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|IN MEMORIAM| Jorge Vergara: el empresario que se negó al fracaso

Bien lo dijo su hijo Amaury al referirse al fallecimiento de su padre: “Jorge Carlos Vergara Madrigal trascendió de esta vida”, en tanto seres como el fundador de Omnilife no mueren, pues el legado que dejan en vida se mantiene como un espejo en el que mirarse para las personas que lo conocieron. 

Desde muy pequeño, Jorge se distinguió por su carácter emprendedor; por ese espíritu perseverante y audaz que lo impulsó a pertenecer a la estirpre bravía de empresarios que persiguen sus sueños hasta el límite para alcanzarlos. 

Su primer trabajo lo consiguió en la empresa de su padre a los 10 años. En una entrevista para Alto Nivel y Entrepreneur, Jorge recordó que su sueldo era de 50 pesos mensuales, los cuales repartía de la siguiente manera: 40 para su mamá, 5 para sus hermanos y el restante para él.  Con esos ahorros armó coches a escala para vendérselos a sus amigos en la escuela. 

Ya como adulto se metió a vender coches usados; después pasó por Volkswagen; posteriormente puso una empresa de venta de autos y refacciones, pero tampoco prosperó. 

En 1978 ingresó a grupo Casolar, alcanzando la subdirección comercial, aunque fue despedido cuatro años más tarde a raíz de la crisis económica que sufrió el país en aquel año.

En diversas entrevistas y apariciones, Vergara enfatiza que él creció con la palabra crisis. La normalizó a tal punto que al escucharla,  no le causaba inmutación alguna. «Para mí era un concepto muy común y corriente. A mí me arrullaron en la cuna cantándome: ‘véngase la crisis'», rememoró en una charla TEDx.

Viéndose desempleado, siguió el consejo de un gran amigo suyo que le recomendó dedicarse a su hobbie porque “sería un gran negocio”. El pasatiempo de Jorge era cocinar, por lo que abrió un restaurante de carnitas y otro de comida italiana, los cuales atendía durante todo el día. 

Los negocios empezaron a crecer, aunque a costa de su salud debido a lo ajetreado de su día a día. 

“Me despertaba a las 4:00 A.M. para freír las carnes que le vendía a los puestos de tortas ahogadas; después abría mi propio ‘changarro’ hasta irme en la tarde al restorán de cocina italiana. Me acostaba a las 12 de la noche, por lo que sólo dormía 4 horas”. 

Esa rutina le ocasionó  problemas de sobrepeso y otras afecciones contra la salud, que a su vez lo condujeron a la quiebra y al fracaso.  

Vergara halla en los suplementos alimenticios una herramienta para recuperar su peso ideal. Ingresa a trabajar a Herbalife, convirtiéndose en distribuidor de la empresa. Los resultados son positivos: se hace de recursos prominentes, mientras lo envían a diferentes partes del mundo a extender la marca. 

Sin embargo, diferencias con su jefe provocan su salida de la empresa. Nuevamente se ve abocado a iniciar de cero. Con el dinero que guardó, empezó a gestar la idea de crear una empresa de suplementos alimenticios que satisfaga las necesidades de los mexicanos. Pero los comentarios que recibió eran desmotivadores, muchos de ellos lo tildaban de loco e invitaban al desánimo.

“Le comenté a mi familia que ese era mi sueño de vida, pero mi mamá me preguntó que qué ocurriría si mis clientes se morían. Todavía no tenía producto, ni compañía ni dinero, pero ya me estaban matando a los clientes. Le dije que ni siquiera había comenzado la historia y ya estaba metiéndome miedos y preocupaciones”, refirió Jorge. 

Haciendo caso omiso de las dudas vertidas hacia su proyecto, Vergara arrancó la empresa Omnitrion en 1991 con solo seis distribuidores. Paulatinamente el negocio fue creciendo y expandiéndose hacia el sur del continente, conquistando los mercados colombiano y peruano. 

“Todos pensamos en hacer negocios con los norteamericanos cuando el mercado sudamericano está desatendido. Nadie piensa en irse hacia abajo. Hasta la fecha [2016] hay lugares en los que solo hay un puñado de empresas mexicanas porque no se animan a incursionar en esos países”, dijo. 

Posteriormente, la empresa conquistaría Estados Unidos, España; cambiaría el nombre de la empresa a  Omnilife; alcanzaría presencia en 18 países con más de 6 millones de distribuidores, facturando una cifra superior a los mil 400 millones de dólares. 

Jorge calcula que hasta antes del rotundo éxito de Omnilife, fracasó en una decena de emprendimientos. 

“Nos cuesta mucho trabajo asimilar la palabra fracaso. Cada vez que se menciona es como si temblara. Les da miedo el fracaso y el miedo al fracaso es miedo al éxito. Tiene que cambiar la cultura y entendamos que el fracaso deviene en el éxito”, refirió a Entrepreneur. 

Vergara también ha afirmado que una de las grandes lecciones que ha aprendido es que “equivocaciones van a darse muchas, la gran diferencia es que quien aprende de ellas es el que crece y alcanza el éxito”. 

Eso sí, el extrovertido empresario siempre ha insistido que el emprendedor no tendrá éxito si prioriza la búsqueda del dinero sobre la búsqueda de resultados. 

«La gente que hace negocios por dinero, fracasa o no gana mucho. Y a la gente que persigue resultados, el dinero los persigue», dijo a Entrepreneur. 

Volcó su pasión a otros proyectos. Cinéfilo desde niño, coprodujo películas de Alfonso Cuarón, siendo “Y tu mamá también” una de las más famosas. Su interés por transformar a México a través de la educación lo llevó a fundar Educare, , una escuela donde «enseñamos que el premio y el castigo no existen; que el sentido de la vida es ser feliz haciendo lo que mejor puedes y quieres hacer».

Una de sus más grandes ambiciones fue retribuir a México lo que México le dio a él. Creía fervientemente que los empresarios en situación económica privilegiada deben encontrar la forma de devolverle a la sociedad lo que ésta les brindó. 

En 2002 revitalizó la liga de fútbol mexicana, tras la adquisición del 87% del Club Deportivo Guadalajara. Su carácter extrovertido y polémico avivó la rivalidad entre las Chivas y el América. Logró dos títulos de liga con la escuadra tapatía; construyó un nuevo estadio; su apuesta por el desarrollo del jugador mexicano se tradujo en una cantera convertida en fuente inagotable de talento, de la que emanaron jugadores de talla internacional. 

«Mi sueño era tener 11 ‘chícharos’ en la cancha para mostrar y contagiar a los jóvenes la idea de que el éxito en México sí se puede».  Más allá del ámbito deportivo, Vergara estaba convencido de que México cuenta con el talento necesario para convertirse en un referente mundial. 

“México es un país con un potencial bestial, con potencial para crecer hasta donde nos propongamos, por lo que lo único que podría decirles a los emprendedores que necesitan es creer en sí mismos, que no hagan caso a quien les dice que les va a ir mal, y que sean perseverantes”. 

Descanse en paz, Jorge Carlos Vergara Madrigal ( 1955-2019).


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