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Innovación y legislación: ¿Polos opuestos?

Por Lyana Kahn 

Originalmente publicado por Editorial Hotbook 

 

Durante la última década, el internet ha revolucionado la manera en la que trabajamos, pensamos, nos relacionamos y vivimos. Ante esto, parece indiscutible pensar que los marcos regulatorios debieran transformarse al mismo paso acelerado; sin embargo, mientras que muchos de los negocios se han subido a la ola de la tecnología y han evolucionado velozmente, las legislaciones alrededor del mundo se han ido quedando atrás, muy lejos de emparejarse. Esto ha causado diferentes efectos en el desarrollo de las economías, la transformación de los mercados y el éxito de las empresas. 

Desde una perspectiva externa, es asombroso observar lo paradójico que puede ser estar en el lugar de un emprendedor. Por un lado, existen grandes incentivos gubernamentales para innovar, generar cambios disruptivos en industrias y ofrecer beneficios a la sociedad; por ejemplo, en Estados Unidos, a través de organismos como el Departamento de Innovación y Emprendimiento, que forma parte de la Administración de Desarrollo Económico, se han creado programas que promueven a emprendedores con proyectos innovadores y disruptivos mediante inversiones monetarias, facilidad para el acceso a mercados y otros estímulos. Por otro lado, constantemente nos topamos con historias de emprendedores y grandes empresarios que día a día se enfrentan a leyes obsoletas y marcos regulatorios rígidos, los cuales se convierten en obstáculos que frenan su crecimiento y desincentivan el desarrollo económico. 

Pareciera ser que los emprendedores actuales son los únicos que batallan con este gran desafío, pero no perdamos de vista que, a través de la historia, la mayoría de los pioneros y grandes innovadores en diferentes industrias se han enfrentado a retos equivalentes. Por ejemplo, cuando John D. Rockefeller empezó Standard Oil, empresa que revolucionó la industria petrolera, no existían regulaciones dentro del campo, por lo cual éstas se fueron desarrollando al mismo tiempo que el proyecto crecía. De forma similar, los primeros creadores de automóviles tuvieron que batallar contra las leyes diseñadas e impuestas para las carreteras construidas específicamente para carrozas. 

En diferentes instancias, Henry Ford tuvo que luchar contra el Plan de Recuperación Nacional, propuesto por el presidente Franklin Roosevelt, que pretendía que los negocios de cada industria se regularan a través de códigos de conducta (cuotas de producción, precios, salarios y horas de trabajo fijas), mismos que atarían a las organizaciones en cada ramo productivo, eliminando así la competencia. 

En cuanto a la rigidez en los sistemas regulatorios, en el siglo XIX era imposible que nuevos empresarios entraran a competir en el ámbito de los ferrocarriles, fuera de los grandes magnates como Cornelius Vanderbilt, ya que éste se encontraba regulado fuertemente por la Comisión de Comercio Interestatal, lo cual promovía la existencia de monopolios. 

Recientemente, se ha intensificado la tensión entre empresas basadas en tecnología y los reguladores. Los modelos de negocio de estas firmas son radicalmente distintos y las regulaciones no se han ajustado a las necesidades de estos mercados. Para entender cómo se han mantenido exitosos varios de estos proyectos disruptivos, es esencial analizar las diferentes formas en las cuales han sobrellevado dicho reto. 

Primero, tenemos a las compañías que se arriesgan legalmente; su clave está en expandirse y generar una masa crítica de usuarios rápidamente, en hacer las cosas mejor que la competencia y generar un beneficio claro para la sociedad. De esta manera, pueden apalancarse de la opinión pública, la lealtad de sus usuarios y el compromiso de sus benefactores para cabildear por un cambio en la legislación o simplemente una interpretación a su favor. Este tipo de negocios, por lo regular, forman parte de las “economías compartidas” o son “empresas bajo demanda”, las cuales aprovechan el tiempo ocioso de las personas, espacios desaprovechados o recursos desperdiciados. 

Un gran ejemplo de esto es Airbnb, fundada en 2008, que convierte departamentos en casas de huéspedes y a sus propietarios, en hoteleros. Hoy en día, tiene presencia en aproximadamente 34,000 ciudades alrededor del mundo y más de 1 millón de cuartos disponibles para sus usuarios, más que la mayoría de las grandes cadenas hoteleras como InterContinental Hotels Group, y se pronostica que pronto va a sobrepasar el número de reservas de estas cadenas. Según los estimados de Barclays, actualmente representa el 17.2 por ciento de la oferta de cuartos de hotel en Nueva York; 11.9 por ciento, en París; y 10.4 por ciento, en Londres. 

