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Ignacio Ambriz: «Que Aguascalientes sienta al Necaxa como suyo»

Detrás del semblante serio e inexpresivo que lo ha caracterizado, en Ignacio Ambriz   se asoma un un cariño desbordante e inocultable hacia  la institución que le brindó la posibilidad de realizarse: ser futbolista profesional, ganar títulos, alcanzar la cima representando a la selección nacional.

Nacho se muestra alegre por volver a su casa, pero es consciente de la responsabilidad de llevar al equipo de sus amores a un plano protagónico; y también, de fomentar aun más un sentido de pertenencia entre Aguascalientes y el Necaxa:

“Es muy importante. que la gente del estado sienta al Necaxa como suyo, que lo hagan parte de él..  Para lograr esto, la directiva, los jugadores y yo tendremos que trabajar incansablemente en lo que nos corresponde: sacar buenos resultados. A la gente le gusta ganar, y cuando tú ganas es más fácil que se acerquen a ti. Como dicen: «Aguascalientes, tierra de la gente buena». ¿Por qué no arroparnos con ellos? Pero repito, que esto suceda partirá de lo que se transmita dentro de la cancha hacia fuera»

Ambriz menciona que si hay algo que la gente siempre le pide es que lo dejen todo, que no se guarden nada: «La gente pide  que te vacíes en el campo, que sudes la camiseta; y muchas veces, si es sangre, pues es sangre. La gente lo aplaude, es cuando empieza a sentir que sí es su equipo porque los ven -a los jugadores- dispuestos a matarse por defender los colores de su equipo. Podremos tener un mal día, pero una cosa sí te aseguro: nos desvivimos por defender el escudo del Necaxa. Es y será el sello característico de nosotros».

Existen frases, consignas arraigadas en el imaginario colectivo de los clubes, que pueden definir el sentimiento y la identidad de los propios aficionados y sus equipos. El Guadalajara aglutinó a toda la nación chiva con  «UnidosSomosCa3ron3s»; el América ha hecho lo propio con sus seguidores y la leyenda «Odiáme Más»; los aficionados del Betis con su «Viva el Betis manque pierda», el Barcelona y su «Més que un Club».

Si bien los rojiblancos cuentan con su rotundo «Fuerza Rayos», ¿cuál sería la sentencia que pudiera ligar al club con los hidrocálidos? El profesor responde entre risas Aguas, ahí viene Necaxa, y añade: «Ojalá sea la gente la que nos comparta qué es lo que piensa del equipo, cómo lo ve. Ojalá pueda salir de ellos, para qué después, con orgullo digan por ejemplo: «Pues somos los Aguas con el Necaxa».

Nacho Ambriz, un líder humano.

La conversación gira a su capacidad de liderazgo, a su habilidad para encauzar a una plantilla de 28 personas a un fin común. Ambriz repara: «De repente no es tanto los jugadores, también es mi afición, mis directivos, mi ciudad».

Reconoce que para la gestión de un grupo de casi 30 futbolistas, es necesario manejarse de forma distinta con cada uno: «a alguien tal vez le tengo que llegar de manera enérgica, mientras que con  otro casi que con un abrazo. Es saber qué funciona con cada quién». Para ello, apela a un liderazgo humano, el cual ha fortalecido con cursos de coaching deportivo.

Leo mucho la parte psicológica. Busco darles a entender que el equipo lo conforman 28 jugadores y que eventualmente, algunos de ellos me querrán, otros medio me querrán, los restantes me estarán insultando. Es entendible, pero lo único que pido es que se preparen, que su calidad como jugadores la pongan al servicio del grupo. Si logramos jugar en equipo, ser leales y competitivos entre nosotros, tendremos más posibilidades de triunfar. «

El técnico del Necaxa admite que puede haber algún jugador descontento que se acerque a él para saber qué anda haciendo mal para no gozar de minutos. En ese caso, le explica  y «si ya lo hice con uno, lo tengo que hacer con todos. Trato de ser muy abierto, de que exista un diálogo que facilite el feedback ‘qué hago bien, qué hago mal’. Como me comparto con uno, me comparto con otro. Mi intención es que todos se sientan en familia».

Nacho resalta la comunicación que exista en el grupo. Refiere que puede tener una idea, pero el resultado derivará de la participación de su plantilla, de la retroalimentación que hagan, de las opiniones que le compartan . Para él, los canales de comunicación son vitales, y procura mantenerlos disponibles. Poniendo un ejemplo, menciona que en el entretiempo le pregunta a sus jugadores cómo están sintiendo el juego, cómo lo ven. «Pues qué pasó, usted es el profe» le responden, dice el profesor. «No, no, díganme para ver si nuestras opiniones sobre el desarrollo del partido concuerdan», les replica. Subraya que el diálogo facilitará una mejora si es necesaria.

Por último, se le cuestiona sobre la presión inherente al puesto que ocupa, con la consecuente exposición a las críticas por parte de la prensa y los aficionados. ¿Cómo la sobrelleva y cómo protege a sus jugadores? «Trato de aislarlos y convencerlos de no llevar nada a título personal. Como personas públicas, siempre vamos a estar en el ojo del huracán, para bien o para mal. Aquí lo único que siempre te va a avalar son los resultados», concluye Ambriz.

 

 

 

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