Japón es más que la industria automotriz. Culturalmente, su alimentación, educación, cuidado de la salud e incluso entretenimiento difieren mucho de los usos y costumbres mexicanas. Esas diferencias abren oportunidades de negocios que los empresarios locales no han sabido satisfacer.

La cadena Toyo Foods, por ejemplo, comercializa insumos para la cocina tradicional nipona y su dueño es un japonés residente en Jalisco.

Iwao Fukuchi, presidente de la Asociación de Intercambio e Integración México-Japón A.C., cuenta que, aunque casi tres veces más caro que en Japón, “ahí casi se puede conseguir todo (…) El dueño, el señor Ishikawa, venía hace como 20 años a vender comida japonesa. Rentaba un salón de hotel y solamente venía una vez por mes. Al ir creciendo la población japonesa, quería un lugar fijo”.

El atraso del mercado aguascalentense frente a la demanda de la comunidad nipona es tal que sus necesidades, antes de verse cubiertas, cambian a la par de sus estilos de vida en la entidad.

Y es que, explica Fukuchi, “antes venían muchos japoneses solos. Pero, últimamente está creciendo la cantidad de familias porque ya va a haber 100 niños en la escuela japonesa (…) Entonces, va a tener que construir el salón, pero al principio no estaba contemplado que hubiera tantos niños”.

Sin embargo, la demanda de servicios educativos para los nipones radicados en Aguascalientes es más amplia, advierte Daigo Arreola Fukawa, un exmanager de la bolsa de trabajo especializada en empresas japonesas de Manpower y docente nativo del idioma.

“Un baby care center de guardería y actividades generales que necesitan las esposas para despejar la mente y no estar solo en casa”, comenta.

Idioma, la principal barrera

De acuerdo con el portal especializado Santander Trade, entre los sectores maduros de inversión en Japón están la construcción y remodelación de viviendas, los servicios educativos, bienes domésticos, turismo y energías alternativas.

Aunque cambian su residencia, coinciden Iwao y Daigo, los nipones esperan lo mismo que en su nación y tienen las mismas necesidades básicas que cualquier persona. La única barrera, quizás las más importante, señalan, es el idioma.

“Para vivir, hay de todo. Nada más que para contratar cualquier servicio necesitan hablar español”, asegura Fukushi, que enseña japonés en la AIIMJ.

A esta barrera se enfrentan, principalmente, las esposas japonesas pues “tienen que ir al supermercado y no saben qué producto es de la mejor calidad. No saben leer el español, entonces no saben qué es el producto en sí. O si se les rompió la tubería, no saben con quién acudir y le piden a la empresa que les ayude, sí las apoyan, pero se tardan”, agrega Arreola Fukawa.

La población nipona no aprende el español, principalmente, porque la mayoría son personas o familias enviadas por decisión de sus empresas y no por interés propio, por lo cual no tienen tiempo de prepararse. Quienes los auxilian son otros japoneses con más tiempo de residencia en el estado.

A la inversa, también hay una barrera. Desde su punto de vista, comenta el exmanager de Manpower, el gobierno y las universidades de Aguascalientes impulsaron tardíamente el aprendizaje de este idioma como parte de la formación de los jóvenes.

QCD

Santander Trade destaca que, como consumidores, a los nipones les interesa la calidad y servicio de la empresa a la cual compran bienes o servicios.

“Hay un estándar japonés en todas las empresas, el QCD: quality, cost y delivery; calidad, costo y tiempo. Eso buscan todas las empresas, todas (…) Es un balance que deben encontrar los japoneses, por eso lamentablemente a veces se van con los grandes, aunque sea un poquito más elevado el precio”, dice Diego Arreola.

Las mujeres del país del sol naciente, ejemplifica, valoran una atención al cliente de calidad. Eso incluye desde responder un saludo hasta mostrar simpatía y hacerlas reír.

Comunicación y publicidad

Junto con su madre, nacida en Japón, Daigo ha lanzado un pequeño periódico en japonés en el cual no ofrece noticias, sino tips para vivir en Aguascalientes. Eso incluye recomendar establecimientos que ofrezcan víveres de buena calidad, ropa acorde a sus gustos e incluso los tipos y costos de las infracciones de tránsito.

De ahí en más, reconoce, la forma en la que restaurantes, sitios de esparcimiento y otros establecimientos se dan a conocer es mediante redes sociales y publicidad de boca en boca.

“Por ejemplo, van a un cafecito que se anunció en Facebook y eso lo van esparciendo entre la comunidad, porque son alrededor de 1,500 japoneses”, señala.

Para Manuel Lugo, líder de la consultoría en inteligencia de mercados IMAAC, la falta de estrategias mercadológicas dirigidas al consumidor originario de Japón se debe en gran parte a que representa un mercado pequeño. En el caso de las grandes empresas automotrices, considera, la ausencia de trabajo de agencias locales se debe a la falta de especialización y conocimiento de estas, y a la complejidad del mercado que la industria representa.

Aun así, hay formas de llegar al gusto nipón, asegura Daigo:

“Si el director de una planta dice: ‘está rico ahí’, todos van a ese lugar. Los viernes hacen junta todos los directivos de las plantas que están aquí y ahí se pasa la voz. Entonces, si quieren atacar a alguien, debe ser al director de la planta (…) porque él te da la buena recomendación o la mala”, comparte.

Realidades rompe-mitos sobre el consumidor japonés

Gracias a las entrevistas para este artículo, aclaramos algunas ideas preconcebidas acerca de nuestra comunidad nipona:

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