Últimamente, Airbnb se ha enfrentado a incrementos en las presiones regulatorias por las faltas que puede estar cometiendo en cuanto a las leyes de ocupación e impuestos que regularmente aplican a hoteles tradicionales. A pesar de ello, gracias a la extensa red de usuarios que la empresa ha construido rápidamente, tanto de huéspedes como de propietarios, y la satisfacción y beneficios que genera a sus clientes, ha podido protegerse manteniendo su crecimiento acelerado. Ha conseguido negociar con las autoridades de cada país de diferentes maneras, adaptando su modelo de negocio en cada localidad. Gran parte de cómo ha podido “esquivar” algunas de las limitaciones ha sido argumentando que no es propietario de los espacios rentados u ofertados, generando así un hueco en el cual no le aplican dichos estatutos regulatorios. 

Pero existen casos en los que las firmas toman una estrategia más conservadora para subsistir. Dicha estrategia aplica en el momento que se dan cuenta del riesgo legal en el que incurren, por lo cual limitan o detienen sus operaciones hasta que su competencia abre camino o descubren cómo cumplir las regulaciones. 

Existen algunos ejemplos de este tipo de casos dentro de la industria fintech, la cual ofrece el acceso a servicios financieros digitalmente y está revolucionando los sistemas arcaicos de la banca tradicional. Prosper, la plataforma tecnológica pionera en Estados Unidos del peer-to-peer lending (préstamos realizados por individuos a otros individuos, sin pasar por algún intermediario financiero tradicional como un banco) y en su momento la más grande, se arriesgó ignorando las regulaciones de la Comisión de Valores e Intercambios. En ese entonces, Lending Club, su competencia distante y el segundo jugador en el mercado, entendió el peligro del incumplimiento legal y decidió suspender sus operaciones hasta que logró resolver la forma para cumplir con la ley, dando tiempo para que Prosper litigara por ellos. 

Gracias a la estrategia cautelosa y meticulosa de Lending Club, hoy es el jugador número uno en la industria. Desde 2007 ha otorgado más de 9,000 millones de dólares en préstamos y se hizo pública en la Bolsa de Nueva York, transformándose en la primera plataforma de préstamos en línea pública de la historia. Aunque Prosper se quedó varios pasos atrás, también es muy exitosa y ha otorgado 3,000 millones de dólares en préstamos; fue nombrada como una de las grandes promesas en el ámbito empresarial por Forbes en Estados Unidos. 

Sería injusto mencionar únicamente los casos en los que las regulaciones limitan el desarrollo de emprendimientos innovadores, pues en ocasiones nuevas leyes o reformas dan pie a que nazcan industrias enteras. Por ejemplo, emprendedores han aprovechado la legalización del consumo de cannabis en algunos estados de EUA, y han creado negocios alrededor de ello. En Colorado se estima que las empresas en la industria del cannabis alcanzarán ventas por encima de los mil millones de dólares. Incluso se han creado fondos de capital privado que invierten exclusivamente en startups del mismo ramo como Privateer Holdings, que hoy tiene 82 millones de dólares comprometidos y un portafolio de 3 firmas. 

Utópicamente, pudiera seguir mencionando casos de éxito en los que emprendedores han superado los retos regulatorios o nuevos negocios han surgido de modificaciones o aperturas en la ley; pero también existen varios casos en los que se han llevado organizaciones a la quiebra. Desde una perspectiva optimista, podemos ver cómo, comúnmente, estas compañías llevadas a la bancarrota han servido como guía para que otros emprendedores puedan adaptar sus modelos de negocio conforme a la ley y consigan el éxito. Napster, startup primeriza en la industria de la música compartida por internet, fue acabada por demandas que la acusaban de violación de derechos de autor. Sus esfuerzos por subsistir y sus litigios cimentaron las bases para que naciera iTunes, la plataforma legal de Apple para descargar música. 

Los riesgos regulatorios a los cuales se enfrentan las empresas innovadoras y disruptivas todos los días, nos pudieran dejar dos mensajes clave desde la visión de los emprendedores. Primero, este tipo de organizaciones, en vez de enfocar su energía y recursos para intentar modificar las leyes, deben encontrar la manera de ser flexibles y tener la agilidad de cambiar de estrategia rápidamente, adaptándose a dichos marcos regulatorios rígidos para subsistir. Y segundo, deben de sacar provecho de las bases regulatorias ya existentes para competir sobre la base de la conveniencia y encontrar la forma de beneficiar a sus usuarios a través de ello, o simplemente seguir el camino de quienes les han abierto las puertas, entregando a los clientes una mejor oferta. 

Desde el panorama de los reguladores, es esencial que estos empiecen a responder a las necesidades de las nuevas firmas que han surgido, principalmente, a partir de la era digital. Si el objetivo de los reguladores es que las legislaciones puedan delimitar el espacio de juego y poner orden en la cancha, incentivando el crecimiento económico del país, es fundamental que las adapten constantemente. 

En el mundo de los negocios, los emprendedores siempre han sido el primer estímulo para que se generen las leyes dentro de su campo. Si las empresas de hoy no caben dentro del marco regulatorio y su oferta de valor para la sociedad es muy clara, ¿qué más necesitarían hacer los emprendedores para empezar de nuevo a impulsar la evolución de la ley?

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