Por: Xicoténcatl Morales Hurtado. consultor senior en Direktia
Las personas no responden a lo que sabes, sino a la manera en que las tratas. Esta verdad está escondida en el centro de todas las relaciones y, por supuesto, tiene un impacto poderoso en la gestión de tu equipo de trabajo.
Hoy en día, la motivación intencional de los cuerpos productivos, plantillas y grupos diversos que integran una unidad de negocio no puede reducirse a la cultura del “echaleganismo” y la palmadita discreta en la espalda.
Las personas que hacen empresa a tu lado necesitan saber que son parte de algo mayor, que tienen el respeto y admiración de sus líderes y, sobre todo, que su disposición personal contribuye activamente a los logros que la organización persigue.
No existen los empleados “fantasma”
Hace tiempo la “doctrina empresarial” del anonimato permeaba la cultura organizacional de las grandes compañías. Esta forma de pensar suponía que las personas podrían aceptar y desarrollar sus jornadas bajo la idea de que eran piezas invisibles de un todo. La individualidad no tenía valor; no existían elementos singulares ni únicos dentro de la empresa cuyos rasgos distintivos fueran apreciados por sus jefes.
Lo que se consideraba valioso era la capacidad de desaparecer; perderse en la totalidad de los procesos y saber que la subjetividad productiva no debería destacar por encima del sello corporativo. Este paradigma ha cambiado radicalmente.
Hoy los colaboradores no quieren vivir como si fueran un “fantasma”. Sus responsabilidades, perfiles, trayectorias y experiencias no son sólo aspectos que se discuten cuando se trata de delegar un proyecto que requiere integran nuevas ideas, sino objeto de un tema significativo que le da originalidad y valor a la empresa.
Impulsa equipos motivados
Si estás creciendo en el sendero del liderazgo efectivo, deberías saber que el reconocimiento a la individualidad impulsa el desempeño de los equipos más de lo que imaginas. Lo interesante de este tipo de liderazgo es que considera a las habilidades blandas no sólo como una herramienta de la gestión, sino como su eje principal.
La celebración de la extravagancia, la atención que prestamos al rendimiento personal, la consideración a la compatibilidad o química que aporta un miembro de tu equipo, todos estos aspectos que ciñen el clima laboral de una determinada área o departamento han terminado por suplantar los viejos paradigmas según los cuales la empresa es parecida a una gran maquinaria donde nadie ni nada debe tener más observación que el resultado mismo.
Motivación y habilidades blandas
Las empresas que trabajan a favor de la ovación de la personalidad y la gestión de tareas centradas en la empatía no sólo consiguen que las relaciones entre sus colaboradores sean más relevantes, sino que inyectan un alto sentido de calidad en sus compromisos mutuos.
Crea un sistema de recompensas que haga sentido al estilo de trabajo de cada uno de tus colaboradores. Habla con ellos sobre la estructura de su trabajo y sobre cómo se sienten acerca de su papel en la organización.
En sumamente importante que la gente que tienes cerca perciba que tienes más interés en conocerle que en saber acerca de sus actividades o quehaceres pendientes. Cualquier empresa que presuma de tener colaboradores creativos, sin duda te podrá confirmar que parte de la clave de su éxito es permitir que participen e influyan en las decisiones de sus proyectos, que redefinan sus objetivos y que expresen sus competencias, temperamentos y aportaciones sabiendo que no serán juzgados por ello.