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Innovación: La estrategia faltante para combatir al coronavirus en México

Por Kaleidoscopio PR

El 31 de diciembre en Wuhan, China, se reportó un caso de neumonía de “causa desconocida”, evento inicial de la pandemia que hoy conocemos como coronavirus. 

La propagación ha sido rápida, continua y ascendente al alcanzar alrededor de medio millón de casos confirmados al cierre de marzo, con más de 20,000 defunciones en 200 países, siendo Europa el continente más afectado hasta ahora. 

Las únicas medidas de contención de la pandemia, declaradas por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020, son de aislamiento y comportamiento social. A diferencia de la pandemia de influenza AH1N1 que inició en México en 2009, para el COVID-19 no se ha reportado tratamiento posible ni existe vacuna al momento. 

Ante este panorama, el desarrollo tecnológico comenzó con las pruebas de diagnóstico y estudio sobre los efectos de antivirales conocidos. El 10 de enero de 2020, se divulgó la secuencia genética del denominado COVID-19 para ponerla a disposición de los interesados. De esta manera, los expertos comenzaron a trabajar en tratamientos y posibles vacunas que ayudarán a controlar y disminuir la propagación de la enfermedad.

Lamentablemente, aún no hay resultados exitosos a tres meses del inicio de la pandemia. Al cierre de marzo, existen 171 ensayos clínicos diferentes para la enfermedad registrados en los EUA dirigidos a pacientes de diversos países, y al 8 de marzo había por lo menos 382 alrededor del mundo, pero ninguno de ellos dirigido a México.

¿Por qué México no puede desarrollar vacunas? La firma legal y de negocios, BC&B, señala que esto se debe a que el desarrollo tecnológico no es visto como una herramienta fundamental para la solución de problemas en México y, de igual manera, los incentivos para la innovación por las empresas e instituciones académicas son insuficientes.

“A nivel de políticas públicas, las patentes son satanizadas, los incentivos fiscales son complejos y muy restringidos, y los investigadores no tienen un marco normativo claro que les brinde la confianza de colaborar con empresas del sector privado» indicó Héctor Chagoya, socio de BC&B.

El directivo señala que a más de 10 años de la pandemia de influenza H1N1 que inició en México, nuestro país sigue dependiente de lo que otras naciones desarrollan, incluso con base en la información generada por científicos mexicanos.

Tampoco se cuenta con producción autónoma de vacunas, ni capacidad de síntesis y producción de moléculas nuevas para tratamiento de nuevas enfermedades como el COVID-19, protegidas y en condiciones de ser licenciadas a otros países del mundo. 

Las vacunas de nueva generación basadas en partículas similares a los virus (VLP’s) o RNA mensajero (mRNA)5, junto con las técnicas tradicionales de producción e inactivación de virus, están actualmente en desarrollo, pero su llegada al mercado aún se encuentra a muchos meses de distancia.

“Para el desarrollo de vacunas o tratamientos para COVID-19, existen diversos mecanismos que permiten proteger la inversión mediante patentes y maximizar el impacto de la innovación en la atención de necesidades de salud pública. Otros países, están buscando soluciones y dispuestos a facilitar la entrada al mercado de tecnologías sanitarias más asequibles, con costos mucho menores que el aislamiento social, el cual hoy azota la economía de México y el mundo”, añadió Chagoya.

